Ese es el plan de soberanía energética que impulsa la municipalidad de Recoleta, en Santiago de Chile, a través de un programa que incluye la generación con paneles fotovoltaicos en hogares y edificios públicos. Esta gestión cooperativa se levanta como alternativa a la neoliberalización del sector energético chileno, monopolizado, entre otras, por la italiana ENEL.
Por OPSur .- La instalación de paneles fotovoltaicos en el techo de hogares se transformó en una de las imágenes ideales de la transición energética. Es un modelo que permite una generación descentralizada, vinculada a las necesidades territoriales, a la vez que es renovable y rentable en términos económicos. Chile, como Argentina, cuenta con una ley de generación distribuida que permite impulsarla de forma domiciliaria y vender excedentes de electricidad al sistema. A ambos lados de la cordillera, sin embargo, se repiten las dificultades para hacer efectiva esta generación ciudadana. No existe una política pública que promueva su uso e instalación, que queda librada a la capacidad económica de quienes pueden pagarla.
Con los elementos que permite el estrecho margen del sistema eléctrico, la comuna de Recoleta, en Santiago de Chile, avanza con un programa de soberanía energética que comenzó con la desconexión del municipio del monopolio eléctrico y se complementó con un plan de generación fotovoltaica en edificios públicos y residenciales. La Corporación Innova Recoleta implementa la iniciativa. Alberto Pizarro, director ejecutivo, habló con OPSur de sus alcances. “Este proyecto piloto nos permite generar más energía de la que los hogares requieren. Es decir, que el beneficio para las familias es consumo cero y con el excedente nosotros podemos paliar en parte el costo de energía de consumo público. Ese es el concepto de la soberanía energética en Recoleta para, de alguna manera, quebrar esta total y absoluta dependencia que el modelo neoliberal tiene en Chile, en donde las grandes empresas nos proveen de todo”, explicó.
Electricidad para el mercado
El sistema eléctrico podría ser considerado uno de los emblemas del Chile neoliberal. Las reformas económicas de la dictadura de Augusto Pinochet lo transformaron en un sector dominado por privados, donde el Estado tiene un rol subsidiario al garantizar la acción empresarial a través de incentivos y el control de la competencia. Durante las últimas cuatro décadas la política sectorial atravesó diversas reformas. Sin embargo, mantiene esa esencia (1). Tres empresas generadoras concentran hoy el mercado, que tiene los costos más altos de la región, y se sustenta en una matriz energética dependiente de la importación de combustibles primarios, con alta presencia del carbón.
La Comuna de Recoleta junto a otros seis municipios le comunicó en mayo de 2019 a la eléctrica italiana ENEL que se convertirían en “usuarios libres”, lo que les permite licitar la compra de energía para los edificios municipales y el alumbrado público. Ese fue el primer paso para el nacimiento del programa Energía Popular, que busca lograr la soberanía energética local de la comuna.
Al mismo tiempo, se construyó una planta fotovoltaica de 25 kW en el edificio municipal y a eso se sumaron paneles en seis colegios de la comuna, que buscan generar 60 kW, gestionados por la Cooperativa Energética Educacional de Recoleta, compuesta por representantes de las escuelas y el municipio. La experiencia abre posibilidades para una gestión local y democrática de la generación y distribución eléctrica. “Las escuelas están cerradas desde 2020 por la pandemia, pero cuando exista esta disponibilidad de recursos que se generan por los ahorros en los consumos de energía, va a ser la comunidad representada por esta cooperativa la que va a definir cómo reinvertirlos”, comentó Pizarro.
“Nosotros compartimos la idea de que la energía debería ser un derecho y hay múltiples formas de proveerse”, agregó. “Esa es una controversia muy encendida en nuestro país, a partir de estas experiencias de los servicios populares que hemos llevado adelante en la comuna”.
Recoleta y su energía
Recoleta es una de las 34 comunas del área metropolitana de Santiago de Chile. Ubicada al norte del río Mapocho, se compone de sectores residenciales y comerciales de estratos medios y bajos. Tiene cerca de 150 mil habitantes y está en pleno crecimiento demográfico. Históricamente se radicaron allí poblaciones migrantes, primero de Palestina y el mundo árabe, además de orientales, y en los últimos años, provenientes de diversos puntos de América Latina.
“La distribución eléctrica llega a la comuna a través de un monopolio legal que está en manos de ENEL, que era la antigua Chilectra, que fue vendida a controladores españoles y hoy está en manos italianas. La empresa cubre más o menos el 70% del suministro de la ciudad. A partir de ahí surgió la idea de la soberanía energética, nos desprendimos de la distribuidora y empezamos a pagar costos menores por la energía”, cuenta Pizarro.
El proyecto Energía Popular busca instalar uno o más paneles de 400 watts en techos de viviendas de la comuna, dado que el municipio no cuenta con predios donde emplazarlos. El plan piloto incluye 43 hogares, y ya fueron colocados en la mitad. El objetivo es que la generación no solo permita sustentar el consumo de la vivienda sino que también pueda inyectar a la red. “Estamos enfocados en familias vulnerables con adultos mayores o miembros electro dependientes que tuvieran un bajo consumo eléctrico, llevando sus cuentas a cero. Es decir, instalamos una capacidad de paneles fotovoltaicos equivalentes a ese consumo, al menos, y nosotros tomamos la titularidad de ese empalme, de manera que el excedente de esa generación sirva para fines municipales”, explicó el director ejecutivo de la Corporación Innova Recoleta.
