Nueva fiebre en la economía mundial

La euforia por hidrocarburos “no convencionales” se parece a la fiebre del oro en el XIX y a la del petróleo en Texas.
Por Ricardo Arriazu.- Mientras la mayoría de los países europeos intentan desesperadamente evitar la quiebra de sus sectores públicos y el colapso de sus economías, y las peleas internas en los Estados Unidos impiden reducir más rápidamente su elevada tasa de desempleo y avanzar en la reducción de su insostenible desequilibrio fiscal, el Estado de Dakota del Norte muestra una bajísima tasa de desempleo (3,5%) y un importante superávit fiscal superior a los mil millones de dólares.
La totalidad de esta bonanza está asociada al desarrollo del mega yacimiento de petróleo no convencional (shale oil) Bakken, que cubre las provincias canadienses de Alberta y Saskatchewan, y los estados de Montana y Dakota del Norte. Las estimaciones oficiales del US Geological Survey muestran recursos recuperables en este yacimiento de 4,3 mil millones de barriles, pero las estimaciones privadas la elevan a 30 mil millones y algunas extremas a 400 mil millones de barriles, lo que lo convertiría en el mayor yacimiento del mundo.
Todos los días, una interminable fila de camiones pasa por pequeñas aldeas llevando agua, material para el proceso de fractura de las rocas, maquinaria, alimentos, etc., en escenas que recuerdan la fila de mineros que, cargando todas sus pertenencias, encaraban en 1898 el ascenso del congelado paso Chilkoot en su camino hacia Klondike. Estas pequeñas aldeas duplicaron su población en menos de dos años y, ante la falta de vivienda, muchos de los nuevos habitantes decidieron vivir en carpas.
Esta “fiebre” está asociada tanto a las perspectivas de enormes ganancias, como a la necesidad de iniciar las perforaciones antes de que expiren los “permisos”. En los Estados Unidos el derecho a la explotación del subsuelo pertenece al dueño de los terrenos, quien vende los derechos de perforación que deben iniciarse dentro de un plazo máximo de 3 a 5 años. Estos derechos se vendían inicialmente a 100-200 dólares por acre y su valor actual alcanza los 2 mil dólares. Más de 6 mil pozos están operativos y la producción se incrementó 50% durante el último año, llegando en el mes de noviembre a 510 millones de barriles diarios.
La existencia de importantes recursos de hidrocarburos (gas y petróleo) en rocas sedimentarias (shale) y en arenas compactas era conocida, pero los costos de extracción tornaban inviable su explotación. Sin embargo, nuevos desarrollos tecnológicos durante la última década facilitaron la “liberación” del gas y del petróleo impregnado en la roca sedimentaria (y en arenas compactas) a costos competitivos. Las nuevas técnicas fueron probadas inicialmente con éxito en Texas, lo que generó la exploración de otras cuencas en el resto de los Estados Unidos.
La velocidad de estos desarrollos se manifiesta en la frecuencia con que se modifican los informes de las principales agencias mundiales. A fines de 2010, el World Energy Council emitió un informe (“Survey of Energy Resources: Focus on Shale Gas”) concluyendo que “el shale gas podría ser una solución potencial para muchos de los desafíos energéticos, en particular en Estados Unidos”. El mismo informe señalaba que en el mundo existían 688 shales en 142 cuencas, y que la mayoría podría contener recursos gasíferos significativos.
En abril de 2011 la Energy Information Administration (EIA) publicó un informe sobre estos potenciales recursos de gas en algunos países (excluyendo varios países con potenciales significativos, siendo el principal Rusia) que elevaba significativamente (más del 40%) las disponibilidades potenciales de gas a nivel mundial. En este estudio los mayores recursos estaban en China y Argentina ocupaba el tercer lugar con 774 billones de pies cúbicos, equivalente a más de 500 años de su consumo actual de gas.
Estas evaluaciones pronto quedaron obsoletas. En el Reino Unido, con una sola exploración en Lancashire, mostró un potencial de 200 billones de pies cúbicos que se compara con la proyección original de 40 para todo el Reino Unido. Israel anunció el descubrimiento de un gigantesco yacimiento que podría transformarlo en uno de los grandes exportadores de gas del mundo.
Esta situación obligó a la EIA a emitir un nuevo informe en noviembre de 2011 titulado “¿Estamos entrando en una edad de oro para el gas?”, modificando al alza las cifras anteriores y sus estimaciones de la evolución de la matriz energética mundial, reduciendo la importancia del petróleo y del carbón e incrementando la del gas. Las nuevas estimaciones muestran recursos potencialmente recuperables (convencional y no convencional) equivalentes a casi 250 años del actual consumo mundial de gas. Un aspecto no despreciable de estos nuevos “descubrimientos” es la ubicación de los yacimientos y su importancia geopolítica. Rusia y China concentran casi el 43% de estos recursos, América del Norte el 23%, América latina el 12,3%, y Oriente Medio sólo el 5,7%.
El impacto sobre Estados Unidos es notable. Si bien parece poco probable el planteo respecto de que el país se convierta en exportador neto de energía, por primera vez en casi un cuarto de siglo la producción de petróleo y de gas está creciendo y sus importaciones están disminuyendo. Es importante recordar que a partir de la década de 1960, ante la baja de sus reservas, las autoridades de los Estados Unidos decidieron estratégicamente preservar sus reservas y satisfacer sus demandas energéticas mediante importaciones. El reciente cambio de tendencia es una clara demostración de que las autoridades comparten el optimismo del sector privado. Estos desarrollos no están libres de controversia. No sólo existen dudas sobre la magnitud de estos recursos, sino que el debate sobre su impacto ecológico se intensificó.
Los recientes anuncios de Repsol-YPF de descubrimientos de gas en Neuquén y petróleo en Vaca Muerta son parte de esta tendencia y muestran un gran potencial para nuestro país. Lo importante para realizar este potencial es percatarse de que estamos compitiendo por capital y por maquinaria con otros países.
Clarín