César Paz y Miño
Llamo la atención a dos hechos importantes. El primero, el foro sobre Petróleo y Salud que organizó la Universidad Andina Simón Bolívar el pasado 17 de junio. En este evento académico participamos investigadores de diversos países (EE.UU., España, Brasil, Ecuador), con el propósito de comunicar las experiencias investigativas sobre los efectos de las explotaciones petroleras en ámbitos sociales, económicos, de salud, y ecosistemas; pero también interesaba discutir aspectos relevantes como justicia ambiental y derechos humanos, contaminación química, desafío de la sustentabilidad.
Si bien el petróleo es la fuente principal de ingreso del Ecuador, por décadas las condiciones de extracción y explotación han sido deplorables, lo que ha determinado derrames cuantiosos, contaminación extrema y afectaciones de salud.
Los estudios de M. San Sebastian muestran cifras alarmantes de incremento de enfermedades ( http://www.scielosp.org/pdf/rpsp/v15n3/a14v15n3.pdf ). La mala práctica de algunas petroleras ha llevado a las comunidades afectadas a demandar grandes indemnizaciones por daños.
Como genetista he seguido de cerca el tema, y realizamos estudios de alteraciones del material genético de personas de comunidades expuestas al petróleo. Hay dos resultados importantes: el estudio en la zona de influencia de Chevron-Texaco y el otro en la zona de influencia de Perenco. Las dos zonas muestran que las personas tienen un incremento del daño genético hasta 5 veces más que las poblaciones no expuestas o controladas. Los datos merecen atención gubernamental, una política de Estado de controles más estrictos en la explotación petrolera, caso contrario nos veremos abocados a tener allí incremento mayor de cánceres (más del 300%), aumento de niños malformados (hasta un 11%) y problemas de infertilidad.
Las demandas ante la mala práctica de explotación son complejas y lentas. Y de eso se trata el segundo hecho importante, y es que la Corte Suprema de Apelaciones de New York rechazó la propuesta de Chevron-Texaco, por la cual se pretendía hacer corresponsable del daño ecológico a Petroecuador. La indemnización por daños subiría a 27 mil millones de dólares y la cuantía provoca conflictos entre las partes.
El tema de impacto del petróleo en las personas es digno de atención y de una postura eficiente de los afectados. No se entiende que aún no exista un pronunciamiento de las cortes ecuatorianas sobre el daño ambiental y el posiblemente permanente daño genético. Muchos estudios de salud y genéticos muestran que el petróleo expuesto y en contacto con la gente produce alteraciones diversas.
Preocupación importante del Foro Salud y Petróleo fue la sustentabilidad de la explotación petrolera, en donde las posturas son opuestas. Sea como sea, el dinero que mueve el petróleo es tan grande y hay atrás tantos intereses que justo por ello no se aceleran los procesos. El petróleo es un tóxico para los genes: así lo muestran los datos, y quizá estos sirvan para afianzar las demandas por contaminación y efectos dañinos producidos por las malas prácticas de explotación.
Fuente: Rebelión