La construcción de la imagen de un trabajador capaz de resistir en el yacimiento el clima adverso, el dolor y el desarraigo lo entrampan a los objetivos de productividad y rentabilidad de las empresas. El antropólogo Hernán Palermo analiza el tema con el caso de Comodoro Rivadavia en su más reciente libro.
Por David Mottura
El antropólogo Hernán Palermo cuenta que cada vez que entrevista a un petrolero lo primero que le mira son las manos. Curtidas por el viento, las herramientas y el tiempo, las manos de los petroleros muestran heridas que nunca fueron registradas como accidentes. Y eso resulta positivo para que la productividad en los yacimientos no tenga cortes y beneficia más la rentabilildad empresarial que la salud del trabajador. Porque el petrolero “se la aguanta” y “transpira la camiseta”, puesto que no cualquiera puede estar en el campo y resistir.
La idea de una masculinidad maximizada acorde a los objetivos de productividad es la tesis de Hernán Palermo, quien considera la “masculinidad” como una herramienta más de evaluación por parte de las empresas además de los conocimientos técnicos propios de la industria. Así lo detectó luego de analizar las preguntas que hacen los supervisores y las respuestas de los operarios para llegar al trabajador ideal.
“Cuando indago cómo se dan los ascensos, noté que evalúan saberes y aptitudes, y esas aptitudes tienen que ver con esa idea de la masculinidad. Hay situaciones de riesgo que se producen a través de ese imperativo de la masculinidad que es bancarse los golpes, los cortes y demás accidentes que no están denunciados”, cuenta el científico, becario del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y docente universitario, entrevistado por Dom.
Palermo estudia la autopercepción de los petroleros y las representaciones de la sociedad sobre ellos hace más de 15 años, con continuos viajes a Comodoro Rivadavia. El jueves 14 de septiembre estuvo en la ciudad, esta vez para presentar su libro “La producción de la masculinidad en el trabajo petrolero”, en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (UNPSJB), donde muestra sus primeras conclusiones sobre este tema. Es poner la mirada de género en los varones que se desarrollan en una industria muy compleja, demandante y sacrificada.
“La construcción de la masculinidad dentro de este orden patriarcal constituye parte de la sociedad capitalista. Cuando uno entra al universo del petróleo en Argentina, hay un proceso de maximización de masculinidad. Se potencia esa masculinidad. Yo intenté pensar cómo las políticas empresarias tienen la necesidad de construir un sujeto petrolero, con disciplina fabril y acorde a los intereses de la producción. Esa disciplina fabril demanda saberes técnico-profesionales, pero también se entronca con la idea de la masculinidad. Es decir, la masculinidad es una herramienta más”, describe.
Los accidentes invisibles
Uno de los entrevistados por Palermo le dijo: “las estadísticas están todas inventadas, acá ocurren accidentes todos los días”. La construcción de masculinidad está orientada a cumplir con los criterios de productividad y que luego tienen consecuencias directas sobre el cuerpo de los trabajadores. Las entrevistas que realizó Hernán Palermo con trabajadores del sector, y que plasmó en diversas investigaciones e incluidas en su reciente libro, son reveladoras.
Un boca de pozo cuenta que se cayó de espalda y se dio un golpe fuerte en la nuca, pero que fue al trailer a tomar agua y volvió al trabajo a los pocos minutos. Un encargado de turno recuerda con gracia cómo se fracturó un dedo y se lo tuvieron que reconstruir en una clínica de Buenos Aires, aunque ahora lo muestra con orgullo. Otro jefe dice que no contrató a un chico muy capaz en su currículum porque lo vio “débil” para el trabajo en el yacimiento.
“Mientras más se arraigue la idea de una masculinidad exacerbada -indica Palermo- a más peligros se expone el hombre. La flexibilidad laboral se monta sobre eso. Ahí hay que hacer un trabajo de reflexión y repensar estos temas, porque no es un trabajador ‘que se la aguanta’ sino que se expone al peligro. Yo entrevisté a muchos petroleros y en el cuerpo se les ven las marcas de este trabajo difícil”.
“Claramente, a las empresas petroleras les da un rédito económico. Un operador de boca de pozo o un enganchador pueden exponerse a mayores riesgos en pos de la masculinidad y así pueden firmarse acuerdos de flexibilización”, remarca el antropólogo. “Ni hablar del consumo de drogas para ser más productivo, un secreto a voces en los yacimientos”.
Para resumir, un fragmento del libro, en la página 97: “la masculinidad contribuye a una ética laboral, a un ideal imposible de trabajador viril y disciplinado que no hace más que aumentar la inmensa vulnerabilidad de los trabajadores frente a la hegemonía empresarial. La virilidad construye un sujeto prisionero de un ethos que los expone a aceptar ritmos acelerados a ocultar accidentes a fin de sostener una actitud que termina siendo una carga”.
