Patrick Cockburn
Counterpunch
Traducido del inglés para Rebelión por Beatriz Morales Bastos
Airadas protestas amenazan con minar el plan del gobierno iraquí de conceder a las compañías petrolíferas internacionales una participación en sus gigantes campos petrolíferos en un esfuerzo desesperado por aumentar sus decadente producción petrolífera y los magros ingresos procedente de ésta.
Dentro de menos de dos semanas, los próximos días 29 y 30 de junio, el ministro iraquí del petróleo Hussain Shahristani concederá contratos de mantenimiento a las mayores compañías petrolíferas del mundo para que exploten seis de los mayores campos petrolíferos de Iraq por un periodo comprendido entre 20 y 25 años*.
Destacadas figuras en el campo de la industria petrolífera iraquí han denunciado el acuerdo. Fayad al-Nema, director de la Compañía de Petróleo del Sur, que depende del ministerio del Petróleo y produce la mayor parte del crudo de Iraq, afirmó la semana pasada: “Los contratos de mantenimiento encadenarán la economía iraquí y coartarán su independencia en los próximos 20 años. Dilapidan los ingresos de Iraq”. Según se ha informado, a raíz de estas declaraciones Fayad al-Nema fue despedido debido a su oposición a los contratos, opinión que él afirma que comparten muchos otros altos cargos de la industria petrolífera estatal iraquí.
El gobierno mantiene que esto no supone comprometer la propiedad de las inmensas reservas petrolíferas de Iraq (las terceras del mundo con 115.000 barriles) de las que el país depende completamente para financiar su recuperación de 30 años de guerra, sanciones y ocupación. Pero la caída en el precio del petróleo el año pasado ha dejado al gobierno ante una devastadora crisis financiera en la que el 80% de sus ingresos del petróleo se dedica a pagar salarios, raciones alimenticias y costes recurrentes. Prácticamente no queda nada de dinero para la reconstrucción y está resultando difícil pagar incluso artículos vitales como la planta de electricidad de General Electric y Siemens.
La explotación de las reservas petrolíferas de Iraq es de gran importancia para el suministro de energía al mundo en el siglo XXI. Puede que sean aún mayores que las de Arabia Saudí, ya que mientras Iraq estuvo gobernado por Sadam Husein la explotación de éstas fue menor. Las compañías petrolíferas internacionales están desesperadas por introducirse en el negocio. “Todo el mundo quiere estar en Iraq”, afirma Ruba Husari, un experto en el petróleo iraquí. “Junto con Irán es la única provincia petrolífera del mundo que tiene un gran potencial. Para las compañías petrolíferas es una gran oportunidad porque nadie conoce qué dimensiones tienen las reservas de Iraq. El propio Iraq necesita saber qué hay bajo su tierra”.
Pero los iraquíes no se fían de la participación de las compañías petrolíferas extranjeras en hacer que aumente la producción de los gigantes campos petrolíferos, como los de Kirkuk y Bai Hassan en el norte y Rumaila, Zubair y Qurna Este en el sur. Sospechan que el objetivo último de la invasión estadounidense de 2003 era asegurar el control occidental de su riqueza petrolífera. La nacionalización de la industria petrolífera iraquí por Sadam Husein en 1972 sigue siendo popular.
La rebelión contra los contratos de mantenimiento ha ido aumentando a lo largo de esta semana. El Parlamento pide que se aplace la consideración de las ofertas de las compañías. Varios diputados pidieron a Shahristani, un científico nuclear encarcelado y torturado bajo el régimen de Sadam Husein, que respondiera a las preguntas acerca de los contratos de mantenimiento y el descenso de la producción y exportación del petróleo iraquí. Jabir Khalifa Kabir, secretario del comité parlamentario del petróleo y gas, afirma que los contratos “atarán al gobierno a complejos términos contractuales” y abortarán los propios planes de la Compañía Petrolífera del Sur de aumentar la producción. [Por su parte] El gobierno ha afirmado que las ofertas de las compañías deben seguir adelante.
De hecho, los nuevos contratos no son particularmente favorables a las compañías petrolíferas internacionales. Son más bien el resultado del enorme deseo de las compañías de introducirse en Iraq y del intento del gobierno de obtener asesoramiento técnico e inversión sin ceder control [sobre los campos petrolíferos]. Se pagará a las compañías pagarán una cuota vinculada a un primer restablecimiento [del funcionamiento] y después al incremento de la producción. Sin embargo, tendrán un control mayor cuando haya una segunda ronda de ofertas por los campos petrolíferos que se han descubierto pero no explotado. Una cuestión diferente es la explotación de las nuevas reservas petrolíferas.
