Hacia una Matriz Energética Diferente

Ing. Agustín Arbor González (1)
Secretario General de la APCNEAN(2) y Secretario de Política Energética y Medio Ambiente de la FeTERA(3)
Introducción
En el año 1994 se produjo la partición de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), cuando aún no estaban dadas las condiciones de masa critica de recursos humanos suficientes, ni de otros elementos adicionales importantes para concretar dicha medida de manera planificada y no traumática, como resultó ser. El simple propósito de la partición fue intentar privatizar las centrales nucleares y “sacarlas”de la esfera de la CNEA.
Eso ya es historia, lo que ahora se hace necesario, y estamos haciendo los trabajadores de la actividad nuclear, es mirar hacia delante, remontando esta situación, tratando de integrar la actividad nuclear bajo un mismo “paraguas”, como lo estuvo siempre, con el objetivo de que la actividad nuclear sea una política de estado, porque es tecnología “de punta” que contribuye al desarrollo del país.
La matriz primaria de energía en la Argentina está compuesta principalmente por  hidrocarburos (más del 90%).  El resto proviene de la generación hidráulica y nuclear y, en mucha menor medida, por carbón mineral, leña, bagazo y otros.
La Matriz Eléctrica – Proyecciones – Desarrollo
La potencia instalada para la generación eléctrica en nuestro país es actualmente de alrededor de 28.000 MW(e), compuesta principalmente por combustibles fósiles, hidráulica y nuclear.
Teniendo en cuenta el crecimiento vegetativo de nuestra población (es bajo, la cantidad de habitantes sólo se duplicó en los últimos 50 años, de 20 millones en el año 1960 pasamos a 40 millones en 2010), más el aumento del producto bruto interno (PBI), más el crecimiento de la demanda eléctrica –como instrumento de mejora de la calidad de vida– menos la optimización debida a la mejor eficiencia de los equipos de consumo eléctrico, se puede estimar que la demanda eléctrica crecerá a razón de 4 a 5% por año, durante los próximos 20 años.  Esto, entre otras cosas, nos permite estimar que para el año 2030 será necesario contar con alrededor de 62.000 MW(e) de potencia instalada en la matriz eléctrica.  Esto implica adicionar, a los 28.000 MW(e) existentes, alrededor de 34.000 MW(e).  La pregunta es: ¿cómo lo vamos a hacer, con qué fuentes de generación lo vamos a hacer?
Actualmente, el sector nuclear tiene una potencia instalada de aproximadamente 3,5%; sin embargo, la generación es del 6%, como consecuencia de que sus centrales nucleares funcionan muy bien (con alto factor de carga, mayor al 80%), respecto de otras generadoras.  Argentina cuenta con dos centrales nucleares en operación: Atucha-I(4) -360 MW(e)- desde 1974 y Embalse(5) -640 MW(e)- desde 1984. Con el incremento de la cota de Yacyretá, más dos centrales de ciclo combinado, que se acaban de adicionar, más Atucha-II(6) -operativa hacia fines de 2013- estaremos contando con alrededor de 28.500 MW(e) instalados. El desafío está, entonces, en la planificación y concreción, que hay que hacer, en tiempo oportuno, durante los próximos 18 a 20 años, para satisfacer el avance de la demanda, simplemente porque aumentan la actividad industrial y los enseres de confort, porque queremos vivir mejor y una condición indispensable para vivir mejor es tener más energía disponible.
¿Cómo llenar el vacío de generación hasta el año 2030? ¿Con qué generación lo vamos a llenar? Ese es el gran desafío que tienen y tendrán quienes gobiernen el Estado Nacional.  En este momento le toca a un partido político, después le tocará al mismo o a otro y así sucesivamente.  Se tiene que tomar conciencia que la cuestión energética debe ser una política de Estado, independiente de los gobiernos que se sucedan, con planificación a mediano y largo plazo y concreción de los objetivos.  Es obvio que sin planificación es imposible alcanzar los objetivos en algo que exige tanta preparación y las obras demandan altos valores de inversión y son de varios años de desarrollo y ni que hablar de la nuclear.
