Por Julio C. Gambina.- Se reabrió la polémica por las Malvinas en un tema estratégico: la explotación petrolera. La noticia remite a inversiones inglesas en las islas argentinas usurpadas por el Reino Unido y la decisión del gobierno argentino por impedir el transporte de materiales asociados a dicha explotación. Esa medida gubernamental está sostenida en el incumpliendo inglés de acuerdos diplomáticos entre ambos países. Acuerdos que funcionaron entre 1995 y 2007 y reiteradamente incumplidos por las licitaciones de áreas petroleros habilitadas por Inglaterra en Malvinas.
Los trascendidos y declaraciones en cada país motivan las más diversas especulaciones, incluso guerreristas (al mejor estilo Thatcher en 1982) en el ambiente electoral británico, pero lo importante es la discusión sobre el uso soberano de los recursos naturales, un tema que trasciende la explotación de hidrocarburos y se proyecta a la explotación de la minería, de la tierra y su producción agrícola y ganadera, especialmente en tiempos de subas de los precios de la alimentación y deterioro de la capacidad de compra de los sectores de menores ingresos.
El capital sin fronteras
El hecho son las concesiones para explorar y explotar yacimientos establecidos en el mar argentino. Son acciones de empresas transnacionales sobre un potencial de 200.000 millones de barriles de petróleo.
No resulta ocioso recordar el peso estratégico de la producción petrolera en las condiciones del modelo productivo vigente y que la Argentina es de los pocos países que no administra soberanamente las reservas petroleras. El 90% de las reservas de petróleo del mundo son administradas por los Estados nacionales, claro que también se verifica la dependencia de la actividad petrolera de las corporaciones privadas que manejan el paquete de la tecnología del petróleo, la comercialización, el financiamiento y el transporte. No alcanza con la soberanía sobre los yacimientos, siendo estratégico el paquete tecnológico, el know how de la exploración, explotación y distribución de los hidrocarburos. Es todo un tema para pensar la cuestión energética desde un enfoque alternativo, pues no solo se trata de recuperar la petrolera estatal, sino de articular un trabajo de ciencia y técnica en el marco de la cooperación e integración regional.
El episodio que comentamos articula a la Empresa Desire Petroleum y uno de sus principales accionistas: la Banca Barclays, entidad financiera organizadora seleccionada por el gobierno argentino para la reapertura del canje de la deuda externa en cesación de pagos. Se trata de una combinación de dos temas centrales, la explotación petrolera y la negociación de las acreencias externas. Convengamos que la cuestión involucra a socios locales de la iniciativa inglesa, ya que el detenido embarque de tubos sin costura provenía de la empresa Techint. Este consorcio actúa en la explotación petrolera en territorio argentino a través de Tecpetrol y cabe el interrogante si el intento exportador de Techint no inhabilita el accionar del grupo en la explotación petrolera en nuestro país.
Es un razonamiento extensivo a la actividad petrolera inglesa, de la Barclays y la banca británica, como de todas las empresas externas, especialmente inglesas, que operan en el país. Recordemos que existen disposiciones de la Secretaría de Energía que prohíbe expresamente operar en la plataforma continental argentina sin habilitación de autoridad competente de nuestro país, situación que incluye a las empresas “controlantes, controladas, accionistas, y asociadas”.
Pensar y actuar soberanamente
Son cuestiones a considerar en el marco de la recrudecida crisis de la economía mundial, donde se discute la cuestión fiscal de Europa, el déficit de los estados europeos y su financiamiento por la banca europea. La respuesta del capital y los Estados hegemónicos a la crisis pasa por el ajuste de las cuentas públicas afectando salarios y gasto estatal social, y por una nueva escalada de la ofensiva del capital por la expansión de la explotación de fuerza de trabajo y recursos naturales.
Es tiempo para pensar en la administración soberana de la economía, en soberanía alimentaria, energética y financiera. Lo que estamos sugiriendo es combinar acciones diplomáticas con un debate sobre la soberanía del orden económico local. ¿Es acaso utópico pensarlo, cuando la tendencia es al alza del precio del petróleo, de las tasas de interés (ahora aumentadas por la Reserva Federal de EEUU) y de los precios de los recursos naturales? El debate no es ocioso, máxime cuando el país está negociando el tratado de libe comercio entre el Mercosur y Europa para suscribir en Mayo en los fastos del bicentenario.
