Con miras a exportar valor agregado a la Argentina y Brasil
Con escasa experiencia en el rubro, el país del Altiplano tiene en carpeta cinco ambiciosas iniciativas que lo posicionarán como un nuevo polo petroquímico en el corazón de Sudamérica. Se trata de inversiones por aproximadamente u$s 3.600 millones.
A través del impulso de la estatal YPFB y el aporte de compañías como Astra Evangelista (AESA), Técnicas Reunidas, Samsung y Maire Tecnimont, entre otras, Bolivia quiere entrar al negocio petroquímico su-damericano. El país gobernado por Evo Morales tiene en marcha y en carpeta cinco proyectos para abastecer el mercado interno y contribuir con la creciente demanda de la Argentina y Brasil.
Se trata de dos plantas separadoras de líquidos, una de gas natural licuado (LNG, según sus siglas en inglés), una de amoníaco y urea, y un complejo de etileno-polietileno y propileno-polipropileno que suman inversiones por alrededor de u$s 3.600 millones.
La primera iniciativa, que acaba de entrar en operaciones, es la planta de separación de líquidos de Río Grande, ubicada en la localidad homónima del departamento de Santa Cruz de la Sierra, donde se localiza la principal unidad de compresión gasífera para la exportación del fluido al mercado brasileño. Construida por AESA, subsidiaria de YPF, demandó una inversión de u$s 170 millones.
Sobre la base de información suministrada por YPFB, la central procesará 200 millones de pies cúbicos diarios (PCD) de gas natural, con una recuperación mínima de un 96% de propano para obtener una producción de 361 toneladas métricas por día (Tmd) de gas licuado de petróleo (GLP) y unos 600 barriles diarios (bpd) de gasolina no estabilizada (con los que se elaborarán 350 barriles de estabilizada).
“Este emprendimiento constituye el primer paso concreto para la industrialización de nuestros hidrocarburos. Además de asegurar nuestro suministro interno de GLP, nos permitirá exportar un excedente a los mercados vecinos”, destacó Carlos Villegas, presidente ejecutivo de YPFB, en diálogo con este medio.
Una segunda separadora de líquidos de mayor envergadura tendrá lugar en Tarija, dentro del Gran Chaco. Con un presupuesto de cerca de u$s 640 millones, su construcción está en manos de la española Técnicas Reunidas.
La instalación, que comenzará a operar en el segundo semestre de 2014, convertirá a Bolivia en un exportador neto de GLP y gasolina, a partir de una producción de 2.000 Tmd de GLP, 1.500 bpd de gasolina, 2.500 Tmd de etano y 1.000 bpd de iso-pentano.
Fuente: Elaboración propia a partir de datos del mercado
LNG, amoníaco y urea
También para el segundo semestre de 2014 está prevista la puesta en funcionamiento de la planta de LNG de Río Grande, en Santa Cruz de la Sierra. A cargo de las españolas Senes Ingeniería y Sistemas y Ros Roca Indox Cryo Energy, que invertirán algo más de u$s 130 millones, la iniciativa hoy se encuentra en fase de ingeniería, procura y construcción (IPC).
La instalación promoverá un cambio en la matriz energética boliviana, que se verá beneficiada con la incorporación de 200 Tmd de LNG. Asimismo, permitirá el suministro gasífero a cualquier punto del país donde los gasoductos no están llegando, tanto por vía terrestre y férrea como fluvial.
Un año después, en el segundo semestre de 2015, comenzará a producir la planta de amoníaco y urea de Bulo Bulo, en la provincia de Entre Ríos, dentro del departamento de Cochabamba. Construida por la coreana Samsung Engineering, implicará una inversión superior a los u$s 860 millones y aportará unