Energía limpia, descentralizada y democratizada


 
Desde la economía social a proyectos de autogestión, diversas iniciativas muestran la viabilidad de otro modelo de producción y consumo de energía.
Por Patricia Manrique – “Hay un futuro energético magnífico y viable económicamente, pero tiene la resistencia más grande posible: los intereses creados de quienes hacen un gran negocio con la energía, que tienen una gran capacidad de incidencia”, explica Mario Sánchez-Herrero, profesor de economía de la Universidad Complutense y socio director de Ecooo, una empresa que, al igual que la cooperativa catalana Som Energia, ofrece la posibilidad de compensar la huella ecológica evitando la emisión de CO2 al medioambiente gracias a la generación de energía limpia.
Frente a un modelo de energía sucio, centralizado y dominado por el oligopolio de las grandes compañías, la producción colectiva de energía a diferentes escalas, desde la inversión en renovables a proyectos de autogestión, pone de manifiesto que cambiar el modelo energético es hoy, más que posible, real.
Energía distribuida y rentable
“Techos sí, suelos no”, con esta filosofía Ecooo ofrece desde 2005 la posibilidad de invertir en producción de energía eléctrica con paneles fotovoltaicos. Evitan instalar grandes “huertos solares” en medio del campo porque ese tipo de instalaciones “alejan el consumo de la producción y favorecen que se replique el mismo modelo energético actual, que obliga a transportar la electricidad hasta el consumidor con pérdidas muy significativas en el transporte”, explica Sánchez-Herrero.
Así, Ecooo alquila a propietarios de naves y a edificios públicos sus techos durante 25 años para instalar paneles de fotovoltaica. Estas instalaciones son copropiedad de los “comuneros”, pequeños inversores que desde mil euros pueden convertirse en copropietarios de una instalación consiguiendo, más allá de la rentabilidad de la inversión –un 8% con el que muchos se sienten incómodos, “porque no es esa su motivación”, explica Sánchez-Herrero– compensar su huella ecológica mediante la producción de energía limpia.
Aunque la propuesta de Ecooo no es el autoconsumo, porque las placas solares no van dirigidas a abastecer a los edificios que las albergan, la producción se vierte a la red en líneas de baja tensión y se consume en la zona, es decir, no se transporta ni transforma.
Tras siete años de andadura, disponen de instalaciones en Castilla La Mancha, Extremadura, Comunidad Valenciana… En su último proyecto, llamado la Ola Solar de Lebrija (Sevilla), el Ayuntamiento ha cedido las cubiertas de 11 edificios municipales para instalar paneles en sus tejados.
La producción colectiva y distribuida de energía renovable permite salir del oligopolio de las eléctricas
Proyectos de este tipo son ya viables y rentables gracias al esfuerzo llevado a cabo por el Estado español –y Alemania– para favorecer las economías de escala y aprendizaje en el campo de la energía. El Real Decreto 1/2012, que interrumpió dicho esfuerzo imponiendo una moratoria –probablemente indefinida– a las primas para las renovables, ha supuesto un freno al desarrollo general de las energías limpias, pero no tanto para la fotovoltaica que, gracias al impulso de años anteriores, ha pasado a ser rentable, reduciéndose el coste de producción de cerca de 3,5 euros por vatio en 2008 a 0,7 en 2012. El problema más grave es para otras propuestas como la termosolar, tecnologías aún inmaduras que no tendrán las mismas oportunidades para su desarrollo e implantación.
Contra el oligopolio eléctrico
A juicio de Sánchez-Herrero, detrás de la moratoria no se encuentra el problema del déficit tarifario sino los intereses de las grandes compañías, interlocutoras del Ministerio, que “han hecho una inversión tremenda en instalaciones de ciclo combinado y se han encontrado con un desplome de la demanda y con que las renovables las expulsan”. Esto es así porque Red Eléctrica Española, la entidad que se encarga de la gestión del flujo eléctrico, debe dar entrada a la red, por normativa legal, primero a las renovables; aunque, en la práctica, las primeras en entrar sean las nucleares ya que no se puede parar la producción. La moratoria carece aún de reglamento, por lo que no se pueden registrar nuevos proyectos, y empresas como Ecooo sólo pueden ejecutar las instalaciones aprobadas y esperar que se apruebe la normativa de autoconsumo.
