Gas de esquisto: ¿revolución o ilusión?

En Norteamérica hay 28,3 trillones de metros cúbicos (Tmc) recuperables de gas de esquisto*
Equipo Editorial de Petróleo Internacional, Diciembre 2010
Pese a las renuencias acerca del gas de esquisto, hay entusiasmo en los medios gubernamentales e industriales de Estados Unidos y Europa, pues cada vez más se considera al nuevo gas como una verdadera sustitución de los combustibles fósiles. Posiblemente transcurrirá algún tiempo para que tome su rumbo, pero puede alterar la dependencia mundial del petróleo y sus derivados.
El gas de esquisto es gas natural atrapado en una roca sedimentaria rica en materia orgánica llamada esquisto o roca pizarra. Se extrae de esos estratos y constituye una de las materias más ampliamente difundidas en el mundo. La existencia del gas de esquisto se conoce desde tiempos remotos, pero nunca se le había considerado una fuente eficiente de energía porque su extracción resulta muy costosa y la permeabilidad de las rocas, es decir, la posibilidad de extraer gas de ellas, muy baja.
La actual “silenciosa revolución” de la industria del gas, como la llamó Tony Hayward, director ejecutivo de BP, comenzó en Norteamérica, donde el uso de nuevas técnicas —como la perforación horizontal y la fracturación hidráulica— ha permitido conquistar los, hasta entonces, inaccesibles yacimientos de esquisto y de este gas no convencional, de baja permeabilidad, con un costo muy inferior al que se estimaba hace apenas cinco años.
Disponibilidad.
En los últimos 10 años, una oleada de perforaciones alrededor del mundo ha revelado gigantescas reservas de gas de esquisto. Según algunos cálculos, tan sólo en Norteamérica hay 28,3 trillones de metros cúbicos (Tmc) recuperables de gas de esquisto, suficientes para cubrir las necesidades de Estados Unidos durante 45 años. Europa podría tener 5,66 Tmc. Los expertos estiman que los recursos de gas no convencional podrían aumentar en 250% las reservas mundiales.
La fiebre de la perforación aún está en sus comienzos, pero muchos analistas creen que el gas de esquisto puede reducir la dependencia europea del gas natural ruso, principal abastecedor de todo el continente europeo. También consideran que muchos países podrían aumentar sus reservas de gas en 40%, cifra similar al incremento que ya ha experimentado Estados Unidos desde que el gas de esquisto comenzó a explotarse.
Los pronósticos señalan que las nuevas tecnologías de producción de gas antes mencionadas son la mayor innovación energética de esta década. Y sorprende que no se hayan anunciado con bombos y platillos.
En los últimos cinco años, la producción de gas de esquisto en Estados Unidos se ha extendido por grandes superficies de Texas, Luisiana y Pensilvania. Hoy, algunas empresas estadounidenses buscan nuevos yacimientos de esquisto en países sedientos de fuentes nuevas de energía, concretamente en Europa, donde el precio del gas en algunos casos duplica al de Estados Unidos.
China e India, que tienen economías en intenso desarrollo y dependen del carbón para generar electricidad, parecen albergar un gran potencial de gas de esquisto. Además de ser una buena noticia, el aumento de las reservas globales del combustible fósil más limpio y el incremento del uso del gas natural en esos países contribuiría a producir menos emisiones de gases de invernadero que el petróleo y el carbón.
Tecnología de producción
Algunas técnicas normalmente usadas en la perforación petrolera, con imaginación, liberaron el gas de esquisto. La primera fue la “fracturación”, que es la inyección de fluidos en el yacimiento de esquisto o roca pizarra a fin de crear aberturas para que el gas fluya más libremente y llegue a la superficie. Durante años se experimentaron diversos fluidos de fractura. Todos resultaban costosos y los flujos de gas resultantes no eran rentables. A fines de los noventa se probaron mezclas menos costosas de agua y arena, con las que mejoró drásticamente el aspecto económico del gas de esquisto.
Más tarde, ese aspecto mejoró aún más con las perforaciones horizontales. En los pozos convencionales, la perforación va directamente hacia abajo y recoge el gas o petróleo que fluye hacia el pozo. En la perforación horizontal, la perforación se desvía 90 grados al llegar al estrato deseado y continúa por cientos y hasta miles de pies. Con ella el flujo de gas aumenta sustancialmente, se necesitan menos pozos y los costos bajan.
Argumentos a favor
Amy Myers Jaffe defiende a capa y espada los beneficios del gas de esquisto en un reciente trabajo ampliamente difundido en la industria. Transcribimos aquí algunos acápites de especial interés.
Ella dice estar convencida de que en las próximas décadas el gas de esquisto revolucionará la industria y cambiará el mundo. Impedirá la aparición de nuevos carteles, alterará la geopolítica y desacelerará la transición a energías renovables. En la última década, las nuevas técnicas de producción han reducido el costo de producción del gas de esquisto de US$5 por millón de BTU en la década de los noventa a US$3 actualmente, y la entrada de las grandes empresas petroleras reducirá aún más ese costo.
Uno de los principales beneficios de la fiebre del gas de esquisto será dar a los consumidores occidentales y chinos un suministro de combustible en su propio territorio, frustrando así la creación de un posible cartel del gas natural. Se debe recordar que antes de la puesta en producción de este gas, se esperaban grandes caídas de producción de gas natural en Estados Unidos, Canadá y el mar del Norte. Eso suponía una mayor dependencia de los suministros internacionales, en momentos en los que aumentaba la importancia del gas natural como fuente de energía.
