Por Esteban Martine/ LID. -Durante años el gobierno de Neuquén dijo que no había instrumental para medir los sismos. Mintió. Un pedido de informes del diputado Andrés Blanco confirmó que hubo al menos 53 sismógrafos en la zona caliente de Vaca Muerta.
Desde que en 2015 se registró el primer sismo en la zona caliente de Vaca Muerta, la información oficial sobre el tema es un bien escaso. El gobierno de Neuquén sostuvo desde un principio el discurso de las petroleras: no existe una relación probada entre la fractura hidráulica y los movimientos telúricos.
La propaganda pro-fracking del Instituto Argentino de Petróleo y Gas (IAPG) reza que “las vibraciones que genera la estimulación hidráulica (…) son unas 100.000 veces menores que los niveles perceptibles por los seres humanos y mucho menores aún que las que podrían producir algún daño”[1]. Sin embargo, en Sauzal Bonito todas las viviendas están agrietadas. La población vive con miedo. Cada vez que sienten un movimiento salen corriendo de sus casas
¿Por qué, según el gobierno de Neuquén, es tan difícil sacar conclusiones de algo que para los pobladores de la zona es tan evidente? “Falta instrumental”, repiten desde hace años. “Cuesta importar los sismógrafos”… Para triangular la información es necesario contar con más de tres sensores, y según el gobierno, solo hay dos, instalados en 2019 tras un corte de ruta de los pobladores y pobladoras de Sauzal Bonito. Esos dos sismógrafos están a cargo de Energía y Recursos Naturales, la subsecretaría de Defensa Civil y la Oficina Provincial de Tecnologías de la Información y la Comunicación (Optic).
Para la directora del Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES), Patricia Alvarado, todavía no se puede determinar que los movimientos estén relacionados con la actividad hidrocarburífera no convencional. “Todavía no se puede testear con toda la suficiencia de equipamiento e información esta hipótesis”, sostuvo tras la seguidilla de sismos registrada en julio. Recién entre fines de 2021 y principios de 2022, se instalarían 14 sismógrafos. Entonces, sostiene Alvarado, podrán ayudar a la gente “a entender cuáles son sismos y cuáles no” [2].
Lo que el gobierno y las empresas ocultan
A comienzos de agosto, el diputado provincial del PTS – FITU, Andrés Blanco, dirigió un pedido de información pública al subsecretario de Ambiente de la Provincia de Neuquén, Juan de Dios Luchelli. Se trata del mismo mecanismo utilizado por el diputado para revelar el desastre de la contaminación con residuos del fracking y la connivencia estatal con el basurero petrolero COMARSA.
En su respuesta, la Subsecretaría de Ambiente informa que desde la ola de sismos percibidos en Sauzal Bonito durante el segundo semestre de 2018, inició actuaciones para conocer el origen de los mismos. Entre las entidades a las que requirió información, se encuentran algunas de las principales petroleras que operan en Vaca Muerta. Les solicitó que “presenten los estudios realizados, en desarrollo y/o avances de los mismos, con sus respectivas conclusiones, en relación a la ocurrencia de actividad sísmica potencialmente inducida por el desarrollo de la explotación de hidrocarburos, sea en su esfera no convencional por procedimientos de estimulación hidráulica, como así también procesos de inyección, u otros provenientes de la exploración y explotación de hidrocarburos”.
Las respuestas de las empresas desmienten todo el discurso oficial. No faltan sismógrafos. Falta que publiquen los datos que recaban minuciosamente en la zona con, al menos, 53 sismógrafos. Falta que dejen de ocultarle información a la población. Al menos YPF, Tecpetrol, Wintershall y Total, tienen acceso a más información que la que publica el estado.
YPF, la sociedad anónima con mayoría estatal, contrató la instalación y operación de un servicio de red de sensores compuesto por “12 estaciones de monitoreo con una separación de entre 12 y 19km entre cada una de ellas, cuya distribución fue definida para cubrir las áreas operadas por YPF con mayor fracturación hidráulica”. Cada una de esas estaciones está compuesta por un sensor de última generación, un digitalizador, un módem y una antena omnidireccional.
La alemana Wintershall Dea, realizó un estudio de sismicidad natural en el área Aguada Federal, con el objetivo de “analizar la sismicidad natural e inducida en el Área”. El trabajo fue realizado junto con el Instituto Geofísico Sismológico Ing. Fernando Volponi (IGSV), dependiente Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de la Universidad Nacional de San Juan. Para el trabajo instalaron nueve estaciones de banda ancha de última generación, y cinco estaciones de periodo corto de última generación (la “Red Aguada Federal”), que funcionaron entre 2016 y 2018, registrando “41 (cuarenta y uno) eventos de magnitud mayor que 2.5 (dos y medio); 4 (cuatro) eventos de magnitud mayor que 3 (tres) y 1 (uno) evento de magnitud mayor que 4 (cuatro)”. Los resultados del estudio fueron compartidos en septiembre de 2018 con el Ministerio de Energía de la provincia, que siguió declarando no contar con información.
