Frente al problema energético local e internacional, y dado el creciente desarrollo de las energías renovables, un análisis de las perspectivas laborales que puede brindar esta industria
Por Raquel Saralegui.- Por sus vientos, el sol, la tierra, los ríos, los mares. La potencialidad de la Argentina para generar energía a partir de fuentes renovables es enorme. Y clave en estos tiempos de crisis energética y cambio climático. Hay una industria, la de las energías alternativas, que hace boom en países desarrollados alentando fuertemente la creación de empleo. Aquí, aún en pañales, también promete un futuro laboral y de negocios interesante para emprendedores y trabajadores calificados.
Un aliento en ese sentido parece venir de la mano de la reglamentación, en mayo último, de la ley 26190, que establece un régimen de fomento nacional para la producción de energía eléctrica con origen en fuentes renovables. Lo mismo que para los biocombustibles, el sector más desarrollado aquí hasta el momento. Se trata de la obligatoriedad para el año próximo de cortar los combustibles fósiles con 5% de biocombustibles.
Por otro lado, más allá de la oferta académica vinculada con el tema, como las ingenierías y las disciplinas ambientales, las casas de estudio también empiezan a acompañar el incipiente desarrollo de la industria con títulos específicos en Energías Renovables. Carreras que, además, son consideradas prioritarias en el programa nacional Becas Bicentenario, que ofrece apoyo económico a los estudiantes de nivel terciario y universitario ( www.becasbicentenario.gov.ar ).
Según los especialistas, son profesiones con un gran potencial, con muy buenas perspectivas en un futuro mediato. Pero todavía el mercado de oferta y demanda es incipiente.
“Hemos buscado ingenieros con distintas especialidades para empresas con proyectos en biocombustibles. Y una de las personas que seleccionamos se había formado y tenido experiencia en Alemania. En la Argentina todavía es bastante difícil encontrar gente que tenga una experiencia sólida en estos temas”, dice Amalia Vanoli, titular de Tiempo Real Consultores.
Desde el norte argentino, donde el sol es generoso y los proyectos para transformarlo en energía se van multiplicando, Cecilia Gramajo, directora del Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), destaca: “Hoy nos falta una mayor concientización acerca de la problemática energética y es fundamental apostar a la formación de profesionales especializados y preocupados por la búsqueda de fuentes alternativas y renovables de energía”.
Justamente, la UNSa es una de las instituciones pioneras que, desde 1997, dicta la Licenciatura en Energías Renovables. Aún sin mucha matrícula, Gramajo dice que cada vez tienen más alumnos de otras provincias y que, en general, los egresados se dedican a la investigación o trabajan en organismos de gestión ambiental. “La responsable del área de Energías Renovables de nuestra provincia es una egresada de la carrera”, se ufana.
En la otra punta del mapa, en la localidad santacruceña de Pico Truncado, donde los molinos de viento forman parte del paisaje, hace cuatro años el Instituto Provincial de Educación Superior abrió sus aulas a la Tecnicatura en Energías Renovables, que tuvo sus primeros egresados en 2008. Y en Neuquén, desde 2006, el Instituto Tecnológico de la Patagonia ofrece el título de Técnico Superior en Energías Renovables.
Con base interdisciplinaria, la formación en esta área de estudio contempla fuertemente, entre otras materias, matemática, física, química, mecánica, además de los conocimientos pertinentes a las energías que provienen del viento, el sol, el agua, el suelo.
En cuestión de maestrías también existen varias propuestas con foco en la energía, pero empiezan a sumarse diplomas bien definidos. En la UNSa, por ejemplo, se puede elegir entre una especialización y una maestría en Energías Renovables y un doctorado en Ciencias, área Energías Renovables. Según Gramajo: “Por el carácter interdisciplinario de las energías alternativas, los profesionales provienen de los campos más diversos: licenciados en Matemática, Física, Química, Biología, así como geólogos, ingenieros, arquitectos”.