No son éstos, proyectos que se pueden realizar de forma inmediata.  A manera de ejemplo, recordemos que la Central Nuclear Atucha-I tardó alrededor de 6 años, desde su comienzo hasta la puesta en operación.  La Central Nuclear Embalse, que es un poco más grande en potencia, pero no en complejidad, tardó 8-9 años desde el inicio de su construcción hasta que entró en conexión a la red.  Esto demuestra que en este tipo de proyectos no se puede improvisar, se debe planificar y alcanzar las realizaciones en los plazos previstos.  En energía, la emergencia se paga y se paga cara.
Con respecto a cómo se llena el vacío de generación, estimamos que, a lo que ya tiene la red, existe la necesidad de incorporar unos 34.000 MW(e) más para el año 2030, a razón de 6.800 MW(e) el próximo quinquenio, 8.600 MW(e) el segundo, 10.800 MW(e) el tercero y 7.700 MW(e) del año 2027 al 2030.  Todo esto implica la incorporación de 1.350 MW(e) promedio por año durante los primeros 5 años, 1.700 MW(e) por año el segundo quinquenio, 2.200 MW(e) por año el tercer quinquenio y 2.600 MW(e) por año en el período 2027 a 2030.  Sin embargo, aún no estaría definido cómo se van a generar estos 34.000 MW(e) adicionales del 2012 al 2030.  Sólo esta previsto llevar a cabo en los próximos años la construcción de una cuarta central nuclear(7) con una o dos unidades (módulos), más el reactor argentino CAREM(8), lo que permitiría adicionar de 750 MW(e) a 2.000 MW(e).
Al respecto, debemos tener en cuenta que nuestra matriz eléctrica es endeble, porque depende principalmente de los hidrocarburos y de la generación hidráulica (55% y 41% respectiva y aproximadamente). Una matriz es menos endeble a medida que cuenta con más diversidad de fuentes de generación, en un porcentaje adecuado a sus existencias presentes y futuras.
Debemos tender, a lo largo del tiempo (próximas décadas), a tener una matriz eléctrica razonablemente balanceada en nuestro país, en cuanto a la diversidad y el porcentaje de las fuentes de generación y compatible con la preservación del medio ambiente.  Esta matriz podría ser: 30% hidrocarburos, 30% hidráulica, 30% nuclear y 10% otras fuentes de generación (eólica, solar, hidrogeno, etc.).
Todo indica que esta matriz, “teórica hoy”, debería ser la matriz “real de mañana” y eso nos llevaría a que unos 10.000 MW(e) deberían ser de origen nuclear en los próximos 20 años.  Difícil de alcanzar, pero no imposible, si entendemos que con decisión política, presupuesto adecuado y recursos humanos, en calidad y cantidad suficientes, se pueden abordar los más importantes desafíos.
Al analizar los factores de carga, que significa la disponibilidad de energía que tiene una central de generación, la nuclear es la que mejor factor de carga tiene. Siempre me preguntan por la energía eólica. Al respecto, debo decir que la energía eólica se la puede utilizar como sustitución de combustible.  Presenta la ventaja de ser una energía renovable y el problema, entre otros, es que con frecuencia no está disponible en las horas pico de demanda, su factor de carga es muy bajo. A modo de ejemplo, les puedo decir que España, uno de los principales productores en el mundo de energía eólica, con 10.000 MW(e) instalados, tiene apenas un rendimiento del orden del 20% al 30%.
A medida que se va produciendo el agotamiento de los combustibles fósiles, es indispensable pensar en su sustitución planificada.  Actualmente, las principales energías que se consumen en el mundo son, en este orden: hidrocarburos, carbón, hidráulica y nuclear.  Estas son las que suministran aproximadamente el 94% de la energía total del mundo, la eólica tiene las limitaciones comentadas, la solar también tiene sus inconvenientes. No se las debe negar, se las debe fomentar –al igual que otras energías alternativas- pero, sobre todo, debe dimensionarse su eficiencia real, al planificarse el desarrollo energético.  Así, nos vamos acercando a la necesidad de contar con una generación nuclear creciente. El mundo está aceptando que la energía nuclear es la que va sustituyendo, en porcentaje, a los hidrocarburos, que están disminuyendo.
