Gerardo Honty, investigador en energía y cambio climático del Centro Latinoamericano de Ecología Social revisa algunos nudos del proceso de transición energética. Aborda el “modelo uruguayo” y el rol del sector público en ese proceso, dominado por el enorme consumo de las papeleras. Al mismo tiempo discute los límites de la transición hacia energías renovables, situando el problema en el alto consumo energético, en particular en los países del Norte. “Yo estoy seguro de que todos debemos tener el mismo acceso a la energía, el punto es cuál es el número. Esa cantidad de energía no va a hacer la de los países desarrollados”.
Por Felipe Gutiérrez Ríos / Fotos: Vaca Bonsai
Con numerosos estudios y artículos sobre energía, extractivismo y cambio climático, entre otros, Gerardo Honty es un investigador uruguayo de referencia en el área a nivel latinoamericano. Forma parte de CLAES organización que busca promover e investigar sobre ecología social. Desde esa perspectiva es que Honty aborda la supuesta revolución verde del sistema energético uruguayo que es considerada un ejemplo mundial. Para el investigador esta se basó en dos grandes elementos: “el primero es que prácticamente se están dejando de utilizar las centrales de termoeléctricas y ha crecido bastante el sector eólico. Y después está la instalación de las dos plantas de celulosa, que cambiaron mucho al sistema porque elevaron, por ejemplo, el porcentaje de la biomasa al 40% de la matriz, una cosa que antes estaba en el entorno de 10, 15%. Esos son los dos cambios fundamentales”, sostiene.
-Además de ser las principales consumidoras de energía del país, ¿cómo puede balancearse a apuesta uruguaya por el modelo forestal y papelero?
Bueno, este es un tema que acá fue muy discutido. Desde el punto de vista social, ha generado todos los problemas que ustedes ya conocen bien porque se vivió de una manera muy fuerte el tema también en la Argentina. Si miramos, por ejemplo, el empleo que generan las plantas de celulosas es hasta el día de hoy materia de gran discusión. Adentro de las plantas es relativamente poca la participación de los empleos, unos 200 por cada planta y buena parte de ellos son extranjeros. Pero se discute mucho todo el empleo indirecto que genera, por traslado de camiones, empresas forestales y todo esto. Entonces, el primer debate es: si todo ese trabajo no se podría generar igual, sin las plantas de celulosa, vendiendo la madera, que, en realidad del punto de vista fiscal, es lo que pasa. Uruguay tiene las plantas en zona franca, por lo tanto, desde el punto de vista fiscal lo que Uruguay vende es madera y eso se podría vender también hacia otra dirección.
Y bueno todo otro gran debate que hay con los impactos ambientales de la forestación: cuál es la máxima capacidad de carga, hasta cuándo se puede mantener ese tipo de producción, hasta donde el nivel de intensificación y extensión del cultivo forestal es aceptable desde el punto de vista ambiental. Y la otra cara también que tiene todo el manejo forestal asociada a la planta de celulosa, es lo que representa eso en términos de emisiones, de cuando se hace el inventario de emisiones de efecto invernadero. Y como también para el Uruguay la captura de carbono que realiza las plantaciones forestales le están dando muy buenos resultados -del punto de vista de sus emisiones globales- cuando se hace el inventario la mitad de las emisiones que Uruguay tiene las vuelve a recapturar, por lo tanto, las descuenta de sus emisiones, y esto le da también, en los números globales muy bueno resultados. Cuando el país se presenta en el exterior con un relativamente alto PBI per cápita, con un alto porcentaje de energía renovable y además con bajas emisiones de carbono, ahí aparece el país modelo, ¿no? Entonces bueno, ahí hay unas ecuaciones de muy difícil resolución.
Por fuera de las plantas de celulosa, ¿cuáles son los sectores de mayor consumo de energía en Uruguay?
En general, el transporte se lleva casi todo el consumo de petróleo y el sector industrial es relativamente bajo. No hay demasiada industria. Pero, otra vez, cuando analizas la matriz energética, el peso de las dos plantas de celulosa es muy importante. Entonces, dentro del sector industrial tienes un componente muy grande de consumo energético, pero que básicamente proviene de esas dos grandes instalaciones. Si sacas las plantas de celulosa el consumo energético industrial es muy bajo en Uruguay. Entonces la gran torta es el transporte y un escaso porcentaje del 20 a 25% de residencial.
-¿Cómo se realizó históricamente la generación de electricidad en Uruguay?