El asunto es que no son discusiones distintas, el libre comercio que afecta y afectará a la debilitada industria local es parte de la estrategia ofensiva del capital mundial por la expansión de su actividad en recursos naturales, finanzas y comercio.
Lo que sugerimos es la oportunidad para la discusión sobre la organización económica local sobre bases de soberanía, ahora que se acaba de anunciar el funcionamiento de una articulación entre el Ministerio de Economía y el Banco Central para redefinir el “modelo productivo” surgido de la cesación de pagos de fines del 2001 y de la devaluación de comienzos del 2002. De allí vino el gran crecimiento económico de los últimos años. Se sostiene ahora que además de dólar alto hace falta financiamiento para ampliar la inversión y la acumulación.
Pretendemos argumentar que no sirve engordar el mismo modelo productivo. Se requiere avanzar en otro sentido, donde el eje sea la soberanía y la satisfacción de necesidades sociales que fundamentan la extendida pobreza en la Argentina.
Argenpress
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Argentina: Petróleo y soberanía
Por Orlando Pascua (ACTA).- La empresa británica Desire Petroleum ha instalado una plataforma, la Ocean Guardian, en el norte de las Malvinas, para comenzar a perforar en la base marítima de esa área, donde habría una reserva millonaria de petróleo.
Según versiones periodísticas británicas, por estudios sísmicos se calcula que existirían unos 18.000 millones de barriles de crudo bajo las aguas del Mar Argentino y 350 mil millones en toda la Argentina.
Llamativamente, el anuncio de esta inminente exploración, -que no solo es un atropello a nuestra soberanía, sino que anticipa el brutal despojo de recursos naturales del que seremos víctima- no fue reconocido ni valorado en su verdadera dimensión por la mayoría de los medios de comunicación nacionales, que apenas si le dedicaron unos escasos centímetros en los diarios y les concedieron aún más escasos minutos en los noticieros televisivos y radiales, para informar, casi con indiferencia, que el gobierno argentino emitió una enérgica protesta por este acto unilateral británico y que dicha protesta fue rechazada por el Reino Unido con igual intensidad.
La defensa de nuestro territorio y la de nuestros recursos naturales son una misma cosa y están directamente relacionadas con nuestra calidad de vida, y con la de nuestros hijos y la de las futuras generaciones de argentinos.
Es necesario que el tema sea puesto en las mesas de debate nacional, porque Malvinas es la representación más evidente de la Soberanía violentada, Malvinas está ligada a ese proceso político que avaló la enajenación de los recursos naturales y culturales de nuestro pueblo, Malvinas es la evidencia de ese proceso de entrega y vergüenza.
Los argentinos deben saber que esto que aparece hoy como noticia en los diarios, en realidad no es una novedad, es el resultado de más de 30 años de imposición y aplicación de un modelo económico neoliberal depredador que atenta contra la soberanía, el desarrollo sustentable, la identidad de los pueblos, las conquistas sociales y los derechos humanos. Basta con revisar algunos hechos relevantes de las últimas décadas en Malvinas para comprender qué nos pasó y qué no nos puede volver a pasar a los argentinos.
El petróleo de Malvinas
“Hacia 1975, el Reino Unido ya había dejado ver sus apetencias por los recursos hidrocarburíferos, mineros y pesqueros del archipiélago malvinense. Cuando se desencadenó la guerra, en 1982, existían trece informes científicos internacionales que señalaban la importancia petrolífera de la cuenca sedimentaria de la que forman parte las Islas Malvinas.
En 1989, para reiniciar las relaciones, que se habían interrumpido tras la guerra, el Reino Unido y la Argentina firmaron los Acuerdos llamados “de Madrid”, donde supuestamente se “congelaba” la discusión de la soberanía por las Malvinas.
Sin embargo, desde entonces, los británicos se mantuvieron muy activos en la zona; contrariando los acuerdos suscriptos, ampliaron hasta 200 millas su Zona Económica Exclusiva y hasta 350 millas su Plataforma Continental, que abarca 3.500.000 km2 en la zona en torno a Malvinas.