Nuestro país es un país con petróleo, no es un país petrolífero, es un país con uranio, no es un país uranífero.  Hasta hace unos 17 años atrás la Argentina explotaba y producía todo el uranio que necesitaba para abastecer a sus centrales nucleares.  Desde entonces, nuestro país no explota mineral de uranio, todo el uranio que se consume es importado.
En la década del 90, entre algunos de los errores que se cometieron, se empezó a importar el uranio y se dejó de producir en el país, bajo el pretexto de que en el resto del mundo se comercializaba a valores muy bajos.  Uno puede entender que esa decisión se la puede tomar si el objetivo es mantener reservas a futuro, pero lo que nunca se puede hacer es discontinuar el trabajo, la tecnología y la formación de recursos humanos. Hoy, los expertos en el tema tienen edades por encima de los 55 años y capacitarse les llevó una década, como mínimo.  Desde hace algunos años la CNEA viene realizando un esfuerzo importante para revertir esta situación.
Por ejemplo, la mina de Sierra Pintada, en San Rafael, es una mina a cielo abierto, eso hace mucho más económica la explotación. Tiene 6.000 toneladas de uranio. La Central Nuclear Atucha-I y la Central Nuclear Embalse consumen, juntas, 120 toneladas por año aproximadamente. La Central de Atucha II(4), cuando entre en operación, demandará alrededor de 90 toneladas anuales adicionales. Así, las tres centrales nucleares consumirían aproximadamente 200 toneladas/año.  Una cuenta muy simple me indica que 6.000 toneladas de uranio, dividido 200 toneladas/año de consumo, me da igual a 30 años de reservas, sólo con la mina de Sierra Pintada en el Complejo Minero Fabril de San Rafael en la provincia de Mendoza.  Sin embargo esta mina continúa sin producir uranio.  Urge la necesidad de reactivar la mina de Sierra Pintada.
El costo del uranio producido en la Argentina es similar a lo que pagamos en el mercado internacional. Esto representa varias decenas de millones de dólares por año que quedarían en nuestro país, si en lugar de importarlo lo produjéramos en la Argentina, con el valor agregado de continuar desarrollando y afirmando nuestra tecnología, como así también la formación de nuestros recursos humanos, lo que no es poca cosa y crearíamos fuentes de trabajo y sustituiríamos importaciones.  Cuando me toca exponer temas de la actividad nuclear, como éstos, muchas veces me pregunto: “¿argentinos, qué nos pasa?”
Sierra Pintada, en manos de la CNEA, debe volver a producir uranio, respetando los estrictos estándares de protección y seguridad, de los trabajadores, el público y el medio ambiente, como siempre lo hizo durante toda la etapa de operación del Complejo Minero Fabril San Rafael y en todos los otros lugares del país.  Durante más de 20 años, la CNEA ha producido concentrado de uranio en Sierra Pintada, sin haber generado ningún tipo de inconveniente y sin que existiera ningún signo o riesgo de contaminación como consecuencia de su actividad.
Es importante que también se conozca que Argentina es uno de los pocos países que tienen el ciclo de combustible nuclear, desarrollado por sus propios medios, sin depender tecnológicamente de nadie. La Asociación de Profesionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Actividad Nuclear (APCNEAN) del país, tiene ya 46 años de existencia y tuvo en la década de los 60 y 70 un protagonismo fundamental, ya que en aquel momento se discutió si Argentina debía tener centrales de uranio natural y agua pesada, o uranio enriquecido y la Asociación de Profesionales jugó un rol muy activo para que fueran de uranio natural.
