En los años ’60 la familia Quintana se instaló en un campo de 10 mil hectáreas en El Tordillo, paraje distante 30 km de Comodoro Rivadavia. A pocos kilómetros de allí funcionaba un campamento de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, donde vivían unas 50 familias, a las que ellos vendían parte de su producción. En los ’70 el campamento fue levantado, y en los ’90, tras la privatización de la petrolera estatal, comenzaron a operar YPF SA y Tecpetrol, que obtuvieron la concesión de las áreas El Trébol y El Tordillo, respectivamente.
Domingo Quintana y su sobrina María José afirman que a partir de ese momento comenzó una explotación intensiva de las áreas por parte de las operadoras. También señalan que con el correr de los años Tecpetrol dejó en claro que su interés era obtener la mayor renta posible de El Trébol, reduciendo al mínimo las inversiones en mantenimiento y cumplimiento de normas de protección ambiental.
La fuga de agua salada, por la rotura de un casing, fue la gota que colmó el vaso. En agosto de 2012 los Quintana a denunciaron, por primera vez, la contaminación de sus campos por parte de la empresa Tecpetrol.