Ni Wintershall ni el resto de las empresas afirma que haya una relación directa entre los sismos y el fracking. Todas se escudan en la imposibilidad de establecer una “línea de base”. Sin embargo, es destacable que las petroleras (que años atrás prometían “sismicidad 0”) manejan perfectamente el concepto de “sismicidad inducida”. Incluso Wintershall adjunta en su respuesta un modelo de sismicidad inducida por inyección de fluidos, elaborado por el IGSV.
Esquema conceptual de “sismicidad inducida” por inyección de fluidos.
En el mismo sentido, la yanqui Chevron, aporta una definición de sismicidad inducida: “Eventos sísmicos inducidos son aquellos que ocurren cuando la liberación de energía, en general en proximidad de una discontinuidad o falla geológica preexistente en el subsuelo, es provocada directa o indirectamente por efecto de la actividad humana”. Entre las actividades que podrían “facilitar la ocurrencia de sismicidad inducida”, incluye la “industria de hidrocarburos”.
La francesa Total Austral S.A. también tiene un convenio con el IGSV, que cuenta con “una red sísmica compuesta por veinticuatro (24) sismógrafos ubicada en la Cuenca Neuquina”. La red de período corto, o local, está ubicada en el bloque Aguada Pichana Este. Hasta 2019 los sismógrafos funcionaron en “modo memoria”. Luego, algunos fueron modificados para poder recibir información en tiempo real. Total anexa un mapa con los sismos registrados en los bloques que opera, pero sin especificar la cantidad, fecha e intensidad de cada uno.
YPF, Wintershall y Total tienen convenios con el IGSV. Cabe preguntarse… ¿Es posible que las empresas privadas tengan convenios con un instituto dependiente de una universidad pública, pero el estado provincial no tenga acceso a esa información?
Párrafo aparte merece la respuesta de Tecpetrol, la petrolera del grupo Techint, de Paolo Rocca. En la misma, la empresa afirma que contrató un “servicio de monitoreo de sismicidad en el Área Fortín Piedra, a través de la instalación de una determinada cantidad de estaciones sismográficas en la referida área, que solamente se encarga de recopilar -bajo determinadas condiciones- la existencia de eventos sísmicos”. ¿Cuántos sismógrafos tiene? ¿Dónde se ubican? ¿Qué datos registraron? No lo informa, porque según la empresa, no está “obligada a recabar ni divulgar ningún tipo de información relativa al motivo de su consulta bajo ninguna normativa vigente que le resulte de aplicación”, solo responde “a título de colaboración (…) sin que ello implique consentimiento ni sometimiento alguno voluntario por parte de Tecpetrol a las facultades invocadas”.
Si consideráramos que Tecpetrol tuviera la cantidad mínima de sismógrafos necesaria para triangular la información, es decir tres, estaríamos hablando de un mínimo de 53 sismógrafos. Recientemente la directora del INPRES sostuvo que con 14 sismógrafos Neuquén pasaría a ser “la provincia mejor monitoreada del país”. Con 53, ya lo es, solo que no quieren que se sepa.
¿Por qué la zona “se puso sísmica”?
En una entrevista reciente en Radio Universidad Calf, la directora del INPRES afirmó que “hay zonas que de repente se ponen sísmicas” (sic). También se preguntó si “la gente” sabe lo que son los sismos, afirmó que “Argentina es un país sísmico, de norte a sur y de este a oeste“, y que “si ocurren… acostumbrarse y pasan en cuestión de segundos”.
Sebastián Correa Otto es becario posdoctoral del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de San Juan, y recientemente defendió su tesis doctoral en la que registró la aparición de sismos luego del comienzo de la actividad hidrocarburífera en el área. Su estudio registra los sismos corticales (superficiales, a menos de 60 km de profundidad) relevados por la USGS, el Servicio Geológico de los Estados Unidos ocurridos entre 1975 y 2015. Hasta el 2015, afirma, no hubo sismicidad registrada en la zona.
“En 2015 ocurre el primer sismo el 19 de noviembre en las cercanías de Añelo y eso motiva mi investigación y primeros trabajos registrados. Al finalizar mi trabajo con los datos que trabajé entre 2014 y 2016 con una red local de 11 estaciones de banda ancha alrededor de Añelo, pude registrar y ver esta cantidad de sismos“, sostuvo recientemente. “Hay relación directa entre la actividad y los sismos, solo con ver los estudios”, afirma sin dejar lugar a dudas.
