Por Antonio Rossi.- Más allá de la polémica planteada sobre los volúmenes y los precios que pagó la administración kirchnerista, existe otro aspecto crítico que aún sigue salpicando las compras de fuel oil a Venezuela.
Se trata de la medida aprobada hace dos años por la cual se flexibilizaron los parámetros ambientales para permitir el ingreso de combustible menor calidad que ha venido suministrando la petrolera venezolana PDVSA.
En setiembre de 2006, la Secretaría de Energía -que depende del ministerio de Planificación, Julio De Vido -había aprobado las nuevas especificaciones técnicas y ambientales que debían cumplir los combustibles utilizados en el mercado interno.
Entre otros parámetros, se había establecido que para el caso del fuel oil iba a regir a partir de junio de 2008 un máximo de admisión de azufre de 7.000 partes por millón (mg./kg) en peso.
Pero dos meses antes de que entrara a regir ese límite que apuntaba a reducir los niveles de contaminación, la misma Secretaría de Energía comandada por Daniel Cameron dejó sin efecto el cambio, permitiendo que se siga usando el fuel oil más pesado.
Por la resolución 150/08, Cameron decidió que hasta nuevo aviso debía continuar vigente el nivel máximo de azufre de 10.000 partes por millón (mg./kg) en peso.
En ese momento, el Gobierno argumentó que el cambio se basaba en que “la necesidad de importar fuel oil vuelve conveniente ajustar las especificaciones a la calidad internacionalmente más comercializada, teniendo en cuenta que las usinas tienen controlado el máximo de emisión de dióxido de azufre”.
Más allá de la justificación oficial que fue cuestionada por los técnicos del sector, lo cierto es que el freno impuesto a la nuevas especificaciones terminó beneficiando directamente a PDVSA que siguió despachando fuel oil de menor calidad en lugar de enviar un combustible menos contaminante.
Lejos de corregirla el Gobierno aún sigue manteniendo la polémica medida. Lo insólito y llamativo del caso es que los productores locales de fuel oil si están cumpliendo con la norma ambiental que se había fijado en 2006. De esta manera, y tal como le advirtieron al Gobierno los ex secretarios de Energía, el país está comprando un fuel oil de baja y mediana calidad, mientras que vende al exterior un producto que se ajusta a las normas de los países desarrollados y es menos contaminante.
Clarín