Por Russell Gold y Ben Casselman.- La industria petrolera insiste que la catástrofe de la plataforma Deepwater Horizon en el Golfo de México fue un incidente aislado, resultado de una serie de pasos en falso sin precedentes que es improbable que se repita. Pero la historia reciente de las perforaciones mar adentro sugiere algo distinto.
En los meses anteriores y posteriores a que la plataforma estallara y se hundiera, acabando con la vida de 11 personas y derraman¬do millones de barriles de petró¬leo en el Golfo de México, la industria fue golpeada con varios derrames serios y accidentes alarmantes, algunos impactan¬temente similares a lo ocurrido en el Deepwater Horizon.
Una explosión cerca de las costas de Australia dejó petróleo flotando en el Mar de Timor durante semanas. En un pozo fuera de control en el Golfo de México se desmontó una pieza de un equipo de casi dos toneladas de peso en la cubierta de la plataforma Lorris Bouzigard mientras los trabajadores corrían para salvarse. Un escape de gas en el Mar del Norte a bordo de una plataforma de pro¬ducción estuvo cerca de conver¬tirse en un desastre de las dimensiones del de Deepwater Horizon frente a la costa noruega.
Datos de los reguladores de todo el mundo sugieren que después de años de mejoría, la seguridad de la perforación offshore empeoró durante los dos últimos años.
The Wall Street Journal revisó estadísticas de cuatro países con grandes industrias de perforación offshore y sistemas regulatorios modernos: Estados Unidos, Gran Bretaña, Noruega y Australia (un quinto, Brasil, no quiso facilitar sus datos). Cada país utiliza diferentes enfoques para evaluar las pérdidas generadas por el control de los pozos o los derrames, pero revelan una tendencia similar.
En la porción estadounidense del Golfo de México en 2009, se produjeron 28 derrames importantes vinculados con la perforación, escapes de gas natural o incidentes en los cuales los trabajadores perdieron el control del pozo. Esto supone un alza de 4% frente a 2008, de 56% frente a 2007 y de casi dos tercios si la comparación se hace con 2006. Al tomar en cuenta la cantidad de horas trabajadas en las plataformas marinas, la frecuencia de esos accidentes aumentó cada año entre 2006 y 2009.
El Ejecutivo de Salud y Seguridad del Reino Unido contabilizó 85 filtraciones serias de petróleo y gas en los 12 meses terminados el 31 de marzo, un incremento de 39% frente al año previo. Si se consideran las horas trabajadas, la cantidad de accidentes es la mayor desde 2004-2005.
En Noruega se produjeron 37 filtraciones de petróleo e “inci¬dentes en pozos” en 2009, según el gobierno. Se trata de un alza de 48% respecto a 2008 y el nivel más alto desde 2005.
Australia, por su parte, tuvo 23 derrames de petróleo, filtraciones de gas e instancias en las que pe¬tróleo o gas ingresaron a un pozo y amenazaron con una explosión durante el primer semestre, casi tantos como los 24 que tuvieron lugar en 2009.
El Instituto Estadounidense del Petróleo, que representa a la industria petrolera de ese país, advierte contra la posibilidad de extraer demasiadas conclusiones a partir de las estadísticas. “Sacar conclusiones muy amplias de un análisis limitado de los datos no es simple¬mente válido”, señaló en una declaración. Los expertos del instituto han utilizado en el pasado otros datos que indican que el desempeño de la industria ha mejorado, tales como una caída constante en el volumen de petróleo derramado cada año. “No creo que haya una seguidilla de accidentes”, afirma Lee Hunt, presidente de la Asociación de Contratistas de Perforación , entidad que agrupa al sector. “Cuando ocurren, hay en general un alto nivel de competencia demostra¬do en la solución del problema de modo satisfactorio”.
De todas formas, las empresas de perforación están reevaluando sus procedimientos, en buena me¬dida por temor a que un error las pueda llevar a su propio y costoso desastre. BP PLC calcula que el de¬rrame del Golfo de México le costa¬rá a la compañía y a sus socios, que eran propietarios del pozo que ex¬plotó, unos US$40.000 millones.
Hay varias posibles explicaciones para la reciente serie de problemas. Las investigaciones sobre el Deepwater Horizon y algunos otros incidentes recientes resaltaron las dificultades de la industria para encontrar y retener suficientes trabajadores experimentados, sus problemas para equilibrar las prioridades de seguridad con las demandas de rentabilidad y sus ocasionales incumplimientos en un marco de regulación laxa.
Estos desafíos se han vuelto más pronunciados a medida que las petroleras continúan probando los límites de la tecnología y experimentan en aguas más profundas entornos más hostiles y en yacimientos más complejos, dicen los investigadores.
Sin embargo, la inversión en petróleo submarino se está ace¬lerando. Se trata de una frontera crítica para saciar la creciente sed global de combustible. Los benefi¬cios potenciales, como ganancias para los accionistas de las compa¬ñías y una mayor recaudación im¬positiva, empleos e independencia energética para los gobiernos, son demasiado importantes como para detener la exploración.
EE.UU. finalizó en octubre su moratoria de seis meses para la exploración en aguas profundas, un mes antes de lo previsto, aun¬que revirtió planes para expandir las perforaciones en otras áreas. La Unión Europea consideró bre¬vemente una moratoria, pero cam¬bió de parecer bajo la presión de sus integrantes que consideraban que las regulaciones existentes eran suficientes.
“La producción en tierra está cayendo, al igual que en aguas no profundas. Las aguas profundas son el único lugar en donde está subiendo. Esa es la razón por la que todas las empresas se encaminan en esa dirección”, explica el consultor Rafael Sandrea.
Nueva reglas están siendo de¬sarrolladas para el Golfo de México. En EE.UU. y Europa, se estudian nuevos sistemas de respuesta rápi¬da para contener derrames de petróleo en aguas profundas.
La confianza de la industria en su capacidad de extraer gas y petróleo de instalaciones en el mar sigue firme. Lo de Deepwater Horizon “fue un incidente aislado”, dice Erik Milito, del Instituto Estadounidense de Petróleo. “No cree¬mos que haya una falla sistémica en la industria”, asegura.
Las empresas señalan que se han perforado 50.000 pozos en el Golfo de México sin que se haya producido otra catástrofe similar a la de BP. Pero algunos expertos dicen que esas estadísticas ocultan el creciente desafío de la perforación en aguas profundas. Cada año que pasa, los pozos se vuelven más complejos porque los fáciles ya fue¬ron explotados.
David Pritchard, un ingeniero de petróleo y consultor, estudió una base de datos de 5.000 pozos del Golfo de México a partir de 1993 y los clasificó por nivel de dificul¬tad. Pritchard buscó los pozos que eran por lo menos tan complicados como el de Deepwater Horizon. Encontró 43. ¿Cuál es el riesgo real de una ocurrencia catastrófica?” pregunta. ¿Una en 5.000 o una en 43? A Pritchard le preocupa que la in¬dustria esté “en estado de negación total” frente a los riesgos.
La Nación