El mundo rico puede estar tranquilo

Sólo necesitamos al mundo pobre para que reduzcan las emisiones: un 125%
George Monbiot
The Guardian
Al menos eso aclara el misterio. Durante el año pasado, me inquietó una contradicción a la que no le veía salida. El Gobierno ha prometido recortes espectaculares en las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero también está impulsando nuevas carreteras y autovías, aprobando centrales térmicas, sacando de apuros a los fabricantes de automóviles y abandonando la normativa para casas de bajo carbono. ¿Cómo podían reconciliarse estas políticas?
Lo descubriremos mañana, cuando se publique una serie de documentos sobre la reducción del carbono. Según una persona que ha leído los borradores, las nuevas políticas incluyen la compra en el extranjero de hasta un 50% de la reducción. De ser eso cierto, significa que el Reino Unido no recortará un 80% sus gases de efecto invernadero para 2050, como prometió el Gobierno. Significa que los recortará en un 40%. Compensar la mitad de nuestras reducciones (lo que significa pagar a otros países para que las reduzcan en nuestro nombre) convierte en una burla el programa de cambio climático del Gobierno.
La cifra podría haber cambiado entre el borrador y los documentos finales, pero vamos a darla por válida por el momento, para ver lo que sucede cuando las naciones ricas endosan a otros sus obligaciones. Lo que voy a explicar es la simple razón matemática de por qué cualquier programa de endose a gran escala es injusto, contradictorio y, en última instancia, imposible.
La semana pasada, la cumbre del G8 adoptó los dos objetivos clave del Reino Unido: se propuso que los países desarrollados deberían reducir sus gases de efecto invernadero un 80% para 2050, para impedir más de dos grados de calentamiento global (1). Eso significa que también adoptó la contradicción clave del Reino Unido, pues no hay conexión entre esos dos objetivos. Es muy poco probable que un recorte del 80% impida dos grados de calentamiento global; de hecho, ni siquiera es la medición correcta, como explicaré más adelante. Pero veamos lo que sucede si las otras naciones ricas adoptan los dos objetivos del Reino Unido y el enfoque de su borrador para compensar el carbono.
Les ruego que tengan paciencia conmigo en esto: la cuestión es importante. Hay que hablar de algunas cifras, pero usaré solo las de aritmética más básica, que cualquiera podrá reproducir con una calculadora.
El G8 no explicó lo que significa “países desarrollados”, pero supondré que se estaba refiriendo a las naciones enumeradas en el Anexo 1 del Protocolo de Kioto: las que han prometido limitar sus gases de efecto invernadero para 2012. (Si eso significa las naciones de la OCDE, los resultados son muy similares). Para que esto sea sencillo y coherente, solamente consideraré las emisiones de carbono procedentes de los combustibles fósiles, tal como son enumeradas por la US Energy Information Administration (2). No publica las cifras relativas a Mónaco y Lichtenstein, pero podemos perdonárselo. Los 38 países restantes del Anexo 1 producen 14982 millones de toneladas de CO2, lo que es el 51% de las emisiones globales. Si hicieran lo que propone el Reino Unido, recortar este total en un 80% y compensar la mitad, tendrían que comprar reducciones iguales al 20% de la producción total de carbono en el mundo. Eso significaría que los otros países necesitarían recortar el 42% de sus emisiones solo para absorber nuestras compensaciones de carbono.
Pero el G8 también adoptó otro de los objetivos del Reino unido: un recorte global del 50% para 2050. El cincuenta por ciento de la producción mundial es 14598 millones de toneladas. Si los países del Anexo 1 reducen sus emisiones en un 80% (incluyendo las compensaciones), recortarán el resultado global en 11986 millones de toneladas. Por tanto, los otros países deberán hacer recortes adicionales de 2612 millones de toneladas. Sumado a las compensaciones que han vendido, eso significa que su obligación total es de 8581 millones de toneladas, o el 60% de sus emisiones actuales.
Por tanto, ese es el resultado. Las naciones ricas, si siguen el supuesto liderazgo del Reino Unido, recortarán su contaminación de carbono en un 40%, mientras las naciones más pobres lo harán en un 60%.
Si el concepto de justicia global significa algo, las naciones más ricas deberían hacer recortes mayores que las pobres. Somos las que más tenemos que recortar y las que mejor podemos hacer frente a las oportunidades de desarrollo a las que renunciemos. Si naciones como el Reino Unido, no pueden hacer reducciones profundas, nadie podrá hacerlas. Como mostré en mi libro Heat, podríamos reducir las emisiones en un 90% sin dañar gravemente nuestra calidad de vida (3). Pero eso acarrea un precio político. A los negocios hay que pedirles que cancelen las deudas de los costes sumergidos, a la gente hay que pedirles cambios menores en su forma de vida. Da la impresión de que este país está haciendo lo que hizo durante su historia colonial y postcolonial: verter sus problemas políticos en el exterior, en lugar de hacerles frente en casa.
