Por Víctor Bronstein*
Desde 2009 nuestro país parece contar con un nuevo y original actor político que cada tanto publica un documento o convoca a la prensa para decirles al Gobierno y a los argentinos qué es lo que se debería hacer en materia energética. Es el colectivo de los ex Secretarios de Energía. Como la Mesa de Enlace del campo, predicen crisis que no ocurren y cuestionan la política energética de este Gobierno a pesar de que se ha mostrado exitosa. Provienen de distintas ideologías y de diversas expresiones políticas, han estado en gobiernos radicales y peronistas entre 1986 y 2003. En los documentos que escriben no se hacen cargo de los problemas que tuvieron en sus gestiones y hacen análisis sesgados por sus motivaciones políticas, más allá de las capacidades técnicas que debemos reconocer. Por ejemplo, critican la caída de reservas como si esto fuera un problema del Gobierno y no de la geología y de la dinámica de los recursos no renovables. Es cierto que los incentivos económicos favorecen, pero no son los determinantes. En el mundo desde 1985 se descubre menos petróleo convencional que el que se consume. Es decir, las reservas a nivel mundial están disminuyendo. En Inglaterra, que tiene una política absolutamente liberal en materia de hidrocarburos, la producción de gas decreció el último año 4,3 por ciento y entre 2000 y 2010 cayó el 47,3, mucho más que en nuestro país. Inglaterra ha pasado en pocos años de ser un país exportador de gas a ser importador. Por eso el punto crítico es la seguridad energética, no el autoabastecimiento. En este contexto, no se entiende la crítica al acuerdo con Qatar, que nos garantiza gas por las próximas décadas, y dando cifras del convenio que no son exactas. Critican también la falta de inversión en exploración, pero no dicen nada del desarrollo del shale gas por parte de YPF que puede cambiar totalmente nuestro panorama energético, como ha ocurrido en EE.UU. Hablan de un capitalismo de amigos por la entrada del Grupo Petersen a YPF y no se hacen cargo del perjuicio que significó para el país la compra de YPF por parte de Repsol ni valoran la importancia de que un grupo argentino esté ahora al frente de la mayor empresa argentina. Critican la entrada de Pampa Energía en Edenor y tampoco se hacen cargo de las privatizaciones de los noventa donde los amigos eran los Soldati, Bulgheroni y Pérez Companc. Hablan del cambio en la matriz energética muy dependiente del gas, pero nada dicen que este Gobierno concluyó Yacyretá, ha comenzado importantes obras hidroeléctricas después de dos décadas sin nuevos proyectos, está terminando Atucha II y planificando nuevas centrales atómicas. Entonces, ¿qué une y motiva a este colectivo de los ex secretarios? Pareciera que es sólo una actitud ideológica. La ideología supone, lógicamente, la atribución de una gran importancia a las ideas y a las acciones que se derivan de ellas. Así ha sido a través de nuestra historia, donde la discusión ideológica dividió, generó resentimientos e hizo olvidar el fin último de estas discusiones, que es el de tratar de hacer un país mejor. Ahí está el punto, primero la Patria.
* Director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad.
Página/12