“El uso de cultivos para conseguir combustible para coches aumenta el hambre y no sirve para ayudar a detener el cambio climático”. Parecía que las campañas contra los biocarburantes habían rebajado su intensidad, pero la crítica sigue viva, y un último informe de Ayuda en Acción y ActionAid se muestra así de contundente en sus conclusiones.
En pocos días, apenas los que llevamos de febrero, se han concentrado al menos cuatro noticias que cuestionan el desarrollo de los biocarburantes. Campañas y declaraciones de Ayuda en Acción y Amigos de la Tierra, un estudio de la Universidad de Kassel (Alemania) publicado en la edición digital de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) y los efectos del fin de las exenciones fiscales a los biocarburantes en el Reino Unido les vuelve a mostrar con la peor imagen ante la opinión público.
Comida o gasolina: el impacto de los biocombustibles industriales en las personas y el hambre en el mundo es el título del informe que ActionAid y Ayuda en Acción han presentado hoy mismo. Las críticas se dirigen sobre todo a la Unión Europea (UE) y a su compromiso de alcanzar en 2020 el 10% de utilización de fuentes renovables en el transporte, biocarburantes incluidos. Según Tim Rice, autor del informe, si se cumplen estos objetivos “hasta 100 millones de personas más podrían pasar hambre”, debido a las necesidades de tierras cultivables para producirlos.
Ambas ONG señalan que “el uso de biocombustibles industriales tiene un impacto desastroso sobre el mundo en desarrollo porque las multinacionales han adquirido terrenos a gran escala. En todos los países en vías de desarrollo las empresas de la UE disponen ya o están en negociaciones para adquirir al menos 5 millones de hectáreas”.
Cultivos de palma que computan como bosques
Unos días antes, Amigos de la Tierra denunció que “un documento filtrado de la Comisión Europea muestra sus planes para utilizar el polémico aceite de palma como agrocombustible y denominar bosques a las plantaciones”. Se refieren a la comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento en la que se detallan los criterios que deben seguir tanto los biocarburantes como los biolíquidos para ser considerados sostenibles. Algunos de ellos pueden hacer pasar a los cultivos de palma como bosques siempre que se atengan a unas normas de corta, crecimiento y densidad.
Para Amigos de la Tierra, “el documento muestra la hipocresía de la Comisión en sus nefastos intentos de favorecer el aceite de palma mediante leyes pensadas en teoría para evitar la destrucción de los bosques del planeta. Permitir la expansión de las plantaciones de palma para abastecer el consumo de coches y camiones en Europa va a tener un impacto devastador en el clima, la biodiversidad y las personas cuyo medio de vida depende de estos bosques”.
Los cultivos desplazan al ganado hacia la selva
De las campañas a los estudios, porque científicos de la Universidad de Kassel publican en la edición digital de Proceedings un trabajo en el que se afirma que “los posibles perjuicios ambientales de la expansión de las plantaciones destinadas a producir biocarburantes en Brasil para alcanzar los objetivos nacionales contrarrestarán las reducciones de emisión de carbono conseguidas durante su producción”.
Según los investigadores, la utilización de nuevos pastos para las cosechas ocasionará que el ganado se traslade hacia el bosque amazónico y la sabana brasileña de Cerrado, lo que podría crear una enorme “deuda de carbono”. Curiosamente, entre las alternativas que proponen desde la Universidad de Kassel está la de recurrir “a las plantaciones de aceite de palma en vez de los cultivos más comunes en Brasil, para minimizar la deuda de carbono”.
Desmontan los surtidores de biocarburante
Y falta el Reino Unido, donde las medidas del Gobierno que limitan continuamente los subsidios, rebajan las exenciones fiscales y recortan la cuota de biocarburantes abocan a determinadas empresas a dejar de apostar por estos carburantes. La semana pasada, en el portal Timesonline se aseguraba que la cadena de supermercados Morrison va a retirar los surtidores de B30 (30% de biodiésel y 70% de diésel) de sus 144 estaciones de servicio, y que piensa hacer lo mismo con los del E85 (85% de etanol y 15% de gasolina).
La edición digital del rotativo inglés The Times se aventura incluso a predecir que las empresas y las personas que han adaptado o comprado vehículos para el uso de mezclas elevadas de biocarburantes se encontrarán con que su inversión ha sido en vano. Cita además los casos de la Policía de Avon y Somerset y de otros organismos oficiales, que tras adquirir flotas completas de vehículos flexi-fuel con la intención de acogerse a la exención de impuestos, ésta será retirada el 1 de abril. (Fuente: Energías renovables)
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