La industria petrolera tiene una dinámica particular, donde confluyen aspectos económicos, científicos, tecnológicos, políticos, sociales y ambientales, los cuales giran alrededor de dos objetivos que le dan sentido a la actividad y esperanza al mundo: encontrar y extraer el recurso.
Por Víctor Bronstein *
En este complejo universo, analizar la actividad a partir de ciertos parámetros de producción, tomando períodos arbitrarios de corto plazo, nos puede llevar a interpretaciones erróneas de una industria que trasciende la dimensión económica y que exige que los datos de la actividad deban interpretarse en una perspectiva de mediano y largo plazo. Este tipo de análisis de corto plazo es propio de la tradición económica neoclásica, que sólo ve los problemas de mercado, inversión, tecnología, rentabilidad, precios y competitividad. Para esta tradición, en la cual hay que incluir también al marxismo, los recursos naturales son sólo una variable más del proceso económico. En la industria petrolera es una variable fundamental para comprender su evolución.
El petróleo tiene su propia lógica, y por lo tanto no es correcto utilizar los mismos parámetros comparativos que se utilizan para otros sectores de la economía. La actividad petrolera es una actividad minera sujeta, por supuesto, a factores de gestión empresarial, de inversión y de tecnología, pero donde su dinámica está definida en gran parte por los aspectos geológicos.
En un país como la Argentina, donde la industria petrolera produce al máximo de su capacidad, no tiene sentido comparar la producción acumulada de un período contra la producción acumulada de otro período, ya que no existen factores estacionales que fundamenten este tipo de análisis. Esto podría tener sentido en países que tienen capacidad excedente de producción y que regulan la actividad en función de la demanda, como ocurre en la mayoría de los países de la OPEP.
La metodología estándar indica que el análisis debe realizarse sobre la base de promedios diarios, lo que se conoce como comparación interperiódica. Es más, la comparación interperiódica es el método que se utiliza para la elaboración de los estados contables, ya que es un requerimiento de los organismos bursátiles como la Securities and Exchange Commission (SEC) y de otras entidades que fijan las normas contables internacionales.
El petróleo es un recurso no renovable y esto define su dinámica, que tiende a la declinación. Un pozo puede declinar entre 30 y 60 por ciento durante el primer año. Esto hace que las empresas petroleras deban seguir invirtiendo y perforando constantemente para sostener la producción. En el corto plazo hay factores diversos, por ejemplo climáticos, sindicales, contingencias tecnológicas, etc., que pueden afectar la producción en determinado período, por eso estos datos no reflejan la verdadera situación de la actividad productiva.
Las concesiones petroleras en la Argentina se dan por períodos de 20 años, con opción a prórrogas. Desde que se descubre un yacimiento hasta que se lo pone en producción pueden pasar cinco años, y hasta que alcanza su máxima capacidad de producción, otros 20 años. Una mirada cortoplacista de la actividad petrolera es una mirada reduccionista que no nos permite entender la complejidad de su dinámica. Por ejemplo, el pico productivo de los Estados Unidos se alcanzó en el año 1970, con una producción aproximada de 10 millones de barriles diarios. A partir de ahí comenzó una declinación que tocó un piso de un poco más 5 millones de barriles diarios y que sólo comenzó a revertirse a partir de la ampliación de la frontera hidrocarburífera en el Golfo de México y, en los últimos años, con el desarrollo del petróleo no convencional. La producción de la Argentina alcanzó su pico máximo en 1998, con casi un millón de barriles diarios, y luego de más de una década de declinación productiva, hoy tenemos la oportunidad de revertir esta situación a partir del desarrollo de nuestros recursos no convencionales.
En este contexto, son irrelevantes los análisis que hacen foco en la comparación de la producción en breves períodos de tiempo. Lo importante es evaluar, en una perspectiva de mediano y largo plazo, las estrategias que se están desarrollando para lograr revertir la declinación productiva. Esto implica evaluar las inversiones en exploración y explotación, la incorporación de nuevas tecnologías, la capacitación de recursos humanos y las políticas de desarrollo de recursos no convencionales frente a la declinación de los recursos convencionales. Por eso, las miradas de corto plazo, sin las perspectivas de mediano y largo plazo, distorsionan el análisis y llevan a cometer errores de interpretación sobre la evolución de la actividad petrolera en nuestro país y –lo que es más importante– nos pueden confundir el presente y ocultar el futuro.
* Director del Centro de Estudios de Energía, Política y Sociedad (Ceepys).
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