No hay ecología sin sacrificio

Traducción de Pedro Prieto
Después del debate entre miembros de ASPO, parte del cual ha tenido lugar en nuestras páginas (Por qué soy miembro de ASPO), en el que se ha discutido sobre el cambio climático y el calentamiento global y su relación, su paralelismo y también, por qué no un cierto antagonismo con la crisis energética y las formas de ver ambos, Nate Hagens, un prominente miembro del Post Carbon Institute y antiguo editor de The Oil Drum, nos ha obsequiado con unas reflexiones sobre este asunto, que hemos traducido en estas páginas para nuestros lectores.
No entramos a debatir sus puntos de vista, aunque a veces podamos tener, como todo el mundo, alguna discrepancia y divergencia o diferente forma de enfocar el asunto. Simplemente las transmitimos y dejamos a nuestros lectores su opinión en estas abiertas páginas.
“There is No Green Without Lean”
Por Nate Hagens – Para la mayoría está claro que en el mundo actual abundan los riesgos para los organismos humanos y no humanos.
Blanco o negro, rico o pobre, conservador o liberal, la mayoría de los que prestan algo de atención a los sucesos tienen una profunda sensación de que hay algo que no va bien. En el frente social tenemos una creciente clase media y baja -un 30% de los estadounidenses-, que si pierden los trabajos, tienen menos de 100 dólares de ahorros. Sin mencionar a los 2.000 millones de personas que sobreviven con menos de 2 dólares diarios. En EE. UU. desde 1965 y cada año nuestra deuda ha crecido más que lo que ha crecido nuestro PIB. Por ejemplo, seguimos pidiendo prestado del futuro para consumir hoy. Algo menos visible, pero quizá más importante, en el frente medioambiental, es que los científicos prevén que la sexta gran extinción masiva está en camino, con las especies desapareciendo entre 10 y 100 veces más rápido que las tasas de extinción habituales. Entre los culpables de estas considerables pérdidas para el mundo natural, se cuenta el cambio climático, la pérdida de hábitat, la contaminación de los océanos por acidificación y la sobrepesca.
Así, independientemente de si uno cree que el cambio climático es un 70 o un 99% de origen antropogénico o si ello representa un riesgo crítico y urgente o por el contrario es un riesgo moderado para nuestro futuro, queda meridianamente claro que una sola especie (la nuestra) está provocando un descomunal impacto negativo sobre el resto de los moradores del planeta. Además, nuestra trayectoria implícitamente buscada de crecimiento continuado ha llegado a los límites sociales, financieros y materiales. Es un asunto bastante importante ver como casar esos riesgos y en qué orden.
Este ensayo sugiere que los ecologistas pueden ser la vanguardia del paradigma que se nos viene encima sobre el crecimiento continuado. Como pioneros, tienen la capacidad de influenciar y motivar otro tipo de demografías de la sociedad hacia un futuro más benigno, tanto para nosotros mismos, como para las demás especies. Pero dadas nuestras limitaciones energéticas y financieras, el fin de la economía basada en el crecimiento ya no es una “opción” medioambiental, sino algo que resulta inevitable y que está llegando con rapidez. La reducción del consumo de combustibles fósiles llegará por sí misma, debido al agotamiento de los mismos y a su creciente indisponibilidad. Se necesita entender con urgencia si este declive será suficiente para mitigar los impactos vinculados a las emisiones de CO2 o si por el contrario, creará nuevos problemas medioambientales.
El movimiento ecologista tiene muy diversos componentes, desde los ecologistas más pofundos a los que creen en las “smart grids” o redes inteligentes. Algunos de ellos, como 350.org se plantean evitar los impactos climáticos destructivos deshaciéndose institucionalmente de acciones y bonos de las compañías de petróleo y gas y eliminando los subsidios a los combustibles fósiles, de manera que las energías renovables puedan tener luz verde para llevarnos a una economía baja en emisiones de carbono. Otros prominentes ecologistas están tan preocupados sobre el desbocado cambio climático que proponen un casi inmediato cese de la combustión de fósiles; una lista de signatarios ecologistas ha señalado una fecha límite de 50 meses en la que el continuado uso de los combustibles basados en el carbono, nos harían cruzar el rubicón de un aumento inevitable de temperatura de 2 grados centígrados. (Just 50 months to tackle climate change)
El emblemático ecologista (y anterior decano de la Escuela Forestal de Yale), Gus Speth aboga por protestas masivas no violentas y él mismo fue arrestado en una manifestación contra el oleoducto Keystone (Gus Speth: ‘Ultimate insider’ goes radical)
(http://grist.org/climate-energy/gus-speth-ultimate-insider-goes-radical/). Todos ellos son bienintencionados y comprendo su frustración al intentar cambiar nuestro sistema, pero en mi opinión reducir a Exxon y a Chevron nuestros problemas ambientales es como culpar a la vesícula biliar de Hitler del holocausto. Canaliza un naciente espíritu de cambio social hacia un fin último vacío de contenido. El grueso de este ensayo perfila las razones por las que creo esto. Incluyen el papel de la energía en la sociedad, el de la biología en el comportamiento humano y el papel de la deuda en nuestras economías a la hora de detraer recursos adelantadamente y cuando se combinan, sugieren una incapacidad de la sociedad mundial para seguir creciendo, con o sin combustibles fósiles, desde ya mismo. Acabo con un ruego tanto para elevar y ampliar el nivel de esta discusión entre líderes ecologistas, en el sentido de que tenemos que viajar hacia un futuro de menor consumo, más que hacia un futuro con menos emisiones de carbono, porque éste está llegando muy rápidamente, independientemente de nuestras políticas y deseos y porque una trayectoria planificada hacia un futuro con menor consumo podría previsiblemente evitar algunas de las perniciosas discontinuidades que se pueden esperar de una estrategia basada en los razonamientos sobre el carbono, si ésta no se hace descarrilar.
