La Unión Europea quiere demostrar su fortaleza y forzar con un embargo petrolero un cambio en la política atómica iraní
Por Manfred Kriener | Sin Permiso
La Unión Europea ha prendido la mecha de un barril de pólvora. El conflicto rápidamente puede cobrar vida independiente y conducir a consecuencias incalculables que afectarían sobre todo a Europa, porque, en lo que se refiere a la materia prima más importante, el viejo continente no goza precisamente de una posición preferente.
El embargo se ejecutará en un momento en el que el mercado mundial de petróleo ha alcanzado el punto máximo de su extracción (peak oil). La producción mundial de petróleo está estancada desde hace seis años, el precio del petróleo (Brent) ha alcanzado los más de 100 euros el barril. 2011 fue el año en el que el petróleo se vendió más caro de toda la historia y 2012 será aún peor.
En esta situación, el intento de acorralar al segundo proveedor de la OPEP con un embargo petrolero es prácticamente un suicidio. Si otros países se suman al boicot, entonces deberán obtener su crudo en alguna otra parte y el mercado enloquecerá. Éste es el único boicot en el que los boicoteadores deberían de tener pánico de que otros países muestren su solidaridad sumándose a él. ¡Absurdo!
El propio Irán ahora quiere igualmente sacar músculo y detener su exportación de petróleo a Europa por decreto de emergencia. El excedente de crudo se vendería –tras una ligera rebaja– a la India, China y otros compradores. Al mismo tiempo, Teherán intentaría poner histéricos a los sensibles mercados de petróleo para empujar aún más hacia arriba el precio del petróleo. El New York Times habla de atentados en Arabia Saudí cometidos por comandos chiíes infiltrados en el país.
También los constantes gestos de amenaza en dirección al estrecho de Ormuz comienzan a mostrar sus efectos. Luego está la situación explosiva en Nigeria, otro inestable exportador de petróleo. Del creciente precio del petróleo se aprovechará directamente Irán, pues alcanzará sin dificultades los mismos ingresos con menos exportaciones, mientras Europa pide su dosis a gritos. El yonqui que amenaza a su camello tiene todas las de perder.
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