Desde la década de los ´80 el porcentaje de electricidad en Uruguay siempre estuvo caracterizado por una gran presencia de la energía hidráulica. Dependiendo de la seca, de las lluvias de cada año, se tenía entre el 85 y 95% de electricidad cubierto con la electricidad que proveían la represas y, el margen ese entre el 10 a 15% que se iba generando se cubría con termoeléctricas, generalmente de fuel-oil. Entonces esas termoeléctricas entraban para cubrir los momentos de demanda cuando no se podía abastecer con la hidráulica o cuando el manejo de la UTE [Administración Nacional de Usinas y Trasmisiones Eléctricas, empresa estatal de distribución y generación eléctrica de Uruguay] les recomendaba reservar el agua y prender las termoeléctricas porque se veía que iba a ver de repente en el futuro menos aguas en los embalses. Pero siempre el porcentaje de renovable fue muy grande en Uruguay por una alta presencia de hidroeléctrica de una buena parte del siglo pasado.
¿Cómo se dio el desarrollo de eólica en ese marco?
A mi me parece que tuvo un muy buen desarrollo, que tuvo algunos factores que la hicieron despegar. A principio de la década del 2000, hasta el 2005 hablabas con las autoridades o las gerencias del Ministerio de Energía o con la UTE, y no querían saber nada con la eólica, para ellos era una cosa que había que probar, que no estaba demostrado, que los costos, etcétera. Y a partir del 2006/2007 cuando se tomó más o menos enserio la idea de introducir la eólica, tuvo un empuje bastante grande.
La impresión que yo tengo es que hay dos características particulares de Uruguay. La primera, de que ya el porcentaje de generación eléctrica en Uruguay estaba bastante asegurado por las represas con el 80/85% de hidroelectricidad en el sistema y lo que había que cubrir era una brecha, un 10/15% de lo que faltaba para sustituir al petróleo. Entonces era un crecimiento relativamente menor que podía hacerse paulatinamente. Y la segunda condición importante para Uruguay, es un país que no tiene ni petróleo ni gas natural, entonces económicamente la dependencia de unos precios del petróleo tan volátiles, como existían, la posibilidad de tener una generación autóctona a partir de un viento que existe constantemente en el país, era una ecuación económica bastante obvia.
-Existen distintas voces, como el mismo sindicato de la UTE, que critican la privatización de la generación de electricidad que vino de la mano con el modelo eólico. ¿Qué opinión tenés de ese proceso?
Yo en general tiendo a pensar que la propiedad pública de ciertos sectores es muy importante, porque le permite al Estado y al gobierno tener una regulación más directa sobre ciertos temas. Ahora, desde el punto de vista de los temas sociales, ambientales, laborales, etcétera, yo creo que es más importante la regulación y la normativa que haya sobre ciertos sectores, que la propiedad. Con esto no estoy diciendo que me parece bien privatizar las empresas públicas, nada que ver. Estoy diciendo que habiendo empresas públicas pueden coexistir con empresas privadas y que lo importante es la regulación.
Nosotros estuvimos por ejemplo en la UTE siendo estatal, una termoeléctrica en el medio de la cuidad durante cincuenta años, contaminando ¡todo! pues tienen unas emisiones altísimas de monóxido de carbono, etc. Tuvimos la refinería del ANCAP contaminando durante cincuenta años todo un barrio entero y después aparecieron un montón de problemas a la salud, vinculados al azufre, al plomo, etc. y eran empresas públicas, siguen siendo empresas públicas. Entonces, si no hay regulaciones para el sector, para la industria o para lo que fuere, estatales, la verdad no creo que haya mucha diferencia que sean públicas o privadas del punto de vista de los efectos.
En un artículo vos hablás de los límites de las energías renovables, ¿cuáles serían?
Bueno son varios. El problema de esto es la escala, ¿no?. Es decir, por ejemplo, nosotros siempre escuchamos en los programas políticos de todos los partidos políticos de nuestros países, que tenemos que “alcanzar el desarrollo”, “llegar a los niveles de los países desarrollados”. Entonces vos te encuentras, por ejemplo, que el promedio de consumo de electricidad en los países desarrollados es el orden de los 8 mil kWh por persona, por año. Si vas a Estados Unidos o Canadá, esto es 13 mil kWh por persona, por año. Y el promedio mundial debe andar en el orden de los tres mil, y los países menos desarrollados son 200 kWh que tienen. Por eso cuando vos piensas en alcanzar los niveles de los países desarrollado, diciendo “todos los países del mundo debiéramos estar consumiendo” estás diciendo que cada ciudadano consuma ocho mil kWh al año. El problema es que si tienes esta estrategia, resulta que toda la producción de energía del mundo tendría que multiplicarse o crecer un 260%. Entonces ¿cómo cubrís esa brecha?, ¿cómo hacer para multiplicar de esta manera la energía considerando que no puedes utilizar energía fósil, por escasez de recursos o por problemas climáticos o lo que sea? Ahí hay un primer límite de las renovables.