Antes de presentar la lista de hechos, permítaseme listar algunas de mis creencias, de manera que ustedes puedan entender de dónde provengo. Soy prehumano, pro-biosfera y un veterano ecologista. Me preocupa el presente (y el futuro) del mundo natural, más allá del uso y disfrute que yo pueda hacer del mismo y estoy dispuesto a hacer sacrificios en mi propia vida para preservarlo. No creo que los seres humanos seamos ni el centro ni el propósito final de este planeta, pero si veo un mundo de 500 millones de homínidos viviendo en (relativo) equilibrio ecológico durante unos mil o diez mil o cien mil años a partir de ahora.
Creo que hemos sobrepasado ampliamente nuestra capacidad y que vamos en trayectoria acelerada hacia una anhedonia cultural; esto es, una incapacidad para sentir placer de las cosas naturales, debido a una generación expuesta a mayores y mayores inesperadas recompensas neuronales.
Creo que el crecimiento global, tal y como lo mide el PIB real, ha alcanzado su máximo y que en cinco años a partir de ahora tendremos suerte si es un 85% de lo que ahora es, en términos reales.
No soy un apologista de la industria de los combustibles fósiles. Creo que Rex Tillerson, de Exxon se pasa de arrogante, es avaricioso y egoísta. Pero también lo son muchos directivos, banqueros, doctores, abogados, vendedores de ropa al por menor, electricistas y chefs de cocina. Las compañías de combustibles fósiles son los traficantes de crack. Y se trata de un crack poderoso. A final de cuentas, depende de nosotros cambiar nuestros hábitos y adicciones antes de que toquemos el fondo nosotros, no ellos. Creo que es el momento de culpar a las ideas y no a las personas.
Finalmente, aunque soy un científico, no tengo formación en muchos campos relativos a la ciencia del clima; por ejemplo a las ciencias de la atmósfera, del clima, de la geología, la física solar, etc. Conozco suficientes científicos (y seres humanos) en ambos lados del debate, para sospechar que por cada lado se minusvaloran las realimentaciones del otro: los activistas del calentamiento global probablemente reducen el impacto de las realimentaciones negativas sobre el clima, de la misma forma que los “escépticos” probalemente reducen los impactos positivos sobre el clima (por ejemplo, el metano, el permafrost, etc.). Para mi basta con saber que los seres humanos estamos afectando seriamente al planeta y me adhiero al principio de precaución. Además, la acidificación de los océanos (debido a un mayor CO2) está fuera de duda y supone por sí mismo un desastroso cambio del mundo en el que los humanos hemos evolucionado, en una pequeña escala de tiempo. En este ensayo, doy por sentado de que las cifras de emisiones de carbono que ofrecen Hansen o activistas como McKibben son precisas.
He aquí algunos de los aspectos del “ecosistema humano alrededor de 2012” que han pasado por alto los líderes ecologistas y los estrategas. Espero que sean menos ignoradas.
ENERGÍA
1. Estamos fijando el precio del dinero mediante magia. En esencia, la energía neta libre es un regalo de la lámpara de Aladino (y una sibilina maldición, como lo son la mayoría de los deseos que ésta concede). Fijar un precio mediante magia ha sido un error de base de la economía, fusionando la magia con la brujería en las teorías económicas. Como materia prima plástica, el petróleo es muy valioso frente a sus alternativas. Como combustible es irremplazable; una civilización sin él no tendría aviones y líneas aéreas. La economía ha desacoplado los valores del “trabajo” de su vínculo con el mundo real, convirtiendo a cambio a la economía en un sistema ad hoc de distribución de una esplendidez mágica. Un gigantesco GINI[1] proveniente de esa lámpara mágica que hemos supuesto se debía a nuestras habilidades sociales. En la actualidad, tenemos conviviendo la economía “mágica” y la economía “humana”…pero la mágica se está desvaneciendo inexorablemente.