Esta primera etapa contempla la instalación total de 281 kW de potencia, que le permitiría a la comuna ahorrar cerca de 25 millones de dólares anuales. Luego de este plan piloto, está proyectado escalar hasta la generación en unos quinientos hogares, además de la instalación de paneles en otros edificios públicos y Juntas de Vecinos.
Otro elemento importante del proyecto es su renovabilidad. Dado que la generación se hace con energía solar y se deja de depender de la electricidad proveniente de hidroeléctricas y centrales térmicas alimentadas con combustibles fósiles, por lo que calculan que disminuirán el consumo de unas 205 toneladas de CO₂ al año. “Tenemos una definición de volcarnos hacia las energías renovables. La estructura legal en Chile ha ido modificándose para darle más espacio a las generaciones renovables dentro de la matriz energética, pero seguimos siendo un país netamente dependiente de las no renovables. Para nosotros es relevante llevar esta experiencia en el ámbito energético a lo local, en donde la decisión de inversión, gestión y operación está totalmente descentralizada de los grandes poderes económicos. Así tenemos una posibilidad de replicar esto en más y más lugares con posibilidad de éxito”.
-¿Por qué ven necesario un plan de soberanía energética para la comuna?
AP: Esto ocurre en Recoleta de manera singular. No es que haya una política nacional que se expresa en nuestra comuna, sino que hay una política pública de parte del alcalde Daniel Jadue, que es un alcalde del Partido Comunista de Chile, que emprendió varios proyectos de servicios populares, como se los denomina en Recoleta. Primero fue la farmacia popular, luego fue la óptica popular, luego fue la inmobiliaria popular, la universidad abierta, la librería y disquería popular, este proyecto de energía popular, y hay varios otros todavía en incubación.
A lo que apuntan los servicios populares, básicamente, es a entregarle a los usuarios acceso a servicios que son dificultosos. Servicios donde el mercado entrega precios prohibitivos, con altos niveles de lucro para el proveedor, y que el Estado no puede entregar de manera adecuada. En el tema de los medicamentos, por ejemplo, ocurre una cuestión muy irritante por los altos costos. Con la farmacia popular el municipio hace la intermediación por el medicamento, no poniendo el lucro de por medio. Esto permite que los remedios puedan llegar a costar diez veces menos. Entonces, la farmacia popular y luego los otros servicios populares, como la librería y la disquería, tienen un poco la misma lógica, tratando de proveer aquello que el mercado tiene a precios realmente altos. Y es en este sentido que aparece esto de la soberanía energética, porque debe haber una preocupación por parte del Estado en el ámbito de la energía, y proveerla a menores costos y con mayor eficiencia en términos de sustentabilidad. Eso es lo que estamos tratando de explorar a través de nuestra experiencia.
-¿Un plan así permite confrontar a un sector tan neoliberalizado?
AP: Ciertamente es un poco difícil que un modelo así pueda confrontar el neoliberalismo energético que impera en Chile. A lo que nosotros aspiramos desde Recoleta es mostrar signos, señas, de que no todo debe regirse por este precepto de un neoliberalismo exacerbado. La pretensión que tenemos, es demostrar que con la normativa vigente, que de alguna manera ampara a estos sistemas monopólicos, igual se puede generar condiciones para poder pagar menos por aquello que es mínimo para vivir.
-¿Cómo entienden la soberanía energética?
AP: Hay un concepto muy fuerte en la gestión del alcalde Daniel Jaude en términos de que si algo puede funcionar en Recoleta, puede funcionar en cualquier municipio de Chile. En este caso, la energía solar está ahí, la ley te permite autogenerar esa energía a través de la tecnología disponible, de manera que nos desprendemos de la empresa que está lucrando con la distribución. Y en ese camino, la generación incentivada, estimulada, cofinanciada por la autoridad local, le permite al municipio utilizar esos excedentes de energía que la familia no requiere en su unidad habitacional para paliar otros gastos de energía de carácter público y comunitario: una sede social, un consultorio, otro edificio municipal, un colegio, etc. El concepto de soberanía energética es independizarse de estos monopolios, de este mercado abusivo que resultan ser estos monopolios legales de la distribución energética.
(1) Antoine Maillet y Joaquín Rozas hablan de la existencia de una “hibridación neoliberal” de la política eléctrica chilena. Esta fue diseñada en dictadura de acuerdo a un proyecto neoliberal clásico pero que sin embargo ha sido reformulado a lo largo de las últimas cuatro décadas con intervenciones estatales que han transformado al sector incluso con herramientas fuera del margen neoliberal pero que, sin embargo, mantienen este paradigma (Hibridación de las políticas neoliberales: El caso de la reforma a la política eléctrica en Chile (2019) Antoine Maillet y Joaquín Rozas Bugueño).
Esta publicación es financiada con recursos de la Fundación Rosa Luxemburgo con fondos del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania (BMZ). El contenido de la publicación es responsabilidad exclusiva de OPSur, y no refleja necesariamente una posición de la FRL.
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