Las posturas críticas con el acuerdo dentro del Parlamento afirman que Iraq ya ha invertido 8.000 millones de dólares en explotar sus gigantes campos petrolíferos. Pero Shahristani necesita una inversión de 50.000 millones de dólares en los próximos cinco o seis años para aumentar la producción actual de 2.5 millones de barriles de crudo al día, y él sabe que el dinero y asesoramiento técnico sólo puede venir de fuera de Iraq.
Puede que el gobierno de Bagdad esté casi arruinado, pero los iraquíes se preguntan de quién es la culpa. El ministerio del Petróleo, como muchos otros en el gobierno, es ineficaz a la hora de llevar a cabo proyectos a largo plazo. Se acusa a Shahristani de tener poca capacidad para la gestión de su ministerio, aunque éste se defiende elocuentemente afirmando que cuando él se hizo cargo del ministerio en 2006 tuvo que hacer frente a los ataques de las guerrillas que en aquel momento hacían saltar por los aires un oleoducto al día.
Esto explica los problemas de Shahristani en el norte de Iraq, donde la insurgencia árabe sunní de 2003-2008 era fuerte, pero no en el extremo sur [del país] donde la comunidad chií es dominante y no hubo levantamiento. Jabbar al-Luaibi, ex-director de la Compañía Petrolífera del Sur, que luchó para mantener la producción de petróleo durante estos años, ofreció una devastadora entrevista en la que detalló los fallos del ministro del Petróleo a la hora de proporcionar el equipamiento más básico que se necesitaba para controlar los depósitos de petróleo. “Es como conducir sin tener ninguna indicación en el salpicadero del coche”, afirmó y añadió que si esa mala gestión continúa como en el pasado “quién sabe, quizá tengamos que empezar a importar petróleo crudo”.
El gobierno iraquí cometió otros dos errores que está pagando ahora. De forma optimista pensó que el precio del barril subiría hasta los 140 dólares el barril. En vez que invertir los ingresos extra en pagar asesoramiento técnico extranjero y equipamiento para aumentar la producción en los campos petrolíferos gastó el dinero en subir el sueldo de los funcionarios y en aumentar el número de estos. Esto hizo que aumentara la popularidad del primer ministro Nuri al-Maliki en las elecciones provinciales de enero, pero dejó al gobierno con muy poco dinero en metálico cuando el precio del petróleo se colapsó. Desde entonces ha subido, pero no lo suficiente para resolver los problemas del gobierno.
En junio de 2008 parecía que la industria petrolífera iraquí iba a obtener ayuda extranjera al firmar dos contratos de soporte técnico con dos de las principales compañías petrolíferas. Iraq mantendría el control. En el último momento se cancelaron los contratos a pesar de que los apoyaban tanto Shahristani como el consejo de ministros. La razón por la que esto ocurrió dice mucho acerca de por qué el aparato estatal iraquí es incapaz de llevar a cabo políticas a largo plazo. Los puestos de trabajo se adjudican a miembros de los partidos políticos independientemente de su experiencia o habilidad. Después de 2003 el ministerio del Petróleo ha sido el feudo de Fadhila, un partido islámico chií que es fuerte en Basora y que a pesar de haber abandonado el gobierno, nunca aceptó completamente a Shahristani como ministro. En una muestra de un cierto descaro lo miembros de Fadhila, que habían saboteado el plan de adquirir asesoramiento técnico extranjero cuando había dinero para pagarlo el año pasado, critican ahora al gobierno por verse obligado a aceptar unos términos peores este año porque no tiene dinero para invertir.
Probablemente ya es tarde para que el gobierno iraquí atrase o modifique los contratos que se concederán a finales de junio. Necesita desesperadamente dinero y no invirtió cuando los precios estaban altos. Incluso cuando las grandes compañías petrolíferas empiecen a trabajar, tendrán que pasar tres años antes de que aparezca nuevo petróleo. A muchos iraquíes les causa enfado ver sus campos de históricos petróleo, de los que su país depende totalmente, parcialmente dirigidos por compañías extranjeras, pero como el gobierno deberá hacer frente a unas elecciones el próximo mes de enero, llegados a este punto considera que no tiene elección.
Patrick Cockburn es autor de The Occupation: War, resistance and daily life in Iraq y Muqtada! Muqtada al-Sadr, the Shia revival and the struggle for Iraq.
* N. de la t.: El artículo en inglés se publicó el 19 de junio. En efecto, estos contratos se formalizaron el 1 de julio de 2009, véase http://www.gara.net/paperezkoa/20090702/145188/es/Irak-comienza-entregar-su-petroleo—-companias-multinacionales
Enlace con el original: http://www.counterpunch.org/patrick06192009.html