La teoría económica supone que la energía es sencillamente como cualquier otro input de las funciones de producción. Un barril de petróleo de 100 dólares ofrece el mismo valor económico a nuestra economía que una botella de vino de 100 dólares o que un par de zapatos de 100 dólares. Pero la energía potencial de ese barril de petróleo equivale a 5,7 millones de BTU’s o en términos de trabajo, a unos 1.700 kWh. Considerando el trabajo diario humano en unos 0,6 kWh (en promedio), este trabajo supone más de diez años de trabajo manual, o unos 500.000 dólares si ese trabajo manual se reemplaza en EE. UU. Este petróleo y los demás combustibles fósiles pueden explicar la mayor parte de lo que los economistas denominan “productividad”, que sobrepasa en mucho el output de la elasticidad del capital, de la creatividad y especialmente, del trabajo (Energy and the state of nations), al haber encontrado la más barata y elevada de las reservas de calidad. Esto significa que hemos infravalorado a la energía de manera dramáticaen nuestras economías (y el trabajo está igualmente sobrevalorado). Este subsidio masivo energético hace posible una combinación de salarios mayores, mayores beneficios y productos más baratos. Por tanto, cuando Obama dijo “Ustedes no construyeron esa empresa”,[2] tenía en parte razón, aunque fuese por razones equivocadas. Una gran parte de nuestra riqueza se debe a nuestra utilización de la magia de otra era.
Muchas personas en los ámbitos ecologistas consideran que los subsidios a los combustibles fósiles son un obstáculo para alcanzar un futuro bajo en carbono. Existen por doquier muchas estimaciones sobre las cantidades que suponen estos subsidios. La estimación razonable más alta de los cinco grandes (las compañías públicas, por oposición a las nacionales) es de unos 50.000 millones de dólares anuales (Fossil Fuel Subsidies in hte US) (Tanto Obama como Romney citaron 2.500 millones de subsidios a las compañías de combustibles fósiles en su último debate). Oil Change International ha publicado una estimación (International Fossil Fuel Subsidies de 750.000 millones de dólares en subsidios a las compañías de combustibles fósiles, pero de éstos 650.000 millones de dólares están subsidiando el consumo de los pobres. Así que supongamos que aceptamos que hay 100.000 millones de dólares en subsidios (750-650) en una economía mundial que supone 50 billones de dólares (50*1012). La cantidad de “subsidio” que los combustibles fósiles ofrecen ellos mismos al resto de la economía mundial –en su forma de reemplazo del trabajo humano y en la miríada de plásticos y otros productos, etc.- es varios órdenes de magnitud superiores a la que los gobiernos dan a las compañías de combustibles fósiles. El coste promedio de producir un barril de petróleo es de unos 45 dólares (y subiendo) y se vende por cien. Las compañías de combustibles fósiles producen unos 32.000 millones de barriles de petróleo al año. Supongamos que 1/3 de los 100.000 millones de dólares en subsidios va hacia el petróleo (en general 1/3 del consumo de combustibles fósiles es petróleo y el resto es gas y carbón); esto es, unos 33.000 millones. Así que utilizando las estimaciones más elevadas, estamos subsidiando a las compañías con 1 dólar por barril y ellos están haciendo 50 dólares por barril (con el petróleo a 100 dólares) y a su vez, el petróleo está subsidiando a la sociedad en cientos de miles de veces esa cantidad. Dicho de otra forma, la naturaleza y el tiempo crearon un líquido combustible denso que es indistinguible de la magia a cualquier escala Huacana. Decir que la sociedad o los gobiernos están subsidiando a las empresas petrolíferas no tiene sentido; es un error matemático de traslación de los puntos de miles.
2. Aquellos que reconocieron pronto que los combustibles fósiles se irían encareciendo en términos energéticos y ambientales –el “grupo de los muchachos del agotamiento”, si lo desean- tuvieron la actitud refleja de decir “¡Podemos reemplazarlos!”. Pero cuando miramos a nuestro futuro no basta con decir “esta tecnología funciona” o “es competitiva con las tecnologías existentes”. En esta tesitura, debemos preguntarnos: “dado nuestras limitaciones energéticas, económicas o ambientales, ¿podrá X y demás medidas mantener al sistema creciendo?” Porque de otra forma, nos encontraremos antes con una serie de instituciones y expectativas que harán rápidamente (al menos en un plazo de 5 a 10 años) que la energía ya no sea el factor limitante y que esto inicie una serie de problemas de otro tipo en cascada que no se habían planeado. En el caso de la solar, la respuesta es “no”. LA energía solar industrial –si se consideran los sistemas completos, incluyendo baterías- ha caído a unos 15 céntimos de dólar el kWh, una mejora impresionante, debido en gran parte a menores costes de importación de China –un riesgo pesado-, pero todavía debería reducirse a la mitad para ser competitiva. Los ecologistas señalan a Alemania como un brillante ejemplo de una economía baja en carbono, pero para combatir la intermitencia y los cortes potenciales cuando el sol no brilla…¡están construyendo 50 nuevas plantas de carbón! Las renovables son prolongadores de los combustibles fósiles, más que reemplazantes de los mismos (al menos si el modelo sigue siendo un modo de vida globalizado, industrializado y de alto consumo). Pero el punto clave que se ha pasado por alto es que…”ser competitivo” no es un objetivo suficiente. Ni los combustibles fósiles, ni las renovables pueden mantener una economía basada en el crecimiento a los precios actuales, desde estos niveles. Y si tenemos que crecer desde niveles inferiores en el futuro, se necesita planificar cómo sucederá y no será por las fuerzas del mercado.
