El presidente local de la petroquímica Dow dijo que la escasez de su principal materia prima le impide desembolsar US$ 400 millones
Por Carlos Manzoni.- Tres cosas da por sentadas Rolando Meninato, presidente de la petroquímica norteamericana Dow Argentina, al referirse a su negocio local: que no invertirá los US$ 400 millones que podría desembolsar si el país le garantizara su principal materia prima, que finalizará el año con 60.000 toneladas menos de producción por la falta de gas, y que la muerte del ex presidente Néstor Kirchner no provocará mayor apertura al diálogo por parte del Gobierno.
Sucede que el gas es para Dow el aire que respira, ya que de él extrae el etano con el que elabora polietileno, su principal producto. En un país donde la escasez gasífera obliga a cortes durante el invierno, no es sólo energía lo que se le retacea a la firma de origen estadounidense, sino que también se la priva de un insumo primordial.
El directivo cree, además, que por no tener un horizonte claro el país deja escapar una oportunidad histórica para crecer de la mano de los buenos precios internacionales y de la gran demanda de sus principales commodities .
-¿Desde cuándo sus inviernos son complicados?
-Desde 2007, cuando el Gobierno tomó el control del manejo del gas, porque había posibilidades de que el Gran Buenos Aires se quedara sin provisión. Entonces empieza a manejar los cortes, porque no había dudas de que iban a cortar.
-El Gobierno no tenía dudas, pero ¿ustedes se lo esperaban?
-Sabíamos que no iba a haber gas para todos, entonces lo teníamos que esperar. ¿Qué ibas a decir? ¿Yo tengo contrato ininterrumpible? Te cortaban igual. Si acá no hay contrato ininterrumpible desde 2007. Todo fue muy de golpe, con días en los que el gas era cero.
-¿Lo entienden esto desde la casa central? ¿Qué le dicen?
-“Hacé lo que puedas”, me dicen [risas]. Por suerte, Dow es una compañía muy internacional en cuanto a sus gerentes. El presidente es australiano y tenemos argentinos en el comité de dirección. Lo explicás y no le gusta a nadie, pero lo van entendiendo. Saben que estamos en una situación complicada, que tardará en revertirse y que estudiamos alternativas.
-¿Qué alternativas?
-Una es usar el etanol de origen vegetal. Ya hicimos cambios en la planta para tomar cada vez más propano y complementar con eso el etano, que era con lo que trabajábamos casi exclusivamente. Hoy ya estamos en el 20% de propano.
-¿Y el barco regasificador?
-Lo que trae no nos sirve, porque es gas seco que viene sólo con metano, sin etano. Además, en un día pico de invierno, el barco cubre un 7% de la demanda. No hay que olvidar que la demanda de gas en el país pasa de 70 millones de metros cúbicos por día a 140 millones.
-¿Cómo impacta esto en su producción de polietileno?
-Este año vamos a terminar produciendo 60.000 toneladas menos de lo normal, que es como perder un mes de producción.
-¿Igual cierra la ecuación?
-Sí. Lo que perdimos es la posibilidad de invertir para crecer. Uno dice: ¿podríamos invertir más para crecer en Bahía Blanca? Sí, sin duda. ¿Lo vamos a hacer? No, hasta que no podamos resolver los problemas de materia prima. No vamos a invertir para producir ocho meses al año. Invertimos sí unos US$ 50 millones para mantener, buscar fuentes alternativas al gas y solucionar el tema del agua.
-¿Cuánto podrían invertir si no les faltara el gas?
-Unos US$ 400 millones, para hacer otra planta de polietileno y ampliar un cracker [la primera parte, donde se hace el etileno], porque Brasil tira y hay demanda insatisfecha. Este año trajimos en barco 50.000 toneladas de etileno, lo que resulta carísimo, pero nos vimos obligados a hacerlo para poder cumplir compromisos con los clientes. Y eso es un parche, no una solución; trajimos 11 barcos y lo único que alcanzamos a cubrir fue el equivalente a la producción de un mes.
-¿Usted le plantea estas cuestiones al Gobierno?
