Energía Extrema, Infraestructura y Mercados
Transcurrió casi una década desde que el potencial de gas y petróleo de los yacimientos no convencionales de Argentina comenzó a insertarse en la agenda política y mediática local hasta dejar de ser un tema exclusivo de publicaciones especializadas en energía. En ese proceso, la formación de lutitas Vaca Muerta se transformó en sinónimo de abundancia de hidrocarburos para abastecer el mercado interno ad eternum y además convertir al país en una potencia energética de proyección mundial.
El gas y el crudo que se extraen de Vaca Muerta y de diferentes formaciones de arenas compactas y lutitas ubicadas en el norte de la Patagonia representan un porcentaje cada vez mayor de la producción de hidrocarburos del país. Con apenas un puñado de desarrollos masivos en yacimientos no convencionales en las provincias de Neuquén, Río Negro y Santa Cruz, se revirtió la tendencia decreciente en la extracción de gas, que había comenzado en 2004. Y si bien en la segunda mitad de 2018 el Gobierno argentino autorizó nuevamente exportaciones de gas a Chile, Uruguay y Brasil, no es porque el país haya alcanzado el autoabastecimiento, sino por falta de infraestructura de transporte para llegar a regiones de Argentina no conectadas al sistema de gasoductos o que reciben gas importado y por falta de instalaciones de almacenamiento del fluido en los meses cálidos, de menor consumo. Las exportaciones surgen en el esquema actual del sector, privatizado y transnacionalizado como una respuesta de mercado a las demandas de las empresas, pero también de la propia vocación exportadora de las autoridades nacionales y provinciales y para mantener activo uno de los pocos sectores que conserva un elevado dinamismo a pesar de la recesión económica que atraviesa el país.
En este trabajo proponemos diferentes recorridos en torno a Vaca Muerta. Antes de emprenderlos, debemos aclarar que de aquí en adelante al referirnos a Vaca Muerta estaremos haciendo mención al conjunto de formaciones no convencionales lutitas o esquistos (shale) y arenas compactas (tight sands) que están siendo exploradas y explotadas en el norte de la Patagonia y no específicamente a la formación de lutitas que recibió ese nombre a principios del siglo xx. También se entiende aquí por Vaca Muerta un territorio de límites difusos más allá de los de la Cuenca Neuquina, el cual recibió otros nombres a lo largo de los años y hoy los está perdiendo mientras atraviesa un proceso de transformación, producto de la ampliación de la frontera extractiva.
En términos aun más amplios, Vaca Muerta es un megaproyecto de energía extrema que excede los límites del Estado argentino, no solo por sus pretensiones de insertarse en el mercado mundial o por los insumos y desarrollos tecnológicos de los que depende, sino también porque los diferentes actores políticos, financieros y corporativos implicados se mueven con prioridades e intereses que están más allá de los límites nacionales y regionales. Y es por esa multiplicidad de dimensiones constitutivas de este proyecto extractivo que concebimos a Vaca Muerta como un megaproyecto, antes que una zona extractiva exclusivamente.
Qué significa Vaca Muerta para la Argentina, en todas sus acepciones, es una de las preguntas centrales que atraviesa este trabajo; las otras es cómo este megaproyecto se inserta en el mercado regional de gas y cómo juegan las grandes compañías en este sector altamente transnacionalizado de la economía argentina, en especial Shell, que es una de las principales actoras del comercio mundial de gas.