El Golfo de México plantea problemas de toxicidad sin precedentes

El benceno se encuentra en el aire del Golfo a niveles de 3.000 ppb. El petróleo crudo se huele a cientos de kilómetros y, no te quepa la menor duda, si puedes oler petróleo estás aspirando benceno altamente tóxico

Kim Evans
Global Research
Si vives en EE.UU., sobre todo a la orilla de los 1.500 kilómetros del Golfo, tienes que desintoxicar tu cuerpo ahora. El motivo: el petróleo crudo está repleto de un producto químico tóxico llamado benceno. Incluso en pequeñas cantidades, el benceno se asocia con la leucemia, el linfoma de Hodgkin y otras graves enfermedades de la sangre y del sistema inmunológico. El “nivel seguro” de la EPA [Agencia de protección medioambiental de EE.UU.] para el benceno es de 4 ppb (partes por mil millones) y el benceno se encuentra en el aire del Golfo a niveles de 3.000 ppb. El petróleo crudo se huele a cientos de kilómetros y, no te quepa la menor duda, si puedes oler petróleo estás aspirando benceno altamente tóxico.
Con el petróleo también salen a borbotones numerosos gases tóxicos del subsuelo. Entre los gases a los que está expuesto todo el que se encuentre cerca del Golfo se incluyen el sulfuro de hidrógeno y el cloruro de metileno. El límite permisible para el sulfuro de hidrógeno de la EPA es entre 5 y 10 ppb (partes por mil millones), pero el 3 de mayo se registraron niveles en el aire de 1.192 ppb. Un antiguo director ejecutivo de una compañía petrolera dice que esos niveles plantean riesgos graves, incluso fatales, a adultos y niños nonatos. El sulfuro de hidrógeno actúa como el monóxido de carbono y los gases de cianuro: inhibe la respiración celular y la captación de oxígeno, y causa sofocación celular. En cuanto al cloruro de metileno, el cuerpo lo convierte en monóxido de carbono, y se sabe que causa daño al hígado, a la piel y cáncer. El nivel seguro de la EPA para cloruro de metileno de 61 ppb, y se encuentra en el aire a niveles de 3.000 ppb.
La mayoría de las personas saben que el dispersante químico utilizado por BP es altamente tóxico. Es tan tóxico que la EPA ordenó a BP que usara un dispersante diferente y menos tóxico. BP hizo caso omiso de esta orden. Actualmente se han descargado en nuestros océanos más de 3,8 millones de litros de estos productos químicos tóxicos. Con el vertido de petróleo del Exxon Valdez, el mismo dispersante causó serios daños a los pulmones, al hígado, al sistema nervioso y a la sangre de las personas; y hay numerosos informes de que los miembros de los equipos de limpieza en el Golfo están enfermando. En la etiqueta del fabricante dice que no se han detectado síntomas de toxicidad, pero estos productos químicos, usados en cantidades enormes y desmedidas, son evidentemente muy tóxicos.
Todo esto suena mal, y así es, pero lo que nos deja helados es que como parte del ecosistema interconectado de la tierra, el agua de lluvia proviene de los océanos. Por lo tanto, no debe sorprender que algunos científicos estén prediciendo una destrucción grave en todo EE.UU. por lluvias tóxicas, y parece que se informa sobre los primeros casos a unos 600 kilómetros del Golfo. De hecho, cientos de hectáreas de tierras agrícolas de Tennessee están en peligro.
Las cosechas tienen pequeñas quemaduras del tamaño de una gota de lluvia, y aunque los medios dominantes hablan de daños en las cosechas, todavía no han establecido la conexión entre las lluvias tóxicas, cargadas de productos químicos, y el posible fracaso de la cosecha. Se informa de que esas quemaduras afectan a todo lo que está a la vista y de que ninguna planta es inmune. También se encuentran pájaros muertos en las cercanías. Esas cosechas pueden fracasar, y si sobreviven es probable que sean tóxicas para el consumo porque las plantas que se riegan con productos químicos tóxicos los absorberán en sus células.
¿Qué se puede hacer entonces? Desintoxicar el cuerpo ahora y seguir haciéndolo regularmente en los meses y años por venir. Esos productos químicos en el aire –y pronto probablemente en el agua potable y en las cosechas que sobrevivan– representan un peligro muy real dentro de nuestros cuerpos. Por suerte, hay métodos para eliminar esos productos químicos, pero emprender los pasos necesarios depende de cada cual.
© Copyright Kim Evans, NaturalNews, 2010
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Rebelión
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Sigue la marea negra. Nada ha cambiado

Debora Billi
Petrolio, uno sguardo dal picco
Traducido por Gorka Larrabeiti
Se está haciendo cada vez más difícil, incluso para quienes llevan ya dos meses en ello, encontrar noticias sobre cómo procede el desastre en el Golfo. La Deep Water Horizon ya no es de primera plana y no me refiero a Italia, donde no ha merecido  gran atención y ha quedado arrinconada a los breves en página 20. También en EE.UU. el desastre ha pasado a formar parte del paisaje, algo a lo que poco a poco nos están acostumbrando como si se tratara de un acontecimiento inevitable.
Las webcams siguen todavía online, pero ya no hay millones de espectadores que sigan con entusiasmo minuto a minuto tratando de dar con el detalle revelador; ya no se leen miles de apasionados debates en el foro para explicar ese bulto gris o aquel  desplazamiento anómalo del ROV.  Las acusaciones que se dirigían a la BP por ocultar que si esto que si aquello han caído en el sopor. Lo único que queda es esperar los relief well: el primero de ellos estará listo en unas dos semanas. Mientras tanto, 60 o 100 mil barriles por día terminan en el mar y nadie puede hacer nada para detenerlos. Tendremos que quedarnos con ellos.
Las únicos que siguen tratando de hacer ruido para que les escuchen son los ciudadanos de Luisiana, Florida y Mississippi, que inundan la red con cientos de videos que muestran el horror  de las costas y playas, mientras la TV, ahora completamente divorciada de la realidad, continúa emitiendo anuncios publicitarios con famosos que invitan a ir de vacaciones al Golfo. Los ciudadanos hablan de los niños con tos, de toallas que “apestan a gasolinera”, de plantas quemadas, de charcos aceitosos después de chubascos, de personal de limpieza que se encuentra mal todas las noches. Nadie los escucha, probablemente, y cuando un clip de video rompe el anonimato, siempre hay quien dice que, como la tele no lo da, seguro que es de poco fiar, fruto de la ignorancia o de algún bromista. Como si aún tuvieran ganas de andarse con chanzas por esos lares.
El vídeo de hoy es el de una mujer de Pensacola, Florida, que muestra las playas llenas de alquitrán. Miren el minuto 0:55 y su experimento casero con una trozo de filtro de una  campana extractoras de cocina …
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Rebelión