Los años transcurridos nos indican que no nos equivocamos.  En ese entonces había un único proveedor de uranio enriquecido (Estados Unidos), lo que nos ponía en una situación de dependencia del suministro del combustible para nuestras centrales nucleares.  El que estemos acá, dando a conocer qué es la actividad nuclear y la importancia que ésta tiene para el desarrollo del país, muestra que nuestra disposición es mantener ese protagonismo.  A fines de la década del ‘70 nuestro país comenzó a desarrollar esta tecnología, la del enriquecimiento de uranio, y a principios de los ‘80, luego de mucho empeño sostenido, se logró el enriquecimiento del uranio (por difusión gaseosa), esfuerzo que en la década siguiente se discontinuó. Muy pocos países han alcanzado esta tecnología. Hoy, la CNEA está reactivando esta línea tecnológica.
Además de generación nucleoeléctrica, la Central Nuclear Embalse produce, como valor agregado, Cobalto-60, por iniciativa y participación de nuestros profesionales, hecho que merece ser destacado. Este radioisótopo se utiliza, entre otras cosas, para combatir el cáncer; conservar alimentos, esterilizar productos biomédicos, etc.  Argentina es el tercer productor mundial de Cobalto-60.
Déjenme decirles, antes de presentar las conclusiones, que energía es sinónimo de soberanía, sin energía no hay economía posible, pero además, la energía no es una mercancía sino que es un bien estratégico, es un derecho humano, es un bien social y asegurar su abastecimiento es un problema de todos.
La actividad nuclear tiene un componente energético, la producción de energía eléctrica a través de centrales nucleares, pero no es lo único, la actividad nuclear genera, además, aplicaciones en medicina, industria, agroalimentos y, por sobre todas las cosas, genera desarrollo de tecnología.  El dominio de la tecnología nuclear es un bien estratégico y como tal debe ser encarada integralmente, como una política de estado, independientemente de los gobiernos que se sucedan.  Desde 1950, año de creación de la CNEA, la Argentina ha hecho un esfuerzo sostenido y ha alcanzado resultados que en este campo la colocan como una nación desarrollada.  El sostener y mejorar en el tiempo esta tecnología depende sólo de nosotros, los argentinos.
Conclusiones
• La actual matriz energética es vulnerable y de dudosa sustentabilidad, debido a que el mayor porcentaje de ella está concentrado en los hidrocarburos.
• Argentina cuenta con una actividad nuclear evolucionada, que le ha permitido lograr el dominio del ciclo de combustible y desarrollar múltiples aplicaciones en salud, agroindustria, materiales, etc. El nivel alcanzado la coloca entre los primeros países del mundo en el dominio de esta tecnología para usos pacíficos y seguros.
• En energía, la falta de planificación, la ausencia de programación conllevan a implementar esquemas de emergencia que resultan demasiado caros, empeoran la calidad del desarrollo energético y tienen impacto negativo en la economía, la evolución tecnológica, el medio ambiente y la calidad de vida de nuestra sociedad.
• Energía es sinónimo de soberanía. En consecuencia, el Estado Nacional tiene la responsabilidad indelegable de efectuar una planificación energética de largo plazo que contemple una diversificación adecuada de las fuentes de generación.
• Hay que tener claro que el sector nuclear no sólo acompaña el crecimiento y desarrollo del país, sino que éstos dependen, en gran medida, del nivel de evolución que tenga la actividad nuclear.
• La energía es un derecho humano, un bien social y asegurar su abastecimiento es un problema de todos.
(1) Los principales conceptos de este artículo fueron extraídos y actualizados a partir de disertaciones efectuadas por el autor en la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), la FeTERA y las Cámaras de Senadores y Diputados de la Nación.
(2) APCNEAN, Asociación de Profesionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Actividad Nuclear.
(3) FeTERA, Federación de Trabajadores de la Energía de la República Argentina.
(4), (5) , (6)  Las centrales nucleares argentinas CNA-I y CNE son operadas por la empresa Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NA-SA).  El proyecto CNA-II es conducido por dicha empresa nacional.
(7), (8) El 25/11/11 el Senado Nacional sancionó la ley que respalda la construcción de una cuarta central nuclear, de uno o dos módulos, la extensión de vida útil de la CNE, a través de la empresa nacional NA-SA y encomienda a la CNEA el prototipo de reactor nacional CAREM.
Fetera