3. Pedir a los fondos de pensiones, a las iglesias o a los particulares que “desinviertan” sus aciones en las grandes empresas de combustibles fósiles para “golpearles donde más les duele”, es ingenuo (a menos que el único propósito sea crear un movimiento, en cuyo caso, uno debe preguntarse: “¿qué sucede si tenemos éxito?”). En primer lugar, si los fondos de pensiones e iglesias venden todos sus valores en Exxon y Shell y la gente sigue conduciendo coches, tomando vuelos y comiendo alimentos basados en nuestro actual modelo de empaquetado y embarque, entonces los beneficios de las compañías de combustibles fósiles seguirían siendo igual de elevados. La respuesta financiera es que los fondos de inversión libres comprarían esas acciones más baratas y el precio volvería de nuevo adónde estaba. Si realmente queremos desinvertir de las empresas de combustibles fósiles, deberíamos golpearlas donde VERADERAMENTE les duele, que es utilizar menos –bastante menos; y esto es difícil para la mayoría de las personas e imposible para una sociedad industrial. Existen en nuestra vecindad 100 billones (1012) de dólares en bienes de equipo que necesitan combustibles líquidos para funcionar y la oxidación no duerme.
4a. Para cambiar la mentalidad de la gente sobre su comportamiento o bien hay que estar verdaderamente en una situación de miedo o con un tiempo extremadamente corto frente al impacto, porque la gente tiene tendencia a concentrarse sobre el presente y las culturas influyen y causan que las tasas de descuento sean incluso más acusadas. Para la mayoría de la gente, “el futuro” es este fin de semana. El cambio climático es real (como lo son toda una miríada de otras externalidades ambientales), pero si la gente está perdiendo sus puestos de trabajo y tiene que preocuparse de alimentar a sus hijos, las preocupaciones sobre el mundo natural quedan en el olvido ante realidades más mundanas. En términos evolucionistas, no estamos más avanzados que los habitantes de la isla de Pascua (pascuenses). Un aspecto crucial: solo importa, a efectos del clima y la acidificación, si los fósiles se dejan o no en el subsuelo los próximos mil años, que es para siempre, desde nuestro punto de vista. Punto. Ese es el reto y es uno de los aspectos esenciales que temen los ecologistas, porque en verdad es endiabladamente difícil. Será doloroso y acarreará una gran mortandad de humanos. Esa es la realidad que queda fuera de los discursos de los ecologistas. Y entiendo por qué.
4b. La Naturaleza aborrece de los gradientes. La vida exige un gradiente; la posesión de estos gradientes y su control y regulación para crear islas de baja entropía, en tanto que la entropía global crece, es la esencia misma de la vida. Los organismos más eficientes a la hora de acceder a y degradar la energía tienen ventajas evolutivas. Esto incluye a las sociedades humanas. Para nosotros, es posible renunciar voluntariamente o reducir el acceso a los combustibles de mayor calidad, que va contra nuestro impulso evolucionista de “más” o de “progreso”. Ver en este sentido el dictador Tokugawa en Japón[3]. Pero es extremadamente improbable que se renuncie a esto. Nuestra historia moderna consiste en hacer cualquier cosa para mantener el poder y continuar asegurando el acceso a los combustibles líquidos.
El declive de la productividad energética (una cada vez menor Tasa de Retorno Energético o TRE), en vez de provocar un ajuste de cinturón en los años 70 del siglo pasado, condujo a una mayor deuda para seguir con los altos niveles de consumo. Ello llevó a su vez a una productividad de la deuda cada vez menor (cada vez menos PIB por cada dólar adicional de deuda), hasta el punto de que los bancos centrales tuvieron que sustituir el modelo. En los EE. UU. nuestra economía no gubernamental dejó de crecer en 2004. China, Rusia, Brasil, etc. están siguiendo exactamente el mismo modelo (hundiendo la productividad de la deuda). Y para ello, aumentamos la deuda del gobierno para compensar el menor crecimiento privado. Una vez que la productividad de la deuda cae por debajo de cero (como ya sucede en los EE. UU. y probablemente en muchos países europeos), lo que hacemos es sencillamente transmutar riqueza en ingresos y el tiempo en el que podremos seguir siendo capaces de mantener esta estrategia será muy corto, independientemente de los precios del petróleo. Después, nos metimos en la flexibilización Cuantitativa[4] (Quantitative Easing o QE, por sus siglas en inglés), para seguir aguantando el consumo (en los últimos años, los bancos centrales han subsidiado nuestro modo de vida consumista con más de 14 billones de dólares (the Eight Central Banks Balance Sheets) (¿Cuál es la huella de carbono del QE?) El QE y demás ilusiones causan que la extracción siga de forma acelerada y ocultan temporalmente los efectos y señales de la TRE (menguante). Y ahora los nuevos QE3 están golpeando las “expectativas de inflación” (después del QE1, QE2 y QE3, las acciones subieron un 36%, un 24% y un 2%, mientras que los precios de los alimentos subieron un 7%, 21% y 19% y los precios de la energía subieron un 30%, 37% y 19%. Nuestra riqueza es directamente proporcional a la cantidad de energía neta por unidad de tiempo a la que tenemos acceso y utilizamos. Por tanto, cuando experimentamos crecimiento impulsado por la deuda, estamos simplemente empujando hacia adelante en el tiempo la energía neta futura. (¿Cuál habría sido el declive de la producción mundial de petróleo, si los bancos centrales no hubiesen inundado las economías con más de 14 billones de dólares desde 2008, para mantener los precios del petróleo?)
