Por Inés Acosta.- Uruguay necesita reforzar y ampliar sus líneas de transmisión eléctrica para absorber los 1.200 megavatios de energía eólica que planifica generar para 2015.
El objetivo forma parte de otro mayor, y para el mismo año: que la mitad de la matriz energética nacional se componga de fuentes renovables.
Las inversiones en generación a partir del viento se multiplican. Y la estatal Administración Nacional de Usinas y Trasmisiones Eléctricas (UTE) se ve ante la necesidad de mejorar la infraestructura de su red de transmisión.
De momento, el viento produce apenas uno por ciento de la electricidad de este país sudamericano, con tres parques eólicos que generan 43 megavatios en el sudeste: uno público en el departamento de Maldonado, y dos privados en el de Rocha.
Cuando se llegue a 1.200 megavatios, estos representarán 29 por ciento de la oferta de electricidad, explicó a Tierramérica el presidente de UTE, Gonzalo Casaravilla.
Ya hay contratos para generar 930 megavatios “que se van a ir instalando en los próximos años, de los cuales hemos firmado seis y estamos por firmar otros 12”, dijo Casaravilla.
Esos planes abarcan 21 nuevos parques en 11 departamentos en el noroeste, oeste, centro, sur y sudeste del país.
Según Casaravilla, las construcciones comenzarán a fin de año y se prolongarán entre 12 y 18 meses. Además, UTE planifica generar otros 180 megavatios en convenio con la empresa estatal brasileña Eletrobras.
Todo el territorio de Uruguay tiene buen potencial eólico, pero la densidad de su red eléctrica no es igual de homogénea.
“La red fue diseñada hace muchos años para llevar electricidad donde está la gente y no para traer electricidad de esos lugares”, explicó a Tierramérica el doctor en física y director nacional de Energía del Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM), Ramón Méndez.
Uruguay es el país de mayor electrificación de América Latina, con 98,8 por ciento de cobertura. Pero, con algo menos de 3,3 millones de habitantes y casi la mitad de ellos concentrados en la capital, tiene extensas zonas muy poco pobladas. Allí, “las redes eléctricas son diseñadas solamente para satisfacer las necesidades de esos pocos clientes”, detalló.
Pero cuando se instalan grandes parques eólicos “se precisan líneas más largas para conectarse al primer nodo lo suficientemente potente para descargar toda esa energía”, dijo Méndez.
Por tanto, “un buen proyecto es el que está en un lugar donde al mismo tiempo hay buenos vientos y buena red eléctrica”, sostuvo Méndez.
Ese fue el desafío. “Al principio era fácil porque había lugar en todos lados, pero a medida que fue haciéndose más densa la generación distribuida, la selección de los lugares adecuados fue más complicada”, describió Casaravilla.
Dos de los 18 proyectos eólicos licitados y aprobados hallaron difícil instalarse a las redes existentes en los lugares previstos de los departamentos de Tacuarembó y Florida. Pero fueron reubicados en sitios con mejor conexión, sostuvo.
“Hemos logrado ubicar todos los proyectos que se presentaron al proceso licitatorio con UTE. Realmente quedaron muy pocos lugares con capacidades remanentes”, añadió.
Por eso, UTE planifica desarrollar las redes necesarias para instalar nuevos proyectos en los próximos 10 años. “Tenemos prevista la ampliación de la red del norte, que permita seguir incorporando generación distribuida de acuerdo a la demanda”, dijo Casaravilla. Para el próximo quinquenio, la inversión en líneas y subestaciones será de 1.000 millones de dólares.
Pero ahora, seis empresas quieren construir ocho parques eólicos en Pueblo Peralta, en el norteño Tacuarembó. Se trata de una inversión de 20 millones de dólares que permitirá generar 300 megavatios en una zona con “excelente potencial de vientos”, dijo a Tierramérica el director de una de esas empresas, PTZ Bioenergía Uruguay, Ricardo Pretz.
Esos vientos “permiten instalar aerogeneradores con longitud de palas mucho más grande para producir mayor energía. Esto resulta en proyectos mucho más rentables, posibilitando a UTE comprar la energía eléctrica a precios menores”, argumentó Pretz, cuya empresa forma parte del grupo brasileño PTZ Bioenergy.
Sin embargo, en la zona “no hay posibilidades de conexión a la red, ya que la subestación más cercana está saturada”, alegó. Los empresarios quieren mantener el emplazamiento y para ello se han reunido con Casaravilla y con el ministro Energía, Roberto Kreimerman.
Casaravilla observó que “hoy no se puede dar una respuesta”, ya que se necesita “ver cómo evolucionan los contratos que ya se han firmado”. Después de 2015 hay que seguir instalando parques “y habrá que analizar cuál es la mejor forma de hacerlo”, indicó.
Méndez no cree que las limitaciones de la red afecten el interés privado en la energía eólica, que calificó de “enorme”. “Solamente en este período de gobierno (iniciado en 2010) estamos superando los 6.500 millones de dólares de inversión”.
En cada licitación se presentan alrededor de 20 proyectos a través de varias empresas internacionales. “Se licitan contratos de 20 años y a raíz de esa puja del mercado, hemos obtenido precios muy buenos que están 50 por ciento por debajo de los promedios en Europa”, dijo.
Eso determina costos de “alrededor de 60 dólares el megavatio-hora, sin ningún tipo de subsidio, que es el tema central”, explicó. De acuerdo a sus estimaciones, estas inversiones permitirán que los costos eléctricos del país se reduzcan en un 30 por ciento hacia 2015.
La actual política energética uruguaya se adoptó en 2008 para los siguientes 25 años; y en 2010 fue refrendada por todos los partidos políticos.
“Las transformaciones empezaron en el sector eléctrico con las primeras incorporaciones de energía eólica (en 2008 había un solo molino eólico) y con la incorporación fuerte de biomasa”, dijo Méndez.
“En poco tiempo tuvimos un cambio muy significativo, porque el año pasado lo cerramos con 46 por ciento de renovables en la globalidad de nuestra matriz energética”, señaló.
La hidroelectricidad aporta 20 por ciento, la generación con biomasa de residuos, 12 por ciento, la leña, 12 por ciento, y el dos por ciento restante lo proporcionan los biocombustibles y las fuentes solar y eólica.
Alcanzar 50 por ciento de fuentes renovables en 2015 es una meta “extremadamente ambiciosa”, según Méndez, pues de momento “las renovables no superan el 12 por ciento de la matriz mundial”.
Este desarrollo es clave para un país que carece de hidrocarburos y depende de importaciones de crudo para abastecerse de combustibles. Sin embargo, también en este terreno se han multiplicado las empresas internacionales que exploran en busca de petróleo y gas en distintas formaciones geológicas.
* Este artículo fue publicado originalmente el 25 de agosto por la red latinoamericana de diarios de Tierramérica.(FIN/2012)
IPS Noticias