Por Matías Alonso / Agencia TSS .- A fin de mes, el parque solar Cauchari, en Jujuy, empezará a inyectar energía al Sistema Argentino de Interconexión Eléctrica. Se trata de tres parques que convierten al complejo en el más potente de América Latina. Sin embargo, la mayoría de sus componentes son importados, por lo que la participación de la industria local es muy reducida ¿Cómo alinear a las energías renovables con las capacidades locales?
Cachauri será operado por Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado, y fue construido por las empresas Power China y Shanghai Electric Power Construction, con financiamiento del Eximbank de China, mediante un “bono verde” en el mercado de Wall Street.
El costo de construcción de este parque solar jujeño fue de unos 600 millones de dólares. En marzo de este año, se pagaron 18 millones de dólares por los intereses de la quinta cuota del bono y en septiembre de 2022 se deberá pagar el capital, de 210 millones de dólares. Inicialmente, se esperaba que Cachauri comenzara a operar en junio de 2018 y que los intereses fueran pagados con la venta de la energía producida, que según las estimaciones podrían ser de entre 42 y 60 millones de dólares por año. Sin embargo, el parque fue inaugurado recién en octubre pasado por el presidente Mauricio Macri, cuando se presentó la terminación mecánica y puesta a prueba de los parques Cauchari II y III.
Para la inyección de energía a la red fue necesario construir una nueva estación eléctrica que no formó parte del proyecto solar, con el objetivo de que siguiera siendo competitiva frente a otras ofertas y que se hizo con fondos nacionales. Con la finalización de la Estación del Altiplano, el parque ya está en condiciones de inyectar energía y se espera que lo haga a fines de este mes. Un 2% de las utilidades del parque serán destinadas a la comunidad cercana de Puesto Sey, en el departamento jujeño de Susques. La capacidad instalada de la Argentina es de alrededor de 40.000 MW, de los cuales solo 456 MW corresponden a fuente solar, con lo que el aporte de Cachauri casi duplicaría esta participación en términos nominales.
El investigador de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y especialista en energía, Diego Roger, le dijo a TSS que “para los jujeños es una buena noticia que se inaugure, para que deje de generar pasivos y empiece a generar electricidad”. Roger, que forma parte del Programa Institucional Interdisciplinario de Intervención Socio Ambiental de la UNQ, es crítico con respecto a la forma en que se llevó a cabo este proyecto de energías renovables: “Este parque es un ejemplo de lo que no hay que hacer porque fue todo importado, cuando hay muchos componentes que se podrían hacer acá (trackers, armado de soportes e insumos de electricidad de potencia, entre otros). Una política de energías renovables debería basarse en un sendero incremental de capacidades nacionales, no en la importación de equipos sobre la base de crédito externo que genera más deuda externa y dolariza la energía. Va en contra de lo que precisa el país, que es pesificar la energía y desconectarla de la volatilidad del tipo de cambio. De lo contrario, nunca vamos a mejorar la competitividad en un sector transversal como la energía, y tampoco vamos a desarrollar las tecnologías necesarias como para poder tener una política industrial en energías renovables”.
El hecho de que la obra estuviese supeditada al financiamiento externo hizo que las condiciones en cuanto a la compra de los componentes fueran decididas por el constructor, en este caso las empresas chinas, mientras que el Estado nacional no puso limitaciones.
El proyecto de Cachauri tiene un alto componente de costos en dólares al estar compuesto en su mayor parte por bienes importados. Si bien en este conjunto se destacan los paneles solares provenientes de China, que se ha convertido en el líder mundial en este sector, otras tecnologías complementarias tienen mayor cantidad de componentes nacionales, lo que permitiría desacoplar el costo de la energía de los insumos en dólares. TSS intentó comunicarse con diversas dependencias del Gobierno de Jujuy para conocer más detalles sobre el desarrollo del proyecto pero no se obtuvo respuesta.
El costo de la energía producida por Cauchari será de 60 dólares el MW, comprometido por 20 años y en la que el Estado está obligado a pagar toda la energía generada por el parque aunque no haya demanda para ella. Roger agregó: “Si uno lee el pliego de las licitaciones del RenovAr, se puede ver que, por cada año, el costo de la energía sube de 1 a 1,5%. Se lo presentaba como algo barato, pero no lo es tanto si uno lo compara con lo que cotiza en otros lados”.
Roger citó el caso de otras energías renovables: “Hidroeléctrica puede tener un 90% de componentes nacionales, ya que una empresa hidroeléctrica tiene un 20% de fierros (por la parte mecánica) y un 80% de movimiento de suelos, cemento y demás, que es todo nacional. Ese 20% de fierros que tiene son las compuertas, las tuberías de conducción, las turbinas y demás, de los cuales el 95% se puede hacer en el país. En eólica, empresas como IMPSA podrían hacer más del 70% y los molinos de NRG Patagonia tienen un 50% de componentes nacionales. En biomasa y biogás se puede andar entre el 40 y el 70% de integración nacional, dependiendo de la escala porque no hay generadores nacionales ni turbinas de vapor”.
Y agregó: “Si se compra todo importado, tarde o temprano vuelven los problemas de cuellos de botella en la balanza externa, algo que siempre pasó en la industria. Si uno ata la importación de equipos a flujos de caja en dólares para repagar la inversión a los actores extranjeros, que obviamente van a querer llevarse esas divisas, uno junta todos los elementos para generar ese estrangulamiento. Y, si encima destruyo la poca industria que tengo en bienes de generación de energía y crecen las importaciones, se complica todavía más la balanza externa”.
En cuanto a energía solar, existe una oportunidad en el desarrollo de tecnología de energía solar térmica. Si bien en la Argentina se producen algunos calefones solares, podrían tener un uso más difundido mediante la estimulación de su uso con crédito subsidiado, sobre todo en el norte del país. En tanto, para la generación de energía eléctrica hay capacidades para desarrollar torres de concentración de luz del sol con heliostatos.
Roger se manifiesta optimista con respecto al futuro, dado que, en la actual política industrial, “se muestra un cambio de rumbo que prioriza una hoja de ruta de transición que tenga que ver con las necesidades de las capacidades nacionales”.