Por tanto, lo que en efecto están haciendo los gobiernos ahora es facilitar un aumento de la energía bruta, mientras se mantiene la energía neta constante (o en declive), mientras aumentan más y más las quejas de lo que la gente PIENSA que podrá tener en el futuro. Estamos satisfaciendo nuestros impulsos evolutivos para acceder a más energía, pero a cambio de un mayor porcentaje de “dinero que se reclama como energía” que está desprovisto de calorías reales, pero que evita que se aprecie el declive natural social, paralelo al declive de la TRE, al oscurecer las señales y que previsiblemente causará un choque más agudo en el futuro. Dado que la energía (barata) es el cimiento de nuestro actual sistema socioeconómico, atacar a las compañías energéticas no tendrá éxito; no puede tenerlo. Los combustibles fósiles serán demandados incluso por los activistas del clima y sus hijos A MENOS que hayan aceptado un nivel de vida con menor consumo.
4c. Nuestra sociedad actual se encuentra en una perfecta rutina hedonista. El debate sobre si utilizamos combustibles fósiles o renovables no aborda los conspicuos incentivos al consumo y las aspiraciones de miles de millones en el mundo en desarrollo. Para nosotros, el problema no es el consumo de los millonarios, sino que todos aspiremos a vivir como ellos. Desde una perspectiva neurocientífica el “desear” es un impulso de la conducta mucho más poderoso que el “tener”. Hasta que no afrontemos este problema en un mundo donde los supermercados tienen unos 88.000 productos, no se logrará ir a un mundo “bajo en carbono”.
5. Las 2.795 gigatoneladas (109 Toneladas) que la organización 350.org dice que están “listas para ser quemadas, no tienen en cuenta la energía neta y el coste de los recursos naturales para extraer estos combustibles, ni la naturaleza del sobreendeudamiento de la OCDE. Parece que el agotamiento de los combustibles fósiles -y la indisponibilidad de crecimiento en que se basa el sistema global- limitarán las concentraciones atmosféricas de CO2 a niveles muchos menores que los que se derivan del Special Report on Emmissions Scenarios, o SRES, por sus siglas en inglés, que habitualmente se presentan en los debates sobre el cambio climático antropogénico. Desde luego, quedan más de 565 gigatoneladas que nos mantendrían por debajo de los 2 grados centígrados de calentamiento, pero puede que no sea posible extraer 2.795 gigatoneladas en una trayectoria de crecimiento de tipo “Business as usual”. En neto y el bruto aquí son importantes. (desde 2002 los costes de producción de petróleo han subido un 17% anual, mientras la inflación solo lo ha hecho un 2% (Marginal oil production costs are heading towards $100/barrelOil production costs in Goldman’s “flatter” world, donde se aprecia una TRE en declive). SIN EMBARGO, incluso bajo el supuesto de una economía global significativamente menor, digamos de un 50% del PIB mundial actual, los seres humanos pueden buscar vías para prender fuego a lo que sea, a medida que se vean desesperados y pueden hacer estupideces, como por ejemplo fuegos en las minas de carbón de China, que peude qe ahora apenas representen aproximadamente el 1% del CO2, pero que podrían estar ardiendo durante cientos de años, una vez encendidas y esto puede ser más frecuente en este siglo…cosas que parecen no ser posibles y resultan serlo, quemar gas en la boca de pozos, etc. que pueden contaminar tan eficazmente como la industria. Se puede esperar que los combustibles con una TRE de 5:1 no se quemen en su totalidad, pero podrían llegar a quemarse incluso en una economía distópica y esclavista con una TRE tan baja como 3:1 y lujos para una pequeña clase elitista.), estimaciones para llegar a una paridad en 2014 de 115 dólares por barril (
6. El reto más importante con diferencia que veremos en los próximos 12-18 meses será el económico. Creo que en cinco años a partir de ahora, en el mejor de los casos y si no hay grandes disrupciones, tendremos un 10-15% de caída del PIB mundial. El peor caso,…es peor. Esta trayectoria se originó en las restricciones de recursos y energéticas, pero ahora se debe en gran medida a las restricciones del crédito. Desde el 2007 el crecimiento trimestral (ajustado por los impagos) está correlacionado en un 94% con el crecimiento agregado del crédito. Una vez que el crédito se para, el crecimiento se para y en este momento, el intercambio global (medido como el PIB real, no el nominal) es más que probable que haya llegado a su cenit y entonces volvemos al estado actual de la TRE de manera abrupta. Tan pronto como esto sea reconocido, la atención al cambio climático será enviada al quemador de basura, a menos que las temperaturas mundiales se acelerasen de forma dramática con algún escenario del tipo de emisiones masivas de metano. Un aspecto clave: los activistas del cambio climático están tácitamente asumiendo el Business As Usual (BAU), utilizando estrategias que no serían capaces de utilizar en otros momentos o cambiar significativamente la dinámica subyacente sobre cómo se reciben y se tratan los mensajes. Quizá sea por esto por lo que tienen éxito en un marco de BAU, con un mensaje erróneo.
