El rechazo fue total y explícito: el directorio de Repsol consideró anoche “insatisfactoria” y “carente de las mínimas garantías jurídicas” la oferta que el gobierno argentino había transmitido a través de la petrolera mexicana Pemex para arreglar la crisis por la expropiación de YPF.
A diferencia de lo que ocurrió con el anterior sondeo kirchnerista, esta vez el presidente de Repsol, Antonio Brufau, ordenó emitir una comunicación bursátil para explicar por qué se descartaba un acuerdo. Blanqueó así la existencia y el contenido de la propuesta en teoría reservada, pero que se había filtrado a la prensa el fin de semana pasado.
Es más, se encargó de destacar que los directores “se felicitan por el interés del gobierno argentino de alcanzar una solución negociada”, algo que la Casa Rosada nunca admitió abiertamente desde que decidió echar a Repsol del país sin pagarle y quedarse con el control de YPF.
De hecho, más tarde, desde Buenos Aires, la petrolera estatizada emitió un escueto comunicado en el que dice que “no es cierto que haya existido una oferta oficial del gobierno argentino por la nacionalización de la empresa”, a la vez que reconoce “que hubo conversaciones entre representantes de YPF y accionistas de Repsol, con la intención de acercar a las partes en pos de un acuerdo”.
Tal como anticipó LA NACION el sábado, la oferta que el Gobierno canalizó vía Emilio Lozoya, presidente de la estatal mexicana Pemex (dueña del 9,4% de Repsol), consistía en cederle a la multinacional española el 47% de las acciones de una nueva sociedad controlada por YPF que se dedicaría a explotar una porción del yacimiento patagónico de Vaca Muerta. Se incluía una compensación de 1500 millones de dólares en bonos y efectivo, pero todo debía ser reinvertido en el joint venture (en el que Pemex tendría aparte un 2% de las acciones).
“Tras un exhaustivo análisis técnico y económico interno, apoyado además en informes de especialistas externos, el Consejo de Administración de Repsol valoró como insatisfactoria para los intereses de la compañía la actual oferta formulada por un valor nominal de 5000 millones de dólares”, señala el “hecho relevante” remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).
Añade que la oferta “está construida sobre activos sobrevalorados”, y que carece de “las mínimas garantías jurídicas y económicas necesarias”.
En la comunicación a la CNMV, Repsol aclaró que está abierta a negociar, pero le recomendó a la Argentina hacerlo “a través de los cauces societarios” y con la “necesaria serenidad y equilibrio”.
Esa expresión sonó a mensaje directo de Brufau a Cristina Kirchner, que ya había intentado gestionar a sus espaldas un acuerdo con Isidro Fainé, presidente del grupo La Caixa (el mayor accionista individual de Repsol).
Esta vez el rechazo resultó unánime en la reunión de directorio, que terminó pasadas las 21 en Madrid. Pero puertas adentro hubo algunas escenas de tensión, según se supo después.
Pemex se presentó con su representante en el consejo de administración, Arturo Henríquez, y con un técnico de la empresa, Carlos Morales, que en su momento fue director de YPF y que participó como invitado para explicar la oferta.
Al llegar los directores de Repsol se enteraron de que Pemex España había convocado a una conferencia de prensa en el centro de Madrid a la que irían Morales y Henríquez al salir de allí. Hubo reproches y pedidos de explicaciones. Pero, antes de que pasara a mayores, los mexicanos suspendieron la convocatoria periodística sin dar motivos.
Brufau y su gente habían preparado un amplio análisis técnico para desestimar la oferta. Se apoyaron, además, en las recomendaciones públicas contra el acuerdo de paz que hicieron bancos internacionales como Société Générale y UBS. El principal argumento: los terrenos que la Argentina proponía cederle a la empresa que integraría Repsol representan no más del 6% del total de Vaca Muerta y tendrían un valor muy inferior a los 3000 millones que le otorga la Casa Rosada.
En el comunicado oficial, la petrolera dijo que la oferta “no responde en su cuantía a la pérdida sufrida por Repsol, que está construida sobre activos sobrevalorados, alejados de valores de mercado según transacciones similares en la Argentina y Estados Unidos”. Destaca además que, si lo aceptara, debería comprometerse a “cuantiosas inversiones”.
Repsol reclama una compensación de 10.500 millones de dólares como condición para retirar sus litigios internacionales, que hasta ahora han trabado la aparición de los inversores que el Gobierno necesita para explotar Vaca Muerta. Fuentes allegadas a la empresa admiten que podría aceptar un acuerdo por el valor de libros, que ronda los 6000 millones de dólares. Pero el pago debería incluir activos líquidos. A Brufau no le tienta en absoluto volver a asociarse con el país que lo expropió y teme que firmar un acuerdo como el que propone la Casa Rosada haga derrumbar la acción de la petrolera.
Al final de la reunión, Pemex se resignó al fracaso de su mediación y se sumó al voto mayoritario. Se había quedado sin apoyos. Fainé, histórico rival interno de Brufau, no fue a la cita y lo representó Juan María Nin, número dos de La Caixa. Otro accionista clave, Sacyr, también se abrió: su presidente, Manuel Manrique, había dicho antes de entrar a la reunión del directorio que desconocía la oferta de Pemex. “Quiero paz y voy a apoyar sólo lo que sea bueno para Repsol”, afirmó.
La mediación de Pemex había empezado el 31 de mayo en Buenos Aires, cuando el CEO de YPF, Miguel Galuccio, se reunió con Lozoya. A los mexicanos les interesa invertir en Vaca Muerta, pero el litigio abierto con Repsol por la expropiación impaga les impide dar otro paso. Desde Buenos Aires, Lozoya viajó a Barcelona y se reunió con Fainé, Manrique y con el propio Brufau.
En el comunicado emitido tras el rechazo de la compañía española a la propuesta argentina, YPF “destaca la actitud de Repsol de manifestarse abierto al diálogo para alcanzar una solución negociada y satisfactoria para los intereses de ambas compañías”.
Después de haber amenazado con no pagar un centavo, el gobierno de Cristina Kirchner asumió hace meses que tendrá que compensar a Repsol por la expropiación del 51% de sus acciones en YPF, votada por el Congreso en abril de 2012. Pero no reconoce a Brufau como negociador. Es más, se propone tumbarlo a la distancia.
A juzgar por los resultados, le van quedando pocas cartas por jugar.