-Sí, y lo entiende, pero no tiene una solución, porque no ha encarado un programa en política energética y no le queda otra cosa que manejar los cortes. La solución de fondo es crear incentivos para hacer crecer la producción de gas y esperar, por lo menos, cinco años, porque una vez que tomás las medidas adecuadas no es que pinchás y el gas sale de un día para el otro.
-¿Su compañía soporta cinco años más produciendo menos de lo normal en el país?
-¡Cinco años, como mínimo! Son cinco años dejando de ganar, produciendo 60.000 toneladas menos y dejando de exportar. Y esto es una cadena, porque, por ejemplo, al lado de nuestra planta en Bahía Blanca está Solvey Indupa, que tampoco puede crecer porque no le podemos vender más etileno. Lo que da bronca es que hay un potencial enorme en la industria petroquímica, pero se está desperdiciando la oportunidad de captar inversiones en un ciclo muy bueno.
-¿Puede cambiar algo luego de la muerte de Néstor Kirchner?
-Me da la impresión de que no, porque ciertas cosas no se pueden modificar aunque mañana digan que van a cambiar todo. Por ejemplo, la falta de gas, que a nosotros nos pega en el centro del negocio, es estructural.
-Pero ¿no confía en que ahora puede haber más diálogo por parte del Gobierno?
-No veo que pueda haber más diálogo. Puede haber apariencias de diálogo, como que [el presidente de la Unión Industrial Argentina] Héctor Méndez se junte con [el líder de la Confederación General del Trabajo] Hugo Moyano, pero el diálogo es decir tenemos que bajar los decibeles y sentarnos a trabajar para aprovechar el buen momento internacional y tener un verdadero plan de desarrollo. Además, puede ser que luego el ciclo cambie. Ya se predice una caída de precios, porque se hacen enormes plantas en los países árabes, donde el costo del gas es irrisorio.
-¿Cuánto golpeó a Dow el conflicto de hace dos años entre el Gobierno y el campo?
-Estar en permanente pelea y tener todas estas restricciones a las exportaciones desestabilizó los mercados agrícolas. Lo único que no se afecta con ROE [Registro de Operaciones de Exportación] es la soja, porque acá no se consume y entonces no hay problemas con el precio en el mercado interno. ¿Y eso qué provoca? Que el productor se vuelque a ese cultivo y le escape al resto. El año pasado se cultivó el área más baja de maíz de los últimos 30 años, y hace dos campañas que se siembra menos trigo.
-¿Puede cambiar ese esquema productivo?
-No, porque cada vez se demanda más soja. Pero más allá de todo eso, el país tiene una oportunidad fenomenal de transformarse en abastecedor del mundo, ya sea de materia prima o de producto terminado. No importa qué, porque en definitiva uno vende lo que otros le compran. Lo que nos cuesta a los argentinos es imaginar el país en 2020 y acordar en que tenemos una oportunidad fantástica en agricultura, minerales, turismo y un montón de actividades más. A partir de ahí, se deben atraer inversiones hacia esos sectores.
-Pero ¿puede haber oportunidades con una inflación del 30% anual?
-Y… no. Con esa inflación no, porque eso te frena la economía. Y los que más sufren son los de ingresos más bajos, que no están sindicalizados y que no pueden lograr un 40% de aumento salarial.
-¿Cuánto acordó Dow?
-Depende de la línea, pero en promedio crecieron un 15% en el año, que es lo más alto que hemos tenido, porque antes estábamos en cinco puntos. Eso ya hoy hace que en algunas líneas tengamos que parar un poco y que, por otro lado, hagamos estudios para automatizar con el fin de no crecer en mano de obra.
-¿Piensan cerrar líneas?
-No, por ahora no. Se puede atrasar algún plan de inversión o cerrar alguna operación y llevarla a otro lugar, pero ya estamos acá y nos hemos bancado todo lo que ha pasado en el país desde hace 53 años. Por ahí, lo que tenemos que hacer es cambiar la base de producción y, aunque haya más mercado, decidir producir hasta la capacidad actual de cada planta y el resto importarlo.
La Nación