El hundimiento de la plataforma Deepwater Horizon en el golfo de México el pasado 20 de abril no es sólo el mayor desastre ecológico sucedido en la historia de EEUU. Según un artículo publicado hoy en la revista médica JAMA, supone también una amenaza para la salud de los estadounidenses
Público
Explican los investigadores de la Universidad de California en San Francisco (EEUU) que la amenaza es directa por inhalación del petróleo o contacto de este con la piel e indirecta por seguridad alimentaria. Por esta razón, los médicos deben familiarizarse con los efectos sobre la salud de los vertidos petrolíferos para “aconsejar, diagnosticar y tratar adecuadamente a los pacientes que viven y trabajan alrededor de la costa del golfo de México o de cualquier otro sitio donde suceda una tragedia de este tipo”.
Compuestos del petróleo
Los autores recuerdan los efectos sanitarios de desastres ecológicos como el del Exxon Valdez. Catorce años después de este vertido, los trabajadores tenían una mayor prevalencia de enfermedades en las vías respiratorias, así como más dolores de cabeza, irritación de garganta y otros síntomas como náuseas y diarreas. En su artículo, los estadounidenses mencionan también el estudio español sobre la salud de los voluntarios que limpiaron el desastre del Prestige, en el que se observó unas defensas más bajas en este grupo de ciudadanos.
Los autores explican que los compuestos principales del crudo son los hidrocarburos aromáticos y alifáticos y que, entre estos, se encuentran compuestos cancerígenos y teratógenos que provocan malformaciones en los fetos de mujeres embarazadas, como el benzeno y el tolueno. La buena noticia es, no obstante, que estos compuestos se evaporan en las horas siguientes a que el petróleo alcance la costa, pero no lo hacen químicos de mayor peso molecular también presentes en el crudo, como el naftaleno “que está clasificado por el Programa Nacional de Toxicología como una causa de cáncer precoz en humanos”, dice el estudio.
Los investigadores creen que los problemas sanitarios del derrame no sólo se derivan del petróleo. “El vertido del golfo es único por la utilización a gran escala de dispersantes para romper la marea negra”, señalan, explicando que dichos dispersantes contienen detergentes, surfactantes y destilados de petróleo. El contacto de la piel con estos componentes puede provocar dermatitis e infecciones secundarias en la piel y también hipersensibilidad cutánea, señalan los autores de la investigación.
Rebelión
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Un estudio concluye que la marea negra del golfo era del tamaño de Manhattan
El crudo que emanó de la plataforma de BP llegó a tener una extensión de 35 kilómetros de largo y 1,5 de ancho, hundido a un kilómetro de profundidad
DAVID ALANDETE
Los 4,9 millones de barriles de petróleo que se vertieron al océano después del accidente en la plataforma hundida Deepwater Horizon crearon una inmensa columna de crudo del mismo tamaño que la isla de Manhattan, hundida a un kilómetro de profundidad, de 35 kilómetros de largo y 1,5 de ancho, según información de un estudio independiente de la Institución Oceanográfica Woods Hole de Massachusetts, que se publicará hoy en la revista Science.
Hasta ahora, la gran mayoría de los estudios sobre el tamaño de la marea negra y su evolución en el golfo de México han sido elaborados por científicos del Gobierno o con información ofrecida por la Casa Blanca y BP, la petrolera responsable de la plataforma, en cuyo accidente murieron 11 personas. Esta es la primera investigación en profundidad elaborada por un grupo independiente de científicos, que tomó 57.000 muestras de agua a lo largo de 10 días en junio a bordo de un barco de la Fundación Nacional de Ciencia de EE UU.
Los investigadores que publican su estudio hoy en Science pudieron comprobar que en junio, una gran mancha formada por agua y crudo combinados se mantenía bajo la superficie. No se detecta a simple vista. Sobre todo, debido a que el crudo que ha emanado del pozo es del tipo conocido como ligero, de fácil disolución en el agua. Pero que esté diluido no significa que haya desaparecido. Una buena parte de él sigue, según estos científicos, a merced de las corrientes en el mismo golfo.
Además, la mancha no se ve ni se detecta en superficie. Los científicos que trabajan en el golfo han aventurado, de momento, dos hipótesis principales para ello: porque mucho de ese crudo ha emanado a 1,5 kilómetros de profundidad, en el lecho marino, y se mantiene en las frías profundidades, presionado por las corrientes cálidas de superficie, y porque los químicos disolventes usados por BP han facilitado que el crudo se divida en pequeñas microgotas que tienden a sumergirse.
“No sabemos por qué hay petróleo en el fondo marino cuando debería estar flotando en la superficie”, dijo en conferencia de prensa un químico del equipo de Woods Hole, Christopher Reddy. “Lo único que sabemos es que sigue ahí”.
Esto contradice el anuncio del Gobierno, el pasado cuatro de agosto, de que ha desaparecido ya un 74% del crudo que emanó de la fisura. Los científicos del Gobierno aseguran que parte de él se ha evaporado, otra parte ha sido quemada o recogida, y una tercera porción se ha disuelto y degradado en el agua.
“La Administración se mostró muy optimista”, explica el profesor Bob Díaz, de la Universidad de William & Mary, reputado experto en consumo de oxigeno en profundidades marinas. “El efecto de los disolventes es que rompe el crudo en pequeñas partículas, que no flotan. Se hunden en el lecho marino. Muchos científicos temen que, al eliminarlo de la superficie, se haya salvado los humedales del Misisipi, los islotes y las costas, pero que se haya puesto en grave riesgo la vida submarina”. Ya el miércoles, un estudio de la Universidad de Georgia contradijo esas mismas conclusiones.
Según los hallazgos del estudio que hoy publica Science, el crudo no se está degradando y desapareciendo al ritmo que se esperaba, sino con una mayor lentitud, lo que podría suponer un grave riesgo para la fauna marina, de la que depende una buena parte de la economía del golfo. “Va a pasar un buen tiempo antes de que el crudo se disipe o disuelva”, dijo el jefe de la investigación, el profesor Richard Camilli. El equipo de Camilli no ha investigado la toxicidad del crudo para los peces y moluscos.
El País