El “gas electoral” sigue: más gastos y menos justicia

Según estimaciones recientes, el gobierno nacional deberá aumentar las partidas que se aplican al subsidio de precios artificialmente congelados. Ya gastó más de 60 por ciento de total presupuestado, a mayo de este año. La zona centro del país sigue viviendo en una burbuja de precios bajos. Neuquén se perjudica.
El Ministerio de Planificación del gobierno nacional, a cargo de Julio de Vido, gastó en los primeros cinco meses del año más del 60 por ciento de los fondos previstos por el Estado para subvencionar el complejo andamiaje de los servicios públicos en el país.
Según publicó el diario Cronista Comercial este martes, De Vido había gastado para subvencionar el sistema, que incluye la electricidad, el gas, los trenes, los subtes, los colectivos y una parte del negocio aerocomercial, a través de Aerolíneas Argentinas, 8.830 millones de pesos, un 63% de los casi 14.000 millones que tiene disponibles de acuerdo con la extensión presupuestaria que rige para este año.
Los números muestran con contundencia una realidad que para la provincia de Neuquén es fuertemente perjudicial, ya que los precios de la producción de hidrocarburos siguen congelados muy por debajo de su cotización internacional, con excepción del sector beneficiado por el gas y petróleo plus (parcialmente) y los nuevos precios que pueden acordarse (todavía en pocos casos) para los yacimientos no convencionales (shale y tight).
Estos precios permiten, por ejemplo, que un vecino de la Ciudad de Buenos Aires pagara 44,3 milésimos de dólar por cada kilowatt en marzo, mientras que en Brasil desembolsan casi 204 milésimos por la misma cantidad (más de cuatro veces más), de acuerdo con un informe de la consultora Montamat & Asociados.
De la misma manera, un industrial brasileño pagó el metro cúbico (m3) de gas u$s 2,427, más de tres veces por encima de los u$s 0,656 que debió desembolsar por la misma cantidad un empresario argentino.
Lo concreto es que para el caso de Neuquén, que produce tanto hidrocarburos como electricidad, a partir de las represas hidroeléctricas, el panorama sigue siendo de plena injusticia distributiva. Los neuquinos pagan tarifas altas (en el caso de la energía eléctrica) porque no reciben subsidios en la misma medida que los habitantes de Buenos Aires, por ejemplo.
El precio de la producción central de la provincia –gas y petróleo- sigue también frenado, mientras el Estado nacional aumenta subsidios y paga altos precios internacionales, importando cada vez más gas para abastecer el mercado interno. Todo esto, claro, raramente será modificado en el año electoral en que el gobierno pondrá en juego su continuidad.
Diariamente Neuquén