La mayoría de las renovables que conocemos tienen que ver con sustituir la electricidad. Pero la mayoría de las cosas que funcionan en el mundo, funcionan con derivados del petróleo, o del carbón, o del gas natural. Para eso no tienes sustitutos renovables, solo tienes sustituto renovable para la electricidad. Entonces, por ejemplo, dejas afuera todo el sector transporte que funciona con combustión interna. Entonces decís, “bueno, no, se puede pasar todo el sistema de transporte a eléctrico”. Pero esto tiene unos costos descomunales, por ejemplo, Elon Musk [CEO de la empresa Tesla] dice que va a empezar a producir automóviles eléctricos en el año 2020, y va a producir medio millón de autos por año. Pero dice, para poder tener esta producción, nosotros precisamos agotar todo el litio que exista en el planeta. Entonces bueno, no se pueden sustituir todos los autos que tenemos, sencillamente no nos alcanza el litio para producir la batería, sin contar que el litio se utiliza para muchas otras producciones. Algo parecido pasa con todas las fuentes renovables, entonces perdemos de vista, que si bien la fuente es renovable, los materiales que se precisan para construir la tecnología que se requiere para transformar el viento en energía eléctrica, no lo son necesariamente. Esos minerales son escasos y en muchos casos, no solo son escasos, sino que ya están en estado crítico.
-Es decir, los límites de las renovables, no serían tanto como fuente sino que estarían centrados en los límites del consumo
Me parece a mí que deberíamos caminar hacia un mundo renovable, sin ninguna duda, no solo en el sector energético, en todos los campos en la producción del consumo. Pero ir hacia un mundo sustentable, utilizando de manera renovable los recursos, implica que nosotros podemos consumir todo aquello que la tierra puede generar en el período que lo estamos consumiendo.
El sentido de las renovables también, el futuro debería ser que podamos distribuir la energía, que la tierra puede “generar” o que nos puede aportar durante ese año, utilizar esa cantidad de energía distribuida equitativamente. Esto naturalmente implica que el consumo de energía va a ser muy menor a lo que tenemos ahora. Entonces, no estoy diciendo que esté mal el uso de las renovables o que no haya que ir a las renovables porque no alcanzan los recursos. No, estoy diciendo lo contrario, hay que ir a las renovables, pero hay que reducir el consumo de las energías para que lo podamos abastecer con los recursos que tenemos, sino vamos a salir de un problema que es la del cambio climático y fósiles, para entrar en otro problema que es la depredación de los recursos minerales del planeta, con todos los impactos que ya tiene.
Todos no vamos a poder consumir 8 mil kWh de electricidad en el mundo, vamos a tener que conformarnos con mucho menos. Yo estoy seguro de que todos debemos tener el mismo acceso a la energía, el punto es cuál es el número, cuál es el nivel al derecho de la energía que yo tengo que tener. Entonces, desde esa perspectiva, todos deberíamos tener la misma posibilidad de cantidad de energía, pero esa cantidad de energía no va a hacer la de los países desarrollados.
-¿Cómo se puede avanzar hacia esa transición energética?
Bueno, primero esto que veníamos hablando. Tiene que haber un límite del consumo de la energía, se tiene que encontrar las maneras de poner estos límites. Los límites se pueden poner por distintos instrumentos, algunos regulatorios, otros económicos, pero hay que limitar ese consumo y la transición tiene que ser hacia energías renovables. Claramente hay que ir abandonando cada vez más los combustibles fósiles. Entonces, desde esta perspectiva comenzamos a pensar con estos objetivos, ir hacia las renovables y reducir el consumo energético.
Entonces, una primera cosa que me parece clave es desmantelar todo lo que sea subsidio a los combustibles fósiles. En los últimos cinco años el mundo está invirtiendo entre 250.000 a 500.000 millones de dólares, según el año que tomemos, en subsidios para que podamos pagar el petróleo al precio que lo pagamos.
Segunda medida, incorporar los costos, lo que se llama las externalidades del sector energético. Para entenderlo bien, las externalidades no quieren decir que yo estoy poniendo un precio al daño que estoy haciendo. Las externalidades es un concepto económico de la economía más clásica que cualquier economista lo estudia en la universidad, y es cuando yo por una actividad económica que realizo en mi campo, estoy transfiriendo unos costos a otro sector. O sea, el sector energía y la salud, por ejemplo, es un sector clave. La salud se encarga de destinar una cantidad de recursos, a solucionar las enfermedades que provoca el sector energía, por ejemplo, el transporte automotor. Esto es una ecuación meramente económica, los costos que yo provoco en otro sector a partir del consumo de energía o de la producción de energía, tienen que pagarse.