Silvana Liz Spagnotto, es Doctora en Geofísica especializada en Sismología, Investigadora del Conicet y profesora de la Universidad Nacional de San Luis. Es coautora de otro informe, titulado “Aumento notorio de la sismicidad de la provincia de Neuquén en el período 2015 – 2020”[3]. En esa investigación sostiene que “el incremento de la actividad sísmica en el sector mostrado en este trabajo coincidió con el inicio y la intensificación de fracturamiento hidráulico en la zona, lo cual sugiere que la inyección hidráulica dispararía el deslizamiento de fallas previas óptimamente orientadas con respecto al campo de esfuerzos regionales”.
Spagnotto explica que fueron descartando la posibilidad de que los sismos fueran activados naturalmente, hasta identificar “un vínculo directo con el fracturamiento hidráulico”.
Javier Grosso es geógrafo e investigador de la Universidad Nacional del Comahue. Desde 2019 elabora y publica cartografía sobre el tema, mostrando la coincidencia espacial y temporal entre los sismos y el fracking en Vaca Muerta. Lo hace con los datos que publica INPRES, pero también con aquellos que comparte Red Geocientifica Chile. Es que INPRES no publica los sismos de magnitud menor a 2,5°.
“No hay sismos que anunciar por estos días. Han pasado ya más de dos meses desde que se registró el último evento sísmico en cercanías de Sauzal Bonito. ¿Cuál es la novedad entonces? Justamente esa: no es casual que así ocurra, ya que no se realizan operaciones de fractura en shale gas o shale oil a menos de 25 km de Sauzal Bonito. Entendemos que eso mismo explica la tranquilidad del subsuelo. La provincia de Neuquén emite un informe semanal de sismicidad desde los episodios sísmicos de julio – agosto, que no presenta registros hasta el día de hoy”, nos comenta.
“La ausencia de sismos de magnitud mayor a 2,5° es notable, pero sería necesario que INPRES hiciera públicos todos los sismos ocurridos en la provincia, tal como ocurre en otras cuencas donde se desarrollan los hidrocarburos no convencionales en el mundo, como en los casos de Alberta en Canadá y Oklahoma en Estados Unidos. Allí las autoridades de control publican la totalidad de los sismos ocurridos. Eso daría permitiría que quien quiera investigar lo haga sin dificultad. No como ahora, que la información relevante la obtenemos solicitando por la vía judicial amparos de acceso a la información pública”, agrega.
Terminar con el secreto
Desde la llegada del fracking a Vaca Muerta, tras el acuerdo YPF – Chevron, los impactos ambientales se multiplicaron. Gases de efecto invernadero, contaminación de millones de litros de agua por pozo, basureros petroleros, etc. Entre esos impactos, la activación de sismos es el aspecto más negado por el lobby de las multinacionales. No es para menos,
fueron los movimientos telúricos los que precipitaron la suspensión del fracking en países como el Reino Unido.
El fracking en Argentina es una política de estado. No hubo ni hay grieta entre el macrismo, el Frente de Todos, el MPN o los liberales. Todos apuestan al saqueo. Por eso, no es casual que los gobiernos oculten información. “No quieren que la población conozca la información que manejan, para no poner en riesgo las ganancias de las petroleras. Para el MPN, la ganancia de las empresas vale más que la vida de la población de Sauzal Bonito, que duerme con miedo a que se le derrumbe la casa”, sostuvo Andrés Blanco.
El Frente de Izquierda Unidad exige el libre acceso a toda la información relacionada con los sismos. “Hay que terminar con el secreto y la confidencialidad. Exigimos que publiquen todos los datos, incluyendo los registros de los sismos menores a 2,5°. Si no tienen nada que ocultar… ¿por qué no publican todo lo recabado por los sismógrafos? Si ocultaron esto. ¿Qué más nos pueden estar ocultando?”, agregó Blanco.
Raúl Godoy fue diputado provincial en 2013, y enfrentó el acuerdo con Chevron dentro y fuera de la Legislatura: “Lo que en ese momento eran advertencias, ahora quedó demostrado en los hechos. El fracking no va más. Es un saqueo. Mientras las empresas batían récords de producción de gas y petróleo, en Neuquén la pobreza siguió aumentando. Por eso, nuestro planteo de fondo es estatizar la industria energética e iniciar una transición ecológica urgente. Mientras la energía siga siendo considerada un negocio y no un derecho, las empresas van a hacer lo que quieran para tener más ganancias”.
[1]IAPG. “El abecé de los hidrocarburos en reservorios no convencionales”, 4ta edición. [2]Entrevista en Radio Universidad Calf, 27/10/2021. [3]Disponible en https://geologica.org.ar/boletin-octubre-noviembre-2020/.