Tras protagonizar el descubrimiento de petróleo más importante del mundo en muchos años, el gobierno de Brasil procura ahora dar marcha atrás en su conducta de más de una década, en la que mantuvo una estrecha cooperación con empresas extranjeras del sector, en un intento de controlar por su cuenta la extracción de petróleo.
Esta actitud es parte de un impulso nacionalista tendiente a incrementar los beneficios obtenidos por el país de la explotación de sus recursos naturales y cimentar así su posición de potencia global.
El gobierno del Presidente Luiz Inacio Lula da Silva dijo que quería que la empresa nacional Petrobras controlara todos los desarrollos futuros de los campos petrolíferos submarinos descubiertos en 2007, que, según estiman los expertos, podrían producir varios miles de millones de barriles de crudo.
Ese cambio convertiría a Petrobras en el operador del 62% de la nueva área que debe licitarse, reduciendo a las empresas extranjeras al rol de inversoras financieras. Eso limitaría la capacidad de esas empresas de decidir el ritmo de desarrollo de los nuevos campos.
El petróleo se encuentra bajo 6.000 metros de agua, arenas y una gruesa capa de sal, y es la mayor reserva petrolera en desarrollo en todo el mundo, dijo Daniel Yergin, Director de IHS Cambridge Energy Research Associates. Y se espera que el proyecto sea uno de los más complicados de la industria petrolera.
Yergin dijo que “el momento y la escala del desarrollo de esa región será uno de los factores más significativos del equilibrio petrolero global de la próxima década”. Para Brasil, la apuesta es muy alta. Muchos consideran el petróleo el instrumento mágico capaz de superar los mayores desafíos sociales del país.
Lula quiere cambiar las leyes energéticas para poder canalizar más ingresos procedentes de los nuevos campos hacia las arcas del gobierno y acumular fondos para mejorar la educación y la salud. Pero Brasil no propone que los extranjeros sean excluidos por completo de los proyectos energéticos.
Debido a las preocupaciones de que el país pueda conseguir la cifra de US$600 billones que, según se estima, será necesaria para desarrollar los nuevos yacimientos en 20 años, el gobierno está aprovechando la voluntad de las petroleras extranjeras de licitar por sumas elevadas.
Brasil tiene una economía diversificada que lo ayudará a evitar el “síndrome holandés” de la dependencia de un recurso natural, problema que ha aquejado a varias potencias petroleras del mundo, según explicó José Sergio Gabrielli, Presidente de Petrobras. Dijo que el nacionalismo que reina ahora “no es un nacionalismo en contra de los extranjeros”, sino un debate sobre la velocidad del desarrollo, sobre quién recibirá la mayor parte de los ingresos.
Los planes de Lula de ejercer mayor control sobre los nuevos yacimientos deberán enfrentar una dura lucha en el Congreso. Hasta 2017, Petrobras necesitará 40 torres de perforación para los nuevos yacimientos, más de la mitad del total de las que hay de su clase en el mundo.
La empresa mantiene su presupuesto de expansión global en US$ 16.000 millones para poder concentrarse en el desarrollo de los yacimientos submarinos. “El tema no es si aceleramos o no la explotación -concluyó Gabrielli-. El problema es que excedemos el límite de la capacidad mundial de la industria petrolera.”
Fuente: Petrolnews.net