7. La energía solar y eólica tienen “duraciones energéticas” largas; esto es, el promedio balanceado de su producción energética está muy lejano en el tiempo de las inversiones tradicionales actuales en combustible (pensando en el petróleo y el gas natural. Ver Applying Time to Energy Analysis). Esto hace que los costes y las barreras para la decisión de las inversiones- de la energía renovable sea muy dependiente de las tasas de descuento, que en una economía de mercado están muy relacionadas con las tasas de interés de los mercados. La respuesta del gobierno a la crisis financiera desde 2007 –de hecho la única respuesta que pudieron dar fue la de comprar y garantizar la deuda soberana- y sin el soporte del Banco Central Europeo, del Banco de Japón o de la FED, etc. hubiera sido que las tasas se hubiesen disparado y liquidado nuestras economías, porque los inversores no habrían tenido estómago para unas perspectivas de calificaciones inferiores de créditos sin el soporte gubernamental. Esto acaba, paradójicamente en hacer parecer a las renovables mucho major que hubieran aparecido de cualquier otra forma (por ejemplo, en un puro análisis biofísico o de TRE), porque las tasas de interés (las tasas de descuento) se han suprimido artificialmente. Si las tasas hubiesen seguido los puros niveles capitalistas (sin las intervenciones gubernamentales), el hueco de los costes promedio entre las renovables y la generación con gas, petróleo o carbón se habría ensanchado considerablemente y una buena parte de la producción solar habría colapsado, así como una considerable cantidad de petróleo, gas y carbón. Las tasas a 30 años en Alemania están apenas ligeramente por encima del 2% (German Government Bonds). Lo mismo sucedería con otros grandes países y esas tasas artificialmente bajas golpean a las tasas de descuento de los países periféricos también.
En un sistema interconectado globalmente que se enfrenta al fin del crecimiento tener gobiernos (en este caso vía tasas más bajas de interés) que orienten el consumo hacia formas que son mejores para el medio ambiente y para la sociedad, probablemente es positivo. Pero todos estos proyectos de tipo “keynesiano del cenit del petróleo” serian más consistentes si se planteasen con un consumo futuro menor, más local o regional y éstos no están siquiera en la mesa de diseño. El sutil problema aquí reside en que se promueven artificialmente las renovables, pero en el contexto de una economía que todavía mide el éxito por el PIB y un consumo mayor y que está desviando recursos sustanciales de lo que se debería planificar urgentemente, que es la mitigación de los riesgos sistémicos y sociales, por causa del fin del crecimiento. Resulta irónico, en una sociedad que está alcanzando sus límites debido a la insuficiente energía barata, que la energía no sea la variable limitadora de aproximadamente la primera década después del fin del crecimiento, ya que las reclamaciones financieras sobre los activos reales están son más altas en porcentaje que las tasas de agotamiento del petróleo, a las que sobrepasarán. Por tanto no tenemos tanto una escasez de energía como un exceso de expectativas. Ya más en tierra y dado el contexto, antes de escalar las energías renovables se deberían plantear las relocalizaciones de las cadenas de producción, la conservación de las raíces y núcleos claves de la vida civil, la acción comunitaria (por oposición al apoyo comunitario).
El juego de las sillas musicales dejará de sonar de repente en un futuro no muy distante. Escalar o aumentar el despliegue de la energía eólica y solar –a muy largo plazo- es una buena idea, puesto que al final tendremos que vivir de los flujos solares y no de la cuenta bancaria fósil, pero en el medio y corto plazo tenemos mucha energía, aunque no suficiente para crecer y nuestra reacción refleja de aumentar la energía bruta mientras la energía neta disminuye, en mi opinión, acabará en un gran derroche de recursos (y en este caso añadiría que de recursos “humanos”; de aquellos que reconocen que tenemos que cambiar y están dispuestos a hacer algo y que son probablemente tan importantes como las partidas financieras y de capital.
8. Uno de los mayores riesgos que pasa desapercibido en los círculos ecológicamente sensibles es el de la globalización y sus efectos potenciales debido a la escasez de líquidos combustibles y el de los problemas de divisas y deudas que suponen. Una gran parte de nuestros niveles de vida provienen de décadas de la eliminación de políticas de sustitución a las importaciones y de adquisiciones en ultramar en los lugares más baratos de todos los tipos de bienes que se pueden intercambiar. Esto ha creado un sistema complejo y quebradizo de micro-componentes y de cadenas de suministro, que si se rompen de manera precipitada (contraria a un movimiento gradual de entre 10 y 15 años, que sería saludable) crearía un riesgo mayor a la diversidad ambiental y climática que cualquier negocio tradicional (poco probable, pero posible). Comparado con hace 30 años, no hay países autosuficientes en bienes básicos, incluso de aquellos que son energéticamente independientes. El impacto del clima en nuestro futuro es enorme, pero distante. El impacto de una desmembramiento de la globalización es muy grande y está a la vuelta de la esquina. Ambas cosas tienen que ser tratadas.