Un concepto de Bourdieu
El autor retoma a Pierre Bourdieu en “La dominación masculina” al entender que los hombres son exhortados a ser viriles y fuertes. Todo el tiempo, en especial en el trabajo. Esas aptitudes son modeladas y aumentadas con una disciplina fabril, por lo tanto el supuesto privilegio de la masculinidad resulta en una trampa para caer en los intereses de productividad de las empresas. Terminan siendo prisioneros de la virilidad.
“YPF construyó una masculinidad heroica, una masculinidad asociada a la grandeza de la Nación. El hombre que trabajaba en YPF engrandecía a la Nación, y el hombre que moría en YPF quedaba en los anales del bronce como está el monumento a los caídos, como un soldado”, explica Palermo.
Aquella mirada heroica del operario que “hace patria” fue importante para la historia de YPF desde su fundación en 1922. Los monumentos a la masculinidad petrolera pueden encontrarse en cualquiera de las ciudades donde la gigante estatal tuvo presencia, siendo uno muy particular el Gorosito en la localidad santacruceña de Caleta Olivia. “Es un monumento que muestra a un operador de campo que da cuenta de fortaleza, de virilidad, de hombría”.
“Posprivatización, esta masculinidad heroica cambia porque la idea del trabajo deja de tener esta connotación vinculada a la Nación sino que pasa al managment privado”, añade Palermo. Algunas premisas cambian con luego de la privatización de YPF y el nuevo rol preponderante del sector privado, pero la masculinidad maximizada sigue siendo una clave para la lógica empresarial.
La disciplina fabril en la casa
Lo que sufre el petrolero no es exclusivo, sino que puede verse en otros ámbitos laborales, pero tiene sus características que lo diferencian y una de ellas es los largos periodos fuera de casa. Palermo habla de la “cotidianeidad discontínua” al respecto de las extensas jornadas laborales o los periodos lejos de sus casas y familias. Cuando vuelve a la ciudad, se sienten ajenos. “Llegan al punto de que sus hijos y esposas los retan, se quejan de sus acciones. Por ejemplo, los que trabajan en perforación y tienen problemas auditivos suben el volumen de la televisión y los hijos les dicen ‘papá, molestás’”, comenta Palermo.
“La masculinidad no es una sola, son muchas de acuerdo al contexto donde se sitúen. Una es la masculinidad en el pozo de petróleo, en un mundo de varones en donde se maximizan los códigos vinculados a la resistencia, la fortaleza y la virilidad. Y cuando vuelven a sus casas tienen una masculinidad infantilizada”, plantea el antropólogo. La identidad que forjó en el campo no la puede mostrar igual en el hogar o la ciudad. Algunos entrevistados dijeron que se sentían “sapos de otro pozo”.
Más allá de los problemas personales y de identidad que puede pasar el trabajador, la lógica empresaria se inmiscuye en la vida familiar. Todos los integrantes saben que ese varón viene cansado, que debe reponer energías y despertarse temprano, por lo que ayudan para que descanse y vuelva al campo. Sus compañeras, además, tienen el rol de administradoras de la economía familiar y llevan un registro de los gastos.
Una división sexual del trabajo. Mientras los hombres producen dinero, las mujeres lo administran. Esto es producto de la simplificación de la sexualidad que hace la sociedad occidental y el capitalismo, donde lo binario domina y culturalmente existirían sólo hombres y mujeres cumpliendo estereotipos.
Laboratorio Comodoro
Hernán Palermo es antropólogo y en los años 2000 y 2001 empezó a escuchar sobre lo que significaba YPF en Comodoro Rivadavia y toda la cuenca del Golfo San Jorge. A partir de ahí, Palermo empezó a estudiar la memoria de YPF y cómo la empresa estatal ocupó el territorio, impuso códigos y colaboraba con el desarrollo con una mirada paternalista. Luego, volcó su mirada a la cuestión de género desde la perspectiva de la masculinidad y qué significaba ser hombre para los petroleros.
La relación de Palermo con la ciudad y sus investigadores hacen de Comodoro Rivadavia un laboratorio para las ciencias sociales sobre temas de trabajadores. Las distintas disciplinas que abordan el complejo mundo de los petroleros explican temas profundos, como la desigualdad.
“Esta investigación me hizo revisar mi propia construcción de la masculinidad. Hace dos años tuve una hija y mis amigos me dicen ‘vas a andar con la escopeta echando hombres’, y la verdad es que uno va a buscar las herramientas para que ella pueda cuidarse, elegir y defenderse. De hecho, mi compañera está embarazada de otra nena, y lo que escucho es ‘te van a volver loco’. Es una idea de que muchas mujeres atentan contra el varón”, dice Palermo.
Durante la presentación del libro, el antropólogo Palermo consideró que la masculinidad y sus vertientes tienen que ser discutidas en las organizaciones sindicales. La masculinidad tiene que ser reflexionada para que no sea contraproducente para los petroleros con el recorte de derechos, algunos vinculados a la seguridad en el trabajo, y que una imagen de “operario resistente a todo” termine por beneficiar únicamente a las empresas.