En 1995, Argentina y Gran Bretaña firmaron un Acuerdo de Cooperación Petrolera, por el cual se crearía una zona especial al sudeste de las Malvinas, que sería explorada y explotada en conjunto -además, nuestro país accedió a todas las demandas comerciales con el Acuerdo de Pesca de Calamar (nos autolimitamos a pescar este molusco, principal recurso de los habitantes de las islas).
Cinco días después de la firma de los acuerdos petroleros, los kelpers licitaron 19 áreas y concedieron 12 contratos, presentándose cerca de medio centenar de compañías. Un año más tarde, el gobierno isleño entregó 7 licencias de exploración off-shore. Así comenzó la primera etapa de la fase exploratoria, etapa culminada en 2001.
En 2007, cuando estaba por cumplirse el 25º aniversario de la guerra de Malvinas, el gobierno de Néstor Kirchner dio por terminada la cooperación con Gran Bretaña en materia de exploración y explotación de hidrocarburos en el Atlántico Sur, amparada bajo el “paraguas de soberanía” que rige las relaciones diplomáticas desde 1990. Según las explicaciones oficiales, desde que se firmó la Declaración conjunta argentino-británica de 1995 en cooperación hidrocarburífera, Inglaterra y la Argentina no coincidían en el área en que se cada país podía operar, por lo que aquel país concedía permisos de manera inconsulta con el argumento de que, merced a ese acuerdo, contaba con el aval argentino para hacerlo. También, ese mismo año, prohibió a las hidrocarburíferas operar en aguas argentinas sin permiso. Se entiende que ello comprende a las Malvinas.
Los recursos naturales son el tema crucial en todo el planeta. El afán de dominio de los recursos naturales fue, es y seguirá siendo el gran detonador de conflictos. Hoy, alimentos, agua y energía, encabezan la lista de los bienes más codiciados, les siguen, entre otras riquezas, minerales y biodiversidad. La Argentina es privilegiada, lo sabemos: tiene de casi todo, abundante y variado. Pero esos bienes naturales están en general mal aprovechados, son mal conocidos y explotados, no existe una planificación racional para su aprovechamiento y, por ende, los resultados que se obtienen no satisfacen el interés nacional, que no es otro que el interés de todos sus habitantes.
El modelo neoliberal aplicado en la Argentina dejó muchas y profundas cicatrices, y uno de los que resultó más castigado es el sector energético, por ser el más avanzado y rentable. La pérdida de las riquezas y el poder que derivaban de la gestión de las empresas estatales del sector al servicio de los intereses populares, se convirtió en una de las más espectaculares resignaciones de soberanía política de que se tenga memoria”.
(Todo lo anterior entrecomillado es parte de un esclarecedor documento emitido por la Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina, FeTERA/CTA)
Decreto 256/2010
Es de destacar la contundencia del decreto 256/2010 ya que ratifica una ves mas nuestro derechos soberanos sobre las Islas del Atlántico Sur, al establecer que “Todo buque o artefacto naval que se proponga transitar entre puertos ubicados en el territorio continental argentino y puertos ubicados en las ISLAS MALVINAS, GEORGIAS DEL SUR Y SANDWICH DEL SUR, o atravesar aguas jurisdiccionales argentinas en dirección a estos últimos, y/o cargar mercaderías a ser transportadas en forma directa o indirecta entre esos puertos, deberá solicitar una autorización previa expedida por la autoridad nacional competente”.
Es extenso el camino en recorrer, luego del conflicto bélico de 1982 que produjo un gran retroceso en las negociaciones diplomáticas, pero si se entiende y comprende que Malvinas debe ser una Política de Estado y que primero debemos recuperar esta Gran Malvinas que es la República Argentina, estaremos en el Bicentenario de la Patria comenzando a hacer realidad los sueños de miles de compatriotas que a lo largo de estos doscientos años lucharon por un país soberano, autónomo, federal, democrático, de equidad y fraternidad, a pesar de tanto cipayismo y entrega.
Orlando Pascua es Secretario Adjunto de la CTA Corrientes; Coordinador Red Compromiso Social por Malvinas.
Argenpress