Lo más preocupante era que la mayor parte de esos suministros de gas estaban en regiones inestables. En particular dos países controlaban la oferta: Rusia e Irán. Antes de los hallazgos de gas de esquisto, los mercados pronosticaban que ambos países contarían con la mitad de los recursos mundiales de gas conocidos. Eso ya no tendrá lugar, pues el gas de esquisto propiciará la competencia entre las empresas energéticas y los países exportadores y desbaratará los posibles planes de las petroleras de intentar ganar más poder en el mercado. La competencia es el mejor remedio contra el poder de los carteles.
Antes de 2007 parecía que Estados Unidos y Europa verían eclipsar su poder global al tener que doblegarse ante sus proveedores de energía. Pero el gas de esquisto va a dejar sin efecto la diplomacia energética de las “petronaciones”. Los países consumidores de Europa y Asia podrán recurrir a las grandes petroleras internacionales y a su propio esquisto para conseguir gas natural barato. Europa, por ejemplo, recibe de Rusia 25% de su gas natural a través de gasoductos. Se estima que los recursos de gas de esquisto se extienden a países como Polonia, Rumania, Suecia, Austria, Alemania y Ucrania. Una vez que se venda el gas de esquisto europeo, será difícil para Rusia usar sus exportaciones de gas como palanca política.
Por otro lado, la mayor producción de gas de esquisto en Europa haría más difícil que Irán se beneficiara de la exportación de gas natural. En la actualidad, Irán se encuentra limitado por las sanciones de países occidentales contra las inversiones en su sector energético, y cuando logre tener listo su gas natural para exportar, la oportunidad de ventas a Europa probablemente quedará cerrada por la disponibilidad de gas de esquisto a precios bajos.
El desarrollo del gas de esquisto también podría epresentar cambios para China, que se ha visto obligada a acudir a países conflictivos como Irán, Sudán y Birmania para cubrir sus necesidades de energía, complicando los esfuerzos de Occidente por promover políticas globales para afrontar a esos países. Pero si China pudiera acceder a una nueva fuente de gas natural en su territorio, podría evitar las importaciones y a las naciones problemáticas que las producen. Cuanto menos vulnerable sea China al gas y petróleo importados, más probable será el respaldo a sanciones u otras medidas contra países petroleros con problemas de derechos humanos o políticas agresivas.
Aspectos negativos
El gas de esquisto tiene también sus detractores, incluido el ex primer ministro ruso Vladimir Putin y analistas de Wall Street, que no están convencidos de que el gas de esquisto tenga el potencial de revolucionar la industria de la energía. Los argumentos en contra que ofrecen giran en torno a dos puntos: el costo de su explotación y los riesgos medioambientales que implica su producción.
La cuestión del costo ya la vimos, y en cuanto a los riesgos medioambientales, sus detractores tienen cierta razón al afirmar que la perforación en busca de gas de esquisto presenta un riesgo de contaminación para el agua en la superficie, aunque los estratos que contienen el gas de esquisto se encuentran generalmente de cientos a miles de metros debajo de la capa freática, que es la primera napa de agua subterránea que se halla al perforar. Alegan que si se llegara a romper la tubería de revestimiento, los fluidos de la perforación podrían filtrarse en los acuíferos.
Los críticos podrían estar exagerando los riesgos. En la perforación en tierra firme, donde está la mayoría de los depósitos de roca pizarra o esquistos, las tuberías se usan desde hace décadas con buen rendimiento.
Pero sí podría haber contaminación del agua si los fluidos de perforación usados no se descartan debidamente. Eso implicaría regulaciones más estrictas al respecto, con el consecuente aumento de los costos, pero dada la abundancia potencial de la oferta, los productores bien podrían absorber el impacto. Algunos ya están usando fluidos de perforación no contaminantes.
Otro posible peligro del gas de esquisto, según sus críticos, es que su producción no sólo reduciría la necesidad del carbón, sino también de las energías renovables, todavía en etapas incipientes de desarrollo.
Con las perspectivas de gas natural barato y abundante, las perspectivas para la energía renovable cambiarán drásticamente. Hasta hace poco podía pensarse que el momento de gloria de las energías renovables llegaría pronto. Pero los hallazgos de gas de esquisto complican el panorama pues hacen más difícil que las energías solar, eólica, de biomasa y nuclear puedan competir en lo económico. El gas de esquisto encarecería los subsidios que hacen competitivas a las energías renovables, al igual que los préstamos y los incentivos para construir nuevas plantas nucleares.
Además, el gas de esquisto pone en tela de juicio el argumento de la independencia energética favorecido por las energías renovables, pues al igual que la eólica y solar es también producido localmente, reduciendo el costo de las importaciones de crudo, gas y sus derivados.
Pese a esas renuencias acerca del gas de esquisto, hay un decidido entusiasmo en los medios gubernamentales e industriales de Estados Unidos y Europa, pues cada vez más se considera al nuevo gas como una verdadera sustitución de los combustibles fósiles. Posiblemente transcurrirá algún tiempo para que tome su rumbo, pero puede alterar considerablemente la dependencia que tiene el mundo sobre el petróleo y sus derivados.