Petroleros Jerárquicos: “Ningún trabajador se la va a jugar jamás por parecer más macho”
David Klappenbach es secretario de prensa del Sindicato del Personal Jerárquico del Petróleo y Gas de la Patagonia Austral, con una trayectoria laboral en el sector con enfoque en recursos humanos y seguridad laboral. ¿Qué opina de la tesis del antropólogo Hernán Palermo acerca de que una autopercepción de virilidad maximizada expone a los trabajadores a peligros en los yacimientos? “La idea de ‘machito petrolero’ no existe, hoy en el campo lo que prima es la seguridad. Jamás alguien va a resignar aspectos de seguridad”, le dice a Dom.
“La actividad petrolera está sumamente tecnificada, hay que estar permanentemente capacitado. Hay mucha capacitación y el trabajador tiene que tener eso incorporado porque maneja equipos que no sólo valen millones de dólares, sino que potencialmente pueden ocasionar consecuencias ambientales y de salud. No obstante, es bajísimo el índice de accidente en la cuenca del Golfo”, describe el responsable de prensa del sindicato a cargo de José Llugdar.
“Esto no es el servicio militar, acá no hay que demostrar ni subordinación ni valor, ni convertirse en un kamikaze para sacar más caños. Hace más de diez años que murió esa mirada por la concientización de todos los gremios y de explicarle al trabajador de que debe lealtad laboral al empleador dentro de lo que marca la legalidad”, menciona.
“Bajo ningún punto de vista los trabajadores somos accionistas de la empresa, ningún trabajador se la va a jugar jamás por parecer más macho, por la masculinidad para demostrar frente a sus compañeros. Al contrario, y voy a usar lenguaje vulgar, pero son los mismos compañeros los que le advierten ‘qué hacés pelotudo, qué hacés que no estás enganchado’ o ‘qué mierda hacés laburando con ese viento’. No sólo de los Jerárquicos, sino de los gremios hermanos que por suerte tiene cada vez más gente metida en temas de seguridad”, detalla.
“La actividad petrolera, y me refiero al tipo que está en el campo, en el equipo, en la plataforma, tiene sus dificultades y tenés que tener un perfil físico, un perfil psicológico ¿No es para cualquiera? Y no. Son más los que entran y después se van, que los que entran y permanecen. Hay gente que no respetó los procedimientos laborales o faltaron a trabajar, esos no duran mucho”, comenta Klappenbach. Además, destaca los controles a nivel de salud laboral y la concientización sobre el consumo problemático de drogas o alcohol.
Edda Crespo: “Se abre una línea de estudio muy necesaria”
Dom consultó a la historiadora Edda Crespo sobre el impacto que tendrá la obra del antropólogo Hernán Palermo, puesto que el tema toca áreas naturalizadas por el universo petrolero. En consonancia con Palermo, Crespo considera que esta reflexión tiene que llegar a todos los ámbitos de trabajo, no sólo a los yacimientos.
“Hay que prestar atención que cuando los hombres hablan de su masculinidad están metidos en un universo exclusivamente masculino. Una homosociabilidad, dice Hernán. Los hombres tienen incorporada esta noción de que las mujeres están subordinadas y que no hacen nada relevante de lo que valga la pena hablar. En el mundo de las petroleras, protagonismo femenino no hay entonces es referencia obligada hablar de los compañeros, de los jefes”, explica.
“Ahora cuando los petroleros salen a la esfera doméstica empiezan sus complicaciones porque ahí son ellos rodeados de un entorno familiar donde hay integrantes femeninas. No tienen forma hacia el interior del hogar de hacer referencia de su vida cotidiana en el mundo del trabajo, donde mayoritariamente son hombres”, subraya.
No sólo una mirada configurada donde las mujeres son subordinadas tiende a consolidarse, también una jerarquización que subordina a unos varones sobre otros aparece con fuerza en los trabajos antropológicos sobre el mundo del trabajo. Justamente, las bromas entre compañeros, “el derecho de piso” o la violencia laboral a veces pasan límites shockeantes.
“Ya desde el siglo XIX -comenta Crespo- investigadores se habían preocupado en cómo dentro de los términos del capitalismo se pensaba la lógica del productor en términos sexuales: será más productivo el que demuestre mayor virilidad. En la versión de la historiografía francesa ‘virilidad’ es el equivalente de ‘masculinidad’ en la tradición antropológica anglosajona, pero el fenómeno es el mismo”.
“Las condiciones de trabajo son excesivamente riesgosas, y particularmente creo que tienen que estar bien pagas porque son extremas, pero eso lleva a una reproducción en la esfera doméstica porque se dice ‘si no lo cuidamos, no sobrevivimos’. Es un bienestar que en otras áreas económicas quizás no se tiene”, comenta la historiadora, docente e investigadora de la UNPSJB.
“Me parece que abre una línea de investigación muy necesaria de desarrollo, y daría cuenta que no está presente sólo en el mundo vinculado al petróleo sino que en cualquier otra actividad tienen una lógica bastante similar”, agrega.
[Publicada originalmente en la revista DOM, del diario Crónica, de Comodoro Rivadavia, el domingo 8 de octubre de 2017]