¿Está ya aturdido? Aún no he explicado la mitad. Como saben los líderes del G8, un recorte global del 50% solo ofrece una oportunidad entre débil e inexistente de conseguir su objetivo último: impedir más de dos grados de calentamiento. En su resumen más reciente de la ciencia del clima, publicado en 2007, el Intergovernmental Panel on Climate Change sugirió que una posibilidad más alta de impedir esos dos grados de calentamiento exige un recorte global del 85% para 2050 (4). En el esbozo del decreto sobre cambio climático, el Reino Unido prometió hacer coincidir el objetivo con lo que dice la ciencia. Ya ha elevado su recorte del 60% al 80% para 2050. Si mantiene su promesa, tendrá que elevarlo de nuevo.
Las emisiones de CO2 medias globales son de 4,48 toneladas por persona y año. Recortar el total mundial en un 85% significa reducir esa cifra a 0,67 toneladas. El producto medio per cápita en los países del Anexo 1 es de 10 toneladas; para conseguir este objetivo deberán recortar sus emisiones un 93,3% para 2050. Si los países ricos persisten en compensar el 50% de este recorte, los países más pobres tendrían que reducir sus emisiones en 6989 millones de toneladas para absorber esas compensaciones. Para cumplir una media global de 0,67 toneladas tendrían que reducir todavía más su producción, en 10838 millones de toneladas. Eso significa un recorte total de 17827 millones de toneladas, lo que significa el 125% de sus emisiones actuales. Espero que hayan visto el error del procedimiento.
De hecho, incluso la propuesta del IPCC ha quedado superada. Dos artículos recientes de Nature muestran que la medición que cuenta no es la proporción de las emisiones producidas en una determinada fecha, sino el importe total de los gases de efecto invernadero que dejamos libres (5,5). Un recorte del 85% para 2050 podría producir resultados totalmente diferentes. Si la mayor parte del recorte se produce al principio del período, nuestras emisiones acumuladas serían bastante bajas. Pero si, como propone el Waxman- Markey bill estadounidense, se produce hacia el final, serían muy superiores. Para tener una alta posibilidad de impedir dos grados de calentamiento, necesitaríamos recortar las emisiones globales en aproximadamente el 10% al final del próximo año, y el 25% para 2012 (7). Es un reto que ningún gobierno está todavía preparado para aceptar.
Las compensaciones de carbono emitido tienen sentido si se busca un recorte global del 5% entre la fecha de hoy y para siempre. Es el método más barato y más rápido de lograr una reducción insignificante. Pero si se buscan recortes sustanciales, eso es como querer levantarse del suelo tirándose del bigote. Sí, ayudemos a los países más pobres a reducir la deforestación y limpiar la contaminación. Pero no pretendamos que con eso nosotros quedamos fuera del asunto.
Traducido para Globalízate por Víctor García.
http://www.globalizate.org/monbiot190709.html
Artículo original:
http://www.monbiot.com/archives/2009/07/14/pulling-yourself-off-the-ground-by-your-whiskers/
Referencias:
1. G8, 2009. Responsible Leadership For A Sustainable Future. http://www.g8italia2009.it/static/G8_Allegato/G8_Declaration_08_07_09_final,0.pdf
2. http://www.eia.doe.gov/environment.html
3. George Monbiot, 2007. Heat: how to stop the planet burning. Penguin, London.
4. Intergovernmental Panel on Climate Change, 2007. Fourth Assessment Report. Climate Change 2007: Synthesis Report. Summary for Policymakers, Table SPM.6. http://www.ipcc.ch/pdf/assessment-report/ar4/syr/ar4_syr_spm.pdf
5. http://www.nature.com/nature/journal/v458/n7242/full/nature08019.html
6. http://www.nature.com/nature/journal/v458/n7242/full/nature08017.html
7. There’s some interesting background in this paper: Kevin Anderson and Alice Bows, 2008. Reframing the climate change challenge in light of post-2000 emission trends. Philosophical Transactions of the Royal Society A. Published online. doi:10.1098/rsta.2008.0138
http://www.tyndall.ac.uk/publications/journal_papers/fulltext.pdf
Fuente: Rebelión