Hay un trabajo del Fondo Monetario Internacional, lo traigo porque me parece relevante de dónde viene, que hizo un cálculo de las externalidades del sector energía que superan los 5 billones de dólares. Es decir, nosotros estamos subsidiando, entre comillas, a través de no pago de externalidades al sector de energía, diez veces más de lo que subsidiamos con dólares, con recursos económicos. Entonces, si nosotros retiráramos los subsidios a los combustibles fósiles e incorporáramos los costos, las externalidades ahí ya prácticamente sería imposible tener una generación o una producción de energía que fuera económicamente sustentable.
¿Qué lugar tendría ahí el consumo energético?
Tenemos que ver cómo solucionamos los problemas de reducción de la demanda energética porque el margen de la cantidad de energía que vamos tener va a ser radicalmente menor, sin duda. Del lado de la demanda, nosotros hemos visto los últimos años cómo hay un gran avance, digamos en todo lo que tiene que ver con eficiencia energética. Ahora, ¿qué es lo que pasa cuando aumentas la eficiencia?, esto ya está también muy estudiado, y se le llama la paradoja de Jevons o efecto rebote: cuando vos tienes una ganancia en gasto de energía, en eficiencia, esta no se reduce, sino que esa energía que queda liberada se dedica a otra cosa. Es decir, cada avance en eficiencia energética en realidad lo que hace es aumentar el consumo de energía. Entonces es necesario avanzar en eficiencia energética, pero avanzar con algún contenido que también le ponga límites.
Y, en paralelo a esto de la misma manera que por ejemplo se hace un etiquetado de eficiencia energética, es empezar a implementar una especie de etiquetado de obsolescencia. Por ejemplo, en Francia ya hay una legislación donde se puede multar o penalizar aquellos fabricantes que prediseñadamente tenga una obsolescencia programada, una obsolescencia menor. Entonces, igual hay ciertos productos que yo no puedo tener, fabricar, ni importar productos que tengan una obsolescencia de tal cantidad tiempo. Algunas medidas de este tipo, regulatorios o económicas que puedan ir llevándonos a que tengan un menor consumo de energía.
Hay otros sectores que son críticos. En todos los países de Sudamérica agarres el que agarres, en los últimos 10 años se duplicó el parque automotor y la tendencia es que siga creciendo de esta manera. Bueno, entonces otra vez por la vía del pago de externalidades o por lo que sea, tenes que reducir el transporte de automotor privado y fomentar el transporte público. Pero para mi el problema central de la transición energética no es cambiar de fósiles a renovables, sino reducir el consumo de todo eso.
-¿Se puede pensar a la transición energética como un proceso que traccione y lidere un cambio de modelo de sociedad?
No necesariamente. Podemos tener un mundo totalmente renovable y totalmente capitalista, ¿no? O podemos tener un mundo totalmente fósil y totalmente socialista. Me parece que no es necesariamente la fuente energética. Si piensas la transición, en términos de transición desde el capitalismo, como tu lo mencionas, a otro tipo de sociedad, bueno ahí podemos discutirlo. Pero no creo que la transición energética sea la punta de proa de la transición social. Me parece que va a ir todo junto. Necesariamente, si el mundo tiene una perspectiva de subsistencia del futuro, mejor dicho, si los humanos queremos seguir viviendo sobre esta tierra, tenemos que cambiar todo. No solo la forma de energía, sino la forma relacionarnos, de organizarnos políticamente, la forma de consumir, la forma de producir, todo. Y me parece que la energía es una parte de ese tema, el cambio si viene va a ser desde todos lados. Y se va a hacer por las buenas o por las malas, los seres humanos sobre el planeta tenemos pocos años de vida si seguimos haciendo las cosas como las estamos haciendo. Y si la perspectiva del crecimiento económico es el único norte, eso va a terminar con la vida humana o va a terminar con buena parte de la vida humana. Si queremos sobrevivir hay que cambiarlo, cambiar la energía, cambiar todo, cambiar los sistemas de alimentación, los sistemas de producción de todo tipo, de explotación, de cómo miramos a los recursos minerales, como miramos a la naturaleza.
Serie de artículos “¿Alternativas para la Soberanía Energética”
Ver También:
“El modelo uruguayo muestra que no hay que fetichizar ninguna fuente de energía”, entrevista a Pablo Messina de la cooperativa COMUNA
“No se ha profundizado en el efecto transformador social que tiene la energía renovable”, entrevista a Enrique Martínez ex director del INTI
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“Si el sistema energético no mejora la calidad de vida, estamos en un problema”, entrevista a Pablo Bertinat, referente de Taller Ecologista
Esta publicación es financiada con recursos de la Fundación Rosa Luxemburgo con fondos del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania (BMZ). El contenido de la publicación es responsabilidad exclusiva de OPSur, y no refleja necesariamente una posición de la FRL.
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