El plan fue presentado en Buenos Aires por un experto internacional de la organización. Propone promover la instalación de empresas productoras de energía eólica y solar, para reemplazar los hidrocarburos, que se agotarán en poco tiempo.
“La Argentina enfrentará una crisis de enormes proporciones en la próxima década, a menos que cambie radicalmente su política energética”, afirma un documento de Greenpeace, que lleva la firma de Sven Teske, su principal experto internacional en energías renovables. Por primera vez para nuestro país, la entidad ambientalista dio a conocer una propuesta integral que permitiría pasar de la dependencia de los combustibles fósiles a fuentes de energía no contaminantes como la eólica y la solar. “No pedimos plata del Estado”, afirmó el especialista de Greenpeace, sino un sistema que permita insertarse en el mercado a las empresas dedicadas a energías renovables. El proyecto se inscribe en la idea de que la mejor estrategia para enfrentar la crisis climática global es pasar a formas de generación de energía que sean sustentables en términos ambientales, pero también en el orden económico.
“En cada país, hemos establecido vinculación con una organización científica local, que en la Argentina es la Universidad de Buenos Aires, a través de su Facultad de Ingeniería”, contó Sven Teske, director de la Campaña de Energías Renovables de Greenpeace, quien visitó la Argentina para impulsar el proyecto “Revolución Energética”, por el cual la entidad ambientalista propone revertir la crisis climática mediante el desarrollo de energías alternativas. El experto se reunió también con las cámaras de empresas dedicadas a desarrollar estas fuentes de energía.
Teske sostuvo que “la energía eólica –que permite generar electricidad a partir del viento– es la primera opción: ya es económicamente competitiva con respecto a los hidrocarburos” y destacó la “gran capacidad de generación de energía eólica que tiene la Argentina, especialmente en el sur del país”.
“No pedimos plata del Estado”, subrayó Teske. Más bien lo requerido es “un marco que disponga precios fijos para el kilovatio/hora por un lapso prolongado, para hacer posibles las inversiones. En España se lo ha establecido para un lapso de 20 años”. El criterio sería “llegar a contar con muchas empresas descentralizadas de generación eléctrica”. El especialista observó que “una central eólica requiere poca inversión inicial y, a lo largo de los años, no tiene absolutamente ningún costo en combustible”.
El proyecto de Greenpeace está contenido en un extenso documento, que diagnostica: “La matriz energética argentina depende extremadamente de los combustibles fósiles: un 90 por ciento de la energía consumida proviene del petróleo y el gas natural. Como estos recursos se están agotando a paso acelerado, la situación energética es muy frágil. La Argentina enfrentará una crisis de enormes proporciones en la próxima década, si su política energética no experimenta un cambio radical. El país se dirige hacia una fuerte dependencia de combustibles fósiles importados, lo cual pondrá la economía en una situación altamente vulnerable”.
El documento advierte que “actualmente la Argentina importa gas natural y fuel oil para aliviar la falta de gas natural doméstico en invierno. Esta situación tiende a empeorar en el corto plazo. El Estado viene recurriendo a un monto creciente de subsidios para preservar costos y tarifas que no reflejan la realidad económica y ambiental del sector energético. El uso de subsidios para las tarifas de energía ha tenido un doble efecto perverso: por una parte, benefició a los sectores de más alto consumo, es decir, los de mayores ingresos; por otra parte, alentó el sobreconsumo, agravando los problemas de abastecimiento y ambientales”. En cambio, plantea la organización ambientalista, “a medida que los combustibles fósiles sean eliminados, será necesario proteger a aquellos sectores sociales más vulnerables a los aumentos de los precios”.
Juan Carlos Villalonga, director de Greenpeace Argentina, observó que “las nuevas tecnologías, para insertarse en el mercado, deben competir con el gas y el petróleo, que han sido enormemente subsidiados durante décadas. En la Argentina, y en realidad en todos los países, el desarrollo petrolero fue financiado por el Estado: las grandes compañías vinieron después”.
El informe de Greenpeace sostiene que “luego de décadas de avances tecnológicos, las energías renovables están maduras y listas para poder ser utilizadas a gran escala”. Según Teske, en el mundo “hay un mercado creciente para las energías renovables: desde principios de este siglo, el volumen de mercados se duplica cada dos años; el año pasado llegó a los 100.000 millones de dólares y generó un millón y medio de puestos de trabajo sólo en generación de electricidad. La energía eólica es la de más rápido crecimiento a nivel mundial, y ya superó en este orden al gas natural: en Estados Unidos y en Europa, la cantidad de centrales eólicas de generación de electricidad construidas por año ya superó a las centrales a gas”.
Fuente: Página/12