Pequeñas represas pasan de heroínas a villanas en Brasil

Por Fabiana Frayssinet.- La decisión judicial de suspender la construcción de pequeñas centrales hidroeléctricas en la cuenca brasileña del río Paraguay puso en cuestión una alternativa energética en expansión y considerada, hasta hace poco, la menos dañina para el ambiente.
La justicia federal, a pedido del Ministerio Público Federal del sudoccidental estado de Mato Grosso do Sul, ordenó paralizar en ese distrito las obras en marcha o proyectadas de este tipo de represas hasta que se evalúe su posible impacto ambiental.
Los estudios disponibles se refieren al impacto ambiental de cada obra, pero según los fiscales es necesario evaluar ese efecto de manera integrada.
El dictamen consideró que las pequeñas centrales hidroeléctricas (PCH) pueden causar daños irreversibles como la alteración del ciclo del Pantanal, uno de los humedales más grandes del mundo, con más de 230.000 kilómetros cuadrados, ubicado en el sudoeste de Brasil, el norte de Paraguay y el este de Bolivia.
A su vez, esas alteraciones podrían causar impactos en todo el bioma, afectando a las 4.000 familias que dependen de esa cuenca para sobrevivir, con actividades como turismo, agricultura y pesca.
“Es casi intuitivo, inclusive para profanos, que el embalse de agua en varios puntos del río cambia el pulso de flujos y reflujos. Lo que está en juego es la historia del Pantanal”, argumentó Daniel Fontenele Sampaio, del Ministerio Público Federal de Mato Grosso do Sul, sobre esa zona protegida y declarada Patrimonio Natural de la Humanidad.
Tan solo en la cuenca del Alto Paraguay hay más de 113 proyectos de PCH, 30 de los cuales están operativos, y otras 10 centrales de mayor tamaño. El estatal Instituto Brasileño de Medio Ambiente evalúa, además, otra veintena de iniciativas similares repartidas en los estados de Mato Grosso y Mato Grosso do Sul.
La Agencia Nacional de Energía Eléctrica define como PCH a las represas de pequeño porte, cuya capacidad instalada se ubique entre uno y 30 megavatios, y su embalse ocupe una extensión inferior a los tres kilómetros cuadrados.
Según el Portal PCH, que representa al sector, se trata de una alternativa usada principalmente en ríos de corto y mediano recorrido y que posean desniveles significativos, capaces de generar una potencia hidráulica suficiente para mover las turbinas.
“En el caso del Pantanal, hay impactos notables porque rompen el ciclo natural de los flujos y reflujos del reservorio”, explicó a IPS el físico Roberto Kishinami, especializado en el uso sustentable de los recursos naturales.
La entrada en operaciones de tantas PCH implicaría mantener inundada una zona grande y muy plana de manera permanente, “en un lugar en el cual el periodo de sequía es fundamental para el ciclo de vida de varios animales, como peces y pájaros”, advirtió.
Brasil tiene 423 PCH en operación, que generan casi 4,1 millones de kilovatios, 3,5 por ciento del total de la energía producida por vía hidráulica en el país, según datos oficiales. Además, hay 52 en construcción y otras 130 fueron autorizadas en licitaciones desde 1998.
“Las pequeñas centrales siempre fueron objeto de discusión”, dijo Kishinami. Básicamente porque sus impactos son a veces mayores en proporción que los de las grandes centrales, si se consideran indicadores como “área inundada por kilovatio instalado o por energía efectivamente generada” o “ictiofauna (peces) afectada por kilovatio”, entre otros, explicó.
El cuestionamiento judicial a las PCH surge en momentos en que grandes proyectos de hidroeléctricas como Belo Monte, sobre el río Xingú y en el norteño estado de Pará, sufren también fuertes críticas de ambientalistas e idas y venidas en los tribunales.
El Ministerio de Energía y Minas promueve opciones alternativas como las PCH por sus supuestos menores impactos ambientales. Actualmente las hidroeléctricas en su conjunto representan 75 por ciento de la oferta eléctrica del país.
El plan de expansión energética prevé un aumento progresivo hasta 2020 de las fuentes alternativas de energía, para pasar del actual nueve por ciento de la matriz nacional a 13 por ciento. Las PCH llegarían a casi 3,8 por ciento de ese total.
La Asociación Brasileña de Generación de Energía Limpia http://www.apmpe.com.br/zpublisher/secoes/home.asp (Abragel), que aglutina a la gran mayoría de las PCH, indica que estas representan “un potencial significativo con capacidad para contribuir a la matriz nacional de forma sustentable y limpia”, pero están afrontando desafíos económicos y regulatorios que obstaculizan ese camino.
“Brasil no puede dejar de explorar una fuente de energía eléctrica limpia, renovable y sustentable, que se localiza cerca de los centros de carga y por ello no acarrea costos adicionales de transmisión”, defendió desde el sitio de Internet de Abragel el experto Charles Lenzi, quien no pudo dar entrevista a IPS por estar viajando por varias ciudades del país.
Por su parte, Pedro Bara Neto, del capítulo brasileño de la organización conservacionista internacional WWF, sostuvo que, “teóricamente”, las PCH tendrían menos impacto ambiental que otras fuentes. Sin embargo, eso “no puede ser asumido como una verdad absoluta”, advirtió.
Tal beneficio dependerá de la cantidad de PCH y de su localización, “o sea del impacto acumulativo y de dónde estén”, dijo a IPS, cuestión que consideró “central” en el caso de la proliferación de pequeñas centrales en la región del Pantanal.
Este activista de WWF Brasil mencionó algunos puntos negativos de las PCH, como el hecho de que fragmentan los ríos (normalmente están en las cabeceras), reducen en los trechos el flujo de agua y el costo energético es alto.
Ante los problemas apuntados con las PCH, la pregunta es qué otras opciones quedan para aumentar la oferta energética.
Bara Neto considera que la mejor alternativa es la “diversificación” de fuentes alternativas, que contemplen también proyectos de PCH.
En ese abanico entrarían además las fuentes eólicas, térmicas a base de bagazo de caña (la mayoría bien cerca del mercado consumidor como el caso de São Paulo, la mayor ciudad del país), solar e “inclusive hidroeléctricas de mayor tamaño, siempre y cuando sean el resultado de un cuidadoso estudio de localización y viabilidad técnica y económica”, detalló.
“Lo que no podemos hacer es aumentar nuestra vulnerabilidad a los cambios climáticos al incrementar nuestra dependencia de grandes proyectos distantes y menos eficientes bajo el punto de vista de la seguridad, como las represas de la planicie amazónica”, alertó.
Kishinami admitió, a su vez, que las alternativas adecuadas desde el punto de vista ambiental están quedando escasas, “principalmente porque ya explotamos bastante los recursos naturales”.
Por eso subrayó que esto es una oportunidad para aumentar la eficiencia en el uso de la energía disponible.
En ese sentido, el científico y ambientalista criticó la política del gobierno de Dilma Rousseff, pues está “yendo en la dirección equivocada”.
“Quiere reducir impuestos, lo cual es bueno mientras se haga con criterio, para reducir los costos de energía de la industria lo que, en este caso, es un incentivo a la ineficiencia”, sostuvo.
Para Kishinami, lo mejor sería apoyar el aumento de la eficiencia energética de la industria, para así reducir costos y aumentar la competitividad.
IPS Noticias