Otro desafío que para el oligopolio de las grandes compañías suponen las renovables es que éstas son modulares, distribuidas, y, en consecuencia, permiten una mayor participación de los consumidores a través de la generación distribuida –descentralizada– y el autoconsumo. Para las grandes compañías, en cambio, es mucho más interesante un modelo centralizado que les facilite y/o asegure el control.
Si bien para el entorno urbano son más viables las iniciativas como la de Ecooo o Som Energia, en entornos rurales y ‘rurbanos’ donde las condiciones son más adecuadas para la autogestión, llevan años apostando por un modelo de autosuficiencia energética. Experiencias de autogestión
En el pueblo de Lakabe (Navarra) llevan 32 años sin conectarse a la red gracias a una apuesta decidida por la producción de energía. Disponen de 27 placas solares, un aerogenerador y una turbina hidráulica que abastecen a una comunidad con 15 casas, una carpintería y una panadería, aunque, explica Mabel Cañada, habitante de la comunidad, “tenemos muchas cosas en común lo cual nos permite ahorrar mucho”. En los últimos tiempos, investigan especialmente en combustibles: tienen un coche que funciona 100% con aceite, y el resto con mezclas con el 30% o el 40%. Si bien, para que funcione al 100% de energía renovable, es necesario hacer una transformación en la bomba –que además, explican, debe ser de la marca Bosch–. Asimismo, disponen de un coche adaptado con hidrógeno, con el que están experimentando. “Estamos trabajando en muchos frentes para tener aquí nuestra propia central de energía”, explica Cañada. Por la zona hay otros pueblos como Arizkuren o Rala que se encuentran en el mismo camino.
La energía renovable tiene preferencia por normativa para entrar en la red, con lo que desplaza a la energía sucia
Kan Pascual, en la barcelonesa sierra de Collserola, nace en 1996 inspirado en el anarquismo, la permacultura y el zapatismo, para construir una comunidad autónoma resistente. Se basan en la autogestión de las necesidades básicas y en el Do It Yourself (Hazlo tú misma) y apuestan por la autonomía energética, funcionando con energía solar térmica, fotovoltaica, un aerogenerador autoconstruido y biomasa. Empezaron con velas, vivieron con 12 voltios durante seis años, y hoy disponen de luz, ordenadores, música… aunque la potencia aún no llega para la lavadora –usan una colectiva en el barrio cercano–, o el frigorífico –que funciona con butano–. “La autogestión es posible y además lo hemos conseguido con muy pocos recursos”, explica Ferrán Llamas, habitante de la comunidad. Marc Gavaldá, también poblador de Kan Pascual, reflexiona: “Se pueden ver este tipo de proyectos como algo marginal, pero el consumo de un colectivo de diez personas durante 15 años, en vatios, implica una cifra que va más allá de la anécdota”. En Catalunya, hay otros proyectos como Can Masdeu o la Red de Repoblació que tratan de impulsar la autosuficiencia energética.
Diversas experiencias de autoproducción en pequeñas comunidades muestran el camino hacia la soberanía energética
La experimentación y el aprendizaje colectivo son claves. En Escanda, comunidad de 11 personas en los montes de Lena, en Asturies, se tomaron muy en serio la autosuficiencia energética desde el inicio, y han promovido la formación a lo largo de sus nueve años de vida con talleres. El aerogenerador de Kan Pascual, por ejemplo, es fruto de esos cursos. Poseen colectores solares térmicos, un aerogenerador y una ‘gasolinera’ donde filtran el aceite reciclado, combustible de la furgoneta colectiva, todo construido por ellos y ellas.
Aerogenerador colectivo
La organización Viure de l’aire del cel proyecta colocar en el término municipal de Pujalt (Alto Anoia, Barcelona) un aerogenerador de propiedad compartida, un ECO-122 d’Alstom, especialmente diseñado para zonas de vientos bajos. La previsión es que produzca electricidad equivalente al consumo de unas 2.000 familias. Su emplazamiento ha sido decidido por las buenas condiciones eólicas de la zona y la facilidad de conexión a la red de media tensión. El coste de la instalación y puesta en funcionamiento de la turbina se cubrirá con las aportaciones de las personas y entidades sin ánimo de lucro y pequeñas empresas que quieran contribuir a la democratización del sistema energético.
Diagonal