9. Un asunto delicado. De los activistas y científicos que conozco (y conozco a 4 que estuvieron en el IPCC), la mayoría tienen hijos, comen carne, conducen coches, crían perros y gatos y toman vacaciones en lugares remotos. Sus oficinas donde hacen ciencia que propone la limitación de las emisiones de CO” no son ni remotamente eficientes en consumo de energía y no hay ni el menor intento de reducir el consumo. Ellos creen con pasión en un futuro bajo en emisiones de carbono y en un mejor futuro para sus hijos, pero desconocen (o ignoran intencionadamente) las implicaciones (Bill M. una notable excepción a esto, ha andado el camino y hay algunos).
Vivimos en un nivel 10 en una escala de estilos de vida del 1 al 10. Gastamos mucho tiempo y esfuerzos mascando cómo evitar declinar hasta 9,5. Pero si supiéramos que una caída hasta 6 era posible, que una caída hasta 3 no quedaba descartada y que una hasta 8 estaba casi cantada, ¿acaso no cambiaríamos nuestras prioridades, especialmente si 8 era mejor para el ambiente y más saludable y menos frenética para nosotros? La percepción es la realidad. Para los engañados, un optimismo bien fundado se parece bastante al pesimismo. Hay muchos, muchos supuestos no contemplados por los que hacen campañas a favor del mundo. La diferencia entre mi visión y la estándar de “vamos a mitigar el cambio climático” es que nosotros en cambio estamos jugando al juego de las sillas musicales. En un mundo en declive puede ser que uno de cada diez no encuentre su silla este año (léase trabajo, pensión, seguridad social y ¿puede que en algunos casos alimento?) o 1 de cada nueve el año siguiente.
Al final se trata de esto; vamos de cabeza a un mundo de menos crecimiento; el tiempo de “elegir” el decrecimiento como opción ya es pasado; ahora lo experimentaremos. Tenemos que derivar recursos (monetarios y humanos) de los futuros de bajo nivel de carbono hacia la exploración y la preparación de un futuro de bajo consumo; ambos están interrelacionados. No puede haber ecología sin sacrificio. Un riesgo importante: en el caso de una transición brusca que altere las reglas del juego, los ecologistas podrían llegar a hacerse muy impopulares, a menos que cambien los mensajes estridentes. Los verdes no serán vistos como salvadores, serán parias para la población y me temo que esa transición ya está en marcha.
CONCLUSIÓN
Finalmente, el CO2 y el metano emergen como la mayor amenaza a la vida evolucionada, pero esto puede llevar mil años (la acidificación más rápida) y ya se está poniendo en marcha de forma irreversible. Pero los próximos 50 ó 100 años vena probablemente todo tipo de actividades humanas frenéticas y que se alcanzan otros límites nj relacionados con el calentamiento y los próximos diez años tratarán sobre la evaporación de las reclamaciones abstractas sobre los recursos y energía del futuro (dinero)
Bill McKibben es mi amigo y lo tengo en gran estima. Su libro “The End of Nature” (el fin de la Naturaleza y debo añadir que está escrito cuando comía bolsas de Cheetos viendo una y otra vez la Isla de Gilligan) fue una de las lecturas que me motivaron a dejar Wall Street y estudiar ecología a los 40 años. Pero al final, su organización no apunta lo suficientemente alto. Estoy dispuesto a ser arrestado o peor, por la causa de mejorar el futuro e impedir el desastre ambiental, pero ser arrestado por protestar por un oleoducto que si no se construye en los EE. UU. todavía enviará CO2 producido por el combustible a China a la misma atmósfera y océanos (salvo que no lo haga porque el modo de vida tradicional, el BAU haya muerto), es demasiado simbólico como objetivo. Y así, culpando a las compañías de combustibles fósiles de nuestras tragedias, probablemente se recaudará más dinero y diluirá a los verdaderos villanos, que son nuestras propias adicciones al consumo. Si el coro de los preocupados por el clima tiene razón y tenemos que dejar de quemar combustibles fósiles todos nosotros, antes de que se ddispare un Apocalipsis ambiental, entonces desinvertir en bonos y acciones de las compañías de este sector es como disparar a un elefante con un canuto, ya que tendríamos que deshacernos del capitalismo y de la democracia en el camino. El problema de los movimientos basados en una lógica irracional es que si tienen éxito, entonces “lo que venga después” puede ser un proceso no lineal y si fallan se convierten en un mago de un solo truco o flor de un día y los millones de apasionados por el cambio se irán a casa sin saber qué ha sucedido.
El discurso de los preocupados por el clima tira de la psicología de muchos grupos de personas que reconocen que algo está yendo mal, que estamos afectando al mundo de formas muy profundas y que se necesita un nuevo paradigma. Pero este discurso corre paralelo al de los consumidores sobre por qué tantas entidades lo firman, de forma que lo verde sea un negocio (y este estado de cosas debería hacer reflexionar) y como una religión de nuevo cuño, toma los memes o unidades culturales básicas de otros movimientos: el proceso igualitario, el del 1%, el futuro será mejor, etc. En realidad puede recolocarse y hacer que algunas personas o empresas o industrias sean rentables, pero si al final la energía neta está en declive, perseguir un sistema energético de bajo nivel de carbono hará que las cosas vayan peor y no mejor. Y exactamente de las misma forma que el ala derecha de los republicanos no puede (o no querrá) comprender las implicaciones ambientales de nuestra trayectoria social actual, los ecologistas tampoco parecen proclives a adoptar los temas que se tratan en este ensayo.
