¿Cuánta energía nos queda?

La catástrofe ecológica provocada por la explosión en la plataforma Deepwater Horizon de BP puede ser el primer desastre de la era de energía límite

Guillermo Alonso de Armiño y Erce
Rebelión
Hace medio siglo que las petroleras extraen crudo del mar cerca de la costa de Luisiana. Pero durante la mayor parte de este periodo, operaban en aguas de profundidad de 30 o 40 metros y, aunque el delta ya sufría un fuerte deterioro medioambiental, los derrames se arreglaban en cuestión de horas. En cambio, Deepwater Horizon perforaba en el fondo del mar casi dos kilómetros por debajo de la superficie y tardó tres meses en taponar el pozo roto. No deberíamos olvidar que el incidente no afectó a una plataforma obsoleta, sino a todo un símbolo del avance tecnológico experimentado por la industria. La plataforma accidentada ostentaba en la actualidad el récord mundial de perforación en aguas profundas (10.685 metros, de los cuales 1.259 corresponden a lámina de agua y 9.426 a rocas bajo el fondo marino).
Ahora se preguntan qué ocurriría si pasara lo mismo en una plataforma en el mar de Beaufort en Alaska. Tras la decisión de la Administración Obama de levantar la prohibición sobre perforaciones offshore, un tribunal federal ha vuelto a prohibirlas. Es un dilema que se repetirá en Brasil, cuyos nuevos campos petrolíferos yacen a 4.000 metros de la superficie del Atlántico, debajo de 2.000 metros de agua y otros 2.000 de sal submarina.
La Agencia Internacional de la Energía considera que, para satisfacer el crecimiento mundial de la demanda de petróleo la industria petrolera deberá desarrollar para 2030 una capacidad productiva cercana a los 64 millones de barriles diarios, más de seis veces la existente hoy en día en toda Arabia Saudita. ¿Podrá la industria del petróleo hacer frente a este desafío?
Desde la década de 1980, el volumen aportado por los nuevos yacimientos no compensa el extraído. Además los costes de exploración y producción están aumentando como consecuencia de que se debe trabajar en regiones más remotas, en ambientes más extremos y perforar a mayor profundidad.
Asimismo, la producción mundial de petróleo convencional en los campos hoy en explotación está experimentando un declive promedio del 6,7% anual. Además la relación entre la energía obtenida mediante la extracción de petróleo y la energía empleada para extraer este petróleo (EROEI, de Energía Retornada vs. Energía Invertida) está declinando de forma muy rápida, lo que significa que cada nuevo barril tiene un contenido energético neto inferior. Disponer de combustibles de alto EROEI resulta esencial para asegurar el crecimiento económico y la productividad de una sociedad.
En 1999, el EROEI obtenido para la producción mundial de petróleo y gas (obtenido dividiendo la cantidad de energía de petróleo y gas producidos por el equivalente en energía gastados en exploración, desarrollo y producción) fue era de 35 a 1. Esta relación desde entonces ha disminuido de manera constante hasta el 18 a 1 en 2006. Si el EROEI mundial para la extracción de petróleo y gas continua mostrando la misma tendencia, llegará a 1:1 en cerca de tres décadas.
Hoy día, la visión dominante en amplias capas de nuestra sociedad es que la “magia” del mercado y la tecnología nos sacarán de cualquier apuro. Diga lo que diga el dogma económico al uso, hay que decir alto y claro que los límites dictados por las leyes de la física existen, y que estos son inviolables.
El cenit del petróleo es real, sólo 14 de los 54 países productores han incrementado la producción. El 60% de la producción mundial viene de países que alcanzaron ya su pico máximo de producción. Y como ya saben por los datos oficiales de la AEI (Agencia Internacional de la Energía) estamos en un estancamiento de producción mundial desde el 2005.
País                                             Cenit en               Producción en 2008
EEUU 1970                                    -35%
Venezuela 1970                                    -32%
Libia 1970                                    -45%
Kuwait 1972                                    -17%
Irán 1974                                    -29%
Irak 1979                                    -31%
Rusia 1987                                    -14%
Egipto 1993                                    -23%
India 1995                                      -1%
Colombia 1999                                     -26%
Reino Unido 1999                                     -47%
Uzbekistán 1999                                      -42%
Noruega 2001                                      -28%
Omán 2001                                      -24%
Yemen 2002                                      -33%
México 2004                                     -17%
Arabia Saudita 2005                                       -2%
Nigeria 2005                                       -16%
Chad 2005                                       -27%
Italia 2005                                       -15%
Ecuador 2006                                         -6%
China Creciendo                                     –
Emiratos Árabes Creciendo                                      –
Brasil Creciendo                                      –
Angola Creciendo                                      –
Kazajstán Creciendo                                      –
Qatar Creciendo                                      –
Azerbaiján Creciendo                                      –
Sudan Creciendo                                      –
Thailand Creciendo                                      –
Turkmenistán Creciendo                                      –
Fuente: Estadística anual de British Petroleum (BP). Edición 2009
En una entrevista con The Independent, el Dr. Fatih Birol, economista jefe de la respetada Agencia Internacional de la Energía (AIE), dijo que “los ciudadanos y muchos gobiernos parecen ignorar el peligro del hecho de que el petróleo, del que la civilización moderna depende, se está agotando mucho más rápido de lo que se había previsto y que la producción mundial va a llegar a su cenit en unos 10 años, al menos una década antes de lo que muchos gobiernos habían estimado.”
“Pero la primera valoración detallada, de los más de 800 campos petrolíferos del mundo, que suponen las tres cuartas partes de las reservas mundiales, ha puesto al descubierto que la mayoría de los campos más grandes ya han llegado a su cenit de producción y que su tasa de declive está resultando ser casi dos veces más acusada que lo que se había calculado hace apenas dos años, que pondrá en riesgo toda esperanza de recuperación económica de la actual recesión económica mundial”, dijo.
En un escueto y descarnado aviso, el Dr. Birol dijo: “Algún día nos quedaremos sin petróleo; no se trata de hoy ni de mañana, pero algún día nos quedaremos sin petróleo y tenemos que dejar el petróleo antes de que el petróleo nos deje a nosotros. Y nos tenemos que preparar para ese día”, dijo el Dr. Birol. “Cuanto antes empecemos, mejor, porque todo nuestro sistema económico y social se basa en el petróleo, por lo que el cambio llevará mucho tiempo y exigirá mucho dinero y deberíamos tomarnos este asunto muy en serio”.
Para acabar, cada vez que lean una nota de prensa del tipo: “La compañía X ha encontrado un gigantesco yacimiento que contiene 1.000 millones de barriles. Incrementa así sus reservas en un 2% y bla bla…”, dividan esa cantidad entre los 85 millones de barriles diarios que necesitamos cada día para sólo “mantener” nuestro consumo actual: 1.000 millones de barriles encontrados / 85 millones al dic de consumo = sólo 12 días de consumo de petróleo. Pero la cosa es de hecho peor si recuerdan cómo disminuye el EROEI, la energía que necesitamos invertir para extraer el petróleo desde cada vez más profundidad, quedándonos menos energía neta para utilizar.
Debemos prepararnos cuanto antes para esta verdad geológica. Si los políticos y medios de comunicación no tienen una responsabilidad social y no se atreven a afrontar esta realidad, ¿de qué os sirven? No nos demoremos más, hablemos abiertamente de ello.
Guillermo Alonso de Armiño y Erce es Ingeniero Industrial
Nota:
Agradezco a D.Mariano Marzo, Catedrático de Recursos Energéticos, Facultad de Geología (UB) por permitirme utilizar parte de su trabajo en este artículo.
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