Hace dos semanas que los incendios en el delta del Paraná invaden la ciudad de Rosario. Son alrededor de 5 mil focos que cubren los humedales del Río Paraná, resecos debido a la pronunciada bajante del río. La Justicia investiga a productores agropecuarios de la zona, denunciados por quemar los pastizales para el desarrollo de la producción ganadera. A continuación, el comunicado del Centro de Protección a la Naturaleza (CeProNat).
Fotos: Campaña Paren de Fumigarnos
Era el año 2008 cuando el Delta estaba en llamas y el humo llegó hasta la Capital Federal y Montevideo, cuando la cobertura de los medios nacionales e internacionales visibilizó una práctica habitual de un sector productivo: la quema sin límites de las islas en el río Paraná. 70.000 hectáreas se hicieron humo en cuestión de días. La gran fogata siguiente fue en el Amazonas en el 2019: 2,5 millones de hectáreas (para comparar: un 20% del territorio provincial santafesino, aproximadamente). Los koalas y canguros ardiendo fueron la imagen del incendio de Australia de 2019 y 2020, donde se volatilizaron 10 millones de has.. Los incendios desatados en los humedales paranaenses en lo que va del año, desde la Capital santafesina hasta Villa Constitución y Victoria, han consumido más de 500.000 has.
Los incendios en zona de islas (humedales) conllevan graves riesgos ambientales, sociales y sanitarios generando, en oportunidades, irreversibilidad del daño. A un período extendido de sequía con una bajante pronunciada del río, sólo cabía esperar una situación como la actual.
A la hora de buscar responsables, podríamos mencionar a la gente en general que realiza actividades en la zona, a oportunistas que se aprovechan de la situación y dan libertad a sus ansias piromaníacas, pero todo parece apuntar a los productores ganaderos, sea o no cercano a las áreas quemadas.
La quema de pastizales en humedales es una práctica habitual del sector productivo ganadero, un territorio fiscal que habitualmente es concesionado por un canon ínfimo o que es ocupado o usurpado durante breves períodos. Con las quemas se pretende abrir o despejar el ambiente isleño de los pajonales de “cortaderas “ (la cual no es apetecible por el ganado, con excepción de los rebrotes) y los varillales del “duraznillo de la isla”, dejando paso a una colonización herbácea palatable para el ganado cuyo crecimiento se incentiva con las lluvias primaverales. No resulta casual, por lo tanto, que las quemas se produzcan en ésta época del año.
Pero el humo que terminamos respirando se lleva otras cosas: se volatiliza biodiversidad de todo tipo. A los ya conocidos carpinchos, nutrias, yacarés y pumas, se suma una inmensa avifauna y especies vegetales arbóreas como el ceibo, aliso, sauces criollos, timbós y otras que suenan exóticas para nuestros oídos: canelón, sangre de dragón, palo jabón y tantos más que forman parte de la farmacopea criolla. A ésta pérdida, debemos sumarle la presión ejercida sobre un suelo pobre, con mucha materia orgánica acumulada que, al ser quemada, arruina la fertilidad del mismo y elimina la flora y fauna edáfica.
A los problemas mencionados –que de una u otra manera terminan impactando en la sociedad-, debemos sumarle la externalidad que significa que unos pocos terminen aprovechando productivamente los incendios y que la gran mayoría de los ciudadanos debamos asumir el costo ambiental y sanitario de respirar aire contaminado –máxime en un contexto de pandemia- o que debamos soportar accidentes viales por la escasa visibilidad de nuestras rutas.
Consideramos que los esfuerzos y las respuestas del gobierno provincial son insuficientes para atender la demanda y que, además de ampliar la dotación y el equipamiento de los bomberos, se debería dar intervención a las fuerzas de seguridad provinciales y nacionales, trabajando en conjunto con el Ministerio Público de la Acusación y las fiscalías federales para dar efectivamente con los responsables de las quemas. Para cuando se supere ésta situación, debería incorporarse la problemática en la currícula escolar y a la agenda de debate de la sociedad. En otro orden, los gobiernos locales no deberían eludir sus responsabilidades municipales y comunales, así como la ausencia de una política ambiental y de prevención civil a nivel metropolitano.
Por último, los incendios no son un problema sólo para los ambientalistas: lo son para toda la sociedad y por eso, las manifestaciones públicas como las acaecidas recientemente en Rosario han incluido a un amplio abanico de vecinos sensibilizados por el tema para quienes preservar los humedales paranaenses resulta clave para asegurar la sustentabilidad de nuestra región.
LA COMISIÓN DIRECTIVA
Santa Fe, 5 de agosto de 2020
CENTRO DE PROTECCIÓN A LA NATURALEZA