Si, necesitamos científicos y defensores que cataloguen nuestro balance ambiental de fuentes y sumideros, pero lo más importante es que necesitamos muchos grupos de personas y cuadros que trabajen en los diferentes campos medioambientales para cambiar sus esfuerzos sobre lo que supone un futuro de bajo nivel de carbono a un futuro de bajo nivel de consumo. No porque lo vayamos a elegir, sino porque se nos viene encima rápidamente, así que necesitamos una visión psicológica y un plan físico, pero no en años, sino en meses. La mayoría no aceptarán una visión a largo plazo y un plan para nuestra especie, pero puede que sea aceptable para una minoría razonable.
Aquellos de ustedes que crean que el futuro es algo más que ustedes y sus propios niveles de consumo. Para aquellos que sienten tristeza y empatía cuando ven los restos de un elefante o un atolón de coral blanqueado o un niño malnutrido o un bosque recién talado, los próximos 10 ó 15 años van a suponer una serie de retos enormes. Pero antes de que podamos hacer frente a estas cuestiones –sobre cómo vivir más en sintonía con nuestros impulsos evolutivos y de comportamiento, cómo vivir más de los flujos solares y menos de los detritos del periodo carbonífero- tendremos que dirigir la respuesta humana al fin de la era del crecimiento perpetuo. De los cientos de miles de bienintencionados y brillantes ecologistas preocupados por el clima, por una energía más social o por el medio ambiente, necesitamos urgentemente entresacar una buena cantidad de gente y de recursos para trabajar más en un mundo con menos consumo, que en un mundo con menos carbono. Si, posiblemente iremos a un mundo con menos carbono (tenemos que hacerlo), pero nuestras instituciones, poblaciones y políticas no están ni remotamente preparadas para un mundo de menor consumo, que es el que está a la vuelta de la esquina.
Nos jugamos mucho. Y el tiempo que queda es muy poco
Nate Hagens es una autoridad reconocida en el campo del agotamiento de los recursos. Está en el Consejo de Dirección del Post Carbon Institute. Hasta hace poco fue editor jefe de The Oil Drum, una de las webs más populares y altamente respetadas por sus análisis y discusiones sobre los suministros energéticos mundiales y las implicaciones del declive energético en el futuro.
Las presentaciones de Nate tratan de las oportunidades y de las limitaciones a las que nos enfrentamos en el proceso de transición de los combustibles fósiles. En el lado de la oferta, Nate trata de la economía biofísica (la energía neta) y la interrelación entre los mercados financieros basados en la deuda y los recursos naturales. En el lado de la demanda, Nate trata de los aspectos evolutivos que han derivado hacia nuestro consumo compulsivo, la valoración del presente sobre el futuro y la habituación al sobreconsumo de recursos y ofrece sugerencias sobre cómo los individuos y la sociedad puede adaptarse mejor y mitigar lo que tenemos por delante.
Nate ha intervenido en medios tales como PBS, BBC o NPR y ha dado conferencias por todo el mundo. Tiene un Master en Finanzas por la Universidad de Chicago y un doctorado en Recursos Naturales por la Universidad de Vermont. Anteriormente, Nate fue presidente de Sanctuary Asset Management y Vicepresidente de las firmas de inversión Salomon Brothers y Lehman Brothers.
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[1] El Coeficiente de Gini es una medida de la desigualdad ideada por el estadísticoitalianoCorrado Gini.Normalmente se utiliza para medir la desigualdad en los ingresos, dentro de un país, pero puede utilizarse para medir cualquier forma de distribución desigual. Nota del traductor.
[2] Frase de Obama durante sus debates con el otro candidato a la presidencia, Mitt Romney, para enfatizar que los que presumen de haber creado empresas por sí mismos, descuentan o ignoran que lo hacen apoyándose necesariamente en infraestructuras pre-existentes que han creado todos los habitantes de esa nación. Eso le costó críticas muy agrias de los típicos “entrepreneur” (emprendedores) individualistas y tuvo que matizarlas después. Nota del traductor.
[3] El Shogunate de Tokugawa fue una dictadura militar feudal en Japón, que duró casi trescientos años, desde 1603 a 1868. Marca un periodo en el que el sistema de castas fue rígido, lo que provocó tensiones sociales que culminaron finalmente con su destitución. Disponían de una jerarquía muy rígida con una mínima movilidad entre clases. Los samuráis ocupaban la escala superior, seguidos de granjeros, artesanos y comerciantes. Las tasas eran fijas y no consideraban la inflación. Nota del traductor.
[4] La flexibilización cuantitativa (FC) (en inglés Quantitative easing, cuyo acrónimo es QE) es una herramienta no convencional de política monetaria utilizada por algunos bancos centrales para aumentar la oferta de dinero, aumentando el exceso de reservas del sistema bancario, por lo general mediante la compra de bonos del propio gobierno central para estabilizar o aumentar sus precios y con ello reducir las tasas de interés a largo plazo. Esta medida suele ser utilizada cuando los métodos más habituales de control de la oferta de dinero no han funcionado; como cuando el tipo de interés de descuento y/o tasa de interés interbancaria están cerca de cero. Nota del traductor, tomada de Wikipedia.
 
 Crisis Energética