Paradoja. Un sistema con instituciones frágiles impulsa un gran desarrollo si hay continuidad en sus medidas en un escenario mundial de expansión.
Por Jorge Castro.- Perú creció 8.3% en 2006, 9% en 2007 y 9.8% en 2008. Este año, tras aumentar sólo 0.8% en 2009 como consecuencia de la caída de la demanda externa, se expandiría 4.5%/5%, o quizá más. Perú es el país de mayor crecimiento de América latina en los últimos siete años. Alan García tiene 26% de apoyo en la opinión pública y un rechazo de 68%. Tampoco hay sistema de partidos políticos, que se desintegró a comienzos de la década del 90. Alejandro Toledo (2001-2006) tuvo un respaldo de 7% en 2005 y un rechazo de 85%. En el mandato de Toledo, el PBI creció 25%, las exportaciones se duplicaron y el riesgo-país cayó a su menor nivel histórico (200 puntos básicos).
Perú es el segundo productor mundial de cobre, después de Chile; el primero de plata; el tercero de estaño y de zinc; y el quinto de oro. La inversión transnacional (IED) -minera y energética- superó en 2008-2010 los 16.600 millones de dólares (8% del PBI). El principal inversor en el sector cuprífero es Chinalco (China), que invirtió en Toromocho -uno de los mayores proyectos de cobre del mundo- más de 2.000 millones de dólares. La IED comprometida en el sector minero por 300 empresas transnacionales asciende en el período 2009-2015 a 22.000 millones de dólares (24% del PBI). El proyecto de Camisea, cuya planta de gas líquido (LNG) comienza a operar en julio de 2010 y producirá 4.4 millones de toneladas/año, requiere una inversión de 3.800 millones de dólares. Es el mayor proyecto de gas líquido del mundo.
La minería peruana representa 62% de las exportaciones, que trepan al 70% si se suman los hidrocarburos. Por eso aumentaron 328% entre 2000 y 2006, el mayor nivel de América latina; en 2005/2006 crecieron 36% anual. El resultado es que el PBI minero se triplicó desde 1992.
En 1990/91 hubo un colapso del sistema de partidos políticos y también del régimen democrático (autogolpe de Fujimori/1992). Los partidos eran cuatro, de larga trayectoria y raíces históricas (Izquierda Unida, APRA, Acción Popular y Popular Cristiano). En los comicios presidenciales de 1985 lograron más de 90% de los sufragios; y en 1995, sumados, obtuvieron 6.3% de los votos.
La Revolución Peruana (Velasco Alvarado/1968-1975) transformó para siempre a Perú. La reforma agraria terminó con la propiedad caciquista y las comunidades indígenas en la sierra y en los Andes y desató una gigantesca migración interna hacia la Costa y Lima. Nada nunca volvió a ser igual después de la “revolución desde arriba” realizada por el régimen militar. Esta transformación social es lo que está detrás de la desaparición del sistema de partidos previo a 1992 y a la aparición de “outsiders” (Fujimori, Toledo, Humala).
El sistema ha “comprado” instituciones a través de los acuerdos de libre comercio: con EE. UU., vigente desde febrero de 2009; con Chile, que se transforma en TLC pleno en 2016; y con China. Se trata de mecanismos macroestabilizadores del proceso social, político y económico. Todo esto en el contexto de una economía mundial en expansión, que experimentó entre 2003 y 2008 la mayor tasa de crecimiento (ingreso per cápita) desde la Revolución Industrial.
Habría que revisar a Douglas C. North según la experiencia peruana. North sostiene que la fortaleza de las instituciones es la causa fundamental del crecimiento económico y del despliegue de la productividad. La versión peruana podría reformularse así: un sistema débil, con instituciones frágiles y de legitimidad cuestionada, puede impulsar una alta tasa de crecimiento económico, si tiene continuidad a lo largo de cuatro presidencias sucesivas (Fujimori, Paniagua, Toledo, García) en sus políticas respecto al mundo. Y si lo hace en una etapa histórica de una economía mundial en expansión.
Clarín