La UTN también está organizando la Maestría en Ciencias en Energías Renovables que dictará a partir del año próximo. “Con la mirada en el futuro, pero también en el presente, es clara la necesidad de contar con recursos humanos calificados porque en este sector trabajan perfiles muy especializados. En el país tenemos industrias que están haciendo desarrollos y eso requiere ingenieros que se ocupen de la fabricación, por ejemplo, pero también gente que se ocupe de lo comercial, lo financiero y con conocimientos sobre el tema”, expresa Sebastián Kind, director de la maestría de la UTN. El posgrado tendrá un año y medio de duración y contará con la visita de profesores extranjeros.
En el mundo
Con capacidad para no contaminar la atmósfera, el desarrollo de las también llamadas energías limpias conlleva, al mismo tiempo, un beneficio que no es menor. “Los recursos fósiles, además de tener fecha de vencimiento, están concentrados en pocos lugares del planeta y eso genera tensiones políticas, guerras. En cambio, los recursos renovables pueden ser aprovechados de manera distribuida, lo que implica una especie de democracia energética ya que cada lugar podría producir la energía que necesita”, dice Ricardo Lauretta, profesor de Ingeniería Mecánica del ITBA.
Con países como Japón, Alemania, España, entre otros, que van un paso adelante, en el mundo son más de dos millones de personas las que trabajan en el sector de la energía sostenible. Con gran liderazgo en el tema, Europa cuenta con 1,4 millones de empleados en esta joven industria, cifra que podría duplicarse en 2020 si la Unión Europea alcanza el objetivo de que un 20% del consumo eléctrico tenga origen en fuentes renovables para esa fecha, según informes de la Comisión Europea difundidos por los diarios españoles El Mundo y El País. En el Viejo Continente, “desde 1990, la cifra total de empleo en el sector de las energías renovables ha crecido un 40%, con 900.000 puestos de trabajo creados en pymes”, precisa El Mundo.
Un país emblemático es Alemania. “Allí han generado a partir de un grave problema como es el energético, la contaminación ambiental y el efecto invernadero, una gran oportunidad. Estos últimos años desarrollaron una industria de energías renovables tan pujante que las previsiones indican que para 2020 va a demandar más mano de obra, y a tener un movimiento económico tan o más importante que la industria automotriz”, ejemplifica Lauretta. Y agrega los casos de Japón y España, donde también “permanentemente surgen empresas medianas y pequeñas dedicadas a cuestiones ambientales energéticas, que son prósperas, que exportan tecnología y demandan mano de obra calificada de una manera importante”.
Por su lado, en Estados Unidos el presidente Barak Obama, preocupado por la dependencia de su país con el petróleo, y por la crisis y la creación de empleos, anunció hace unos meses la inversión de 15.000 millones de dólares anuales en el desarrollo de energías alternativas al petróleo, gas, carbón. “El aliento al trabajo no se hace esperar, según se lee en el portal de empleo GoingGreenJobs.com , que publica crecientes búsquedas laborales para esta industria sostenible”, aporta Sebastián Machado Malbrán, de ZonaJobs.
Industria naciente
Los especialistas consultados coinciden en el gran potencial que tiene la Argentina por sus recursos naturales y humanos. Y en que, inversiones y políticas gubernamentales adecuadas mediante, su desarrollo propiciará en un futuro cercano tanto en oportunidades de negocios como de trabajo para profesionales y trabajadores capacitados.
“Es un sector ideal para emprendedores. El desarrollo de la industria genera puestos de trabajo calificados, que se pagan muy bien”, dice el estadounidense Carlos St. James, presidente de la Cámara Argentina de Energías Renovables (Cader).
Vientos favorables, en ese sentido, parecen soplar a través de una iniciativa estatal. En mayo último, el Gobierno reglamentó la ley de fomento del sector (Nº 26190) que establece los incentivos fiscales, las desgravaciones impositivas y las remuneraciones diferenciales para las inversiones destinadas a la fabricación de equipos generadores y la producción de energía con origen en el viento, el agua, el sol, entre otros recursos.
Por otro lado, desde los biocombustibles, el sector que más ha crecido, y desde la vereda del empleo, los consultados afirman que esta industria flamante cuenta con un alto nivel de profesionalización. “Actualmente emplea a profesionales de distintas disciplinas: ingenieros mecánicos, técnicos, electromecánicos, ingenieros agrónomos. Además se encuentran en curso investigaciones focalizadas en el desarrollo de fuentes alternativas no comestibles, en las que participan biólogos, ingenieros agrónomos, químicos, entre otros”, comenta Fernando Peláez, presidente de la Cámara Argentina de Biocombustibles (Carbio).
Y agrega que las empresas agrupadas en la cámara dan empleo a 700 trabajadores y a 2500 de manera indirecta.
Las primeras plantas industriales de biodiesel se construyeron entre 2005 y 2006, y se concentraron principalmente en el cordón industrial portuario de Rosario debido a que a que gran parte del aceite de soja se produce en esa región. En 2007 comenzaron las ventas progresivas al exterior y anualmente se exportan aproximadamente 750 mil toneladas de biodiesel, según datos Carbio.
Aunque como se lamenta José Luis Martínez Justo, vicepresidente de Cader, titular de Soyenergy y unos de los pioneros en la investigación y elaboración de biocombustibles, la crisis y los precios internacionales golpean fuerte a las pymes exportadoras de biodiesel. Puertas adentro, sin embargo, un aliciente para la producción puede venir del brazo de la ley 26.093, que estableció para el año entrante el corte de los combustibles fósiles con un 5% obligatorio de biocombustibles.
“Los biocombustibles llegaron al mundo para quedarse. Y si se analizan aquí las posibilidades de este mercado nuevo, la cantidad de puestos de trabajo que se pueden generar es muy grande”, augura Martínez Justo. Y Peláez agrega: “Es un sector en pleno crecimiento que no sólo alienta nuevas inversiones, y mayor valor agregado a las exportaciones, sino que contribuye al aumento del empleo en el país. En la medida que se concreten las inversiones -nuevas plantas, ampliación de la capacidad instalada, etc.- y crezca el sector aumentará la demanda de trabajadores”.
Algunos estímulos
En pos de alcanzar el objetivo de la norma, según el cual en 2016 el 8% del consumo eléctrico en nuestro país debe ser abastecido a partir de fuentes renovables, se lanzó el programa Genren. Así la empresa estatal Enarsa puso a licitación la compra de mil megavatios de energía provenientes de fuentes renovables -la mitad es para proyectos de energía eólica-, con contratos que no superen los 50 MW por empresa y que tendrán una duración de 15 años.
“La Argentina acaba de hacer un punto de inflexión en este tema, que viene a satisfacer un poco la necesidad de poder aplicar proyectos que sean sustentables económicamente por si solos, y que no vengan de la mano de una iniciativa puramente personal”, destaca Kind, especialista en energía eólica y miembro de la Cader.
El programa oficial, según se lee en la página de la Secretaría de Energía, contempla conjuntamente la creación de ocho mil puestos de trabajo. Pero pese a los reiterados llamados y consultas por e-mail a la oficina de prensa del Ministerio de Planificación, La Nación se quedó sin saber si se trata de trabajos directos, indirectos, y otras precisiones al respecto.
Sobre las oportunidades laborales, Kind dice que habrá que esperar, que dependerá del impulso que vaya tomando la industria: “Una cosa es si se desarrollan proyectos con tecnología nacional y otra, con tecnología importada”.
“Si no desarrollamos nuestra propia tecnología, las empresas extranjeras se van a instalar con la suya y nosotros participaríamos al principio con algo de mano de obra poco calificada. En cambio, si tuviéramos nuestra propia industria muy diversificada sobre la base de pequeñas empresas se generaría una riqueza social muy valiosa para el país”, enfatiza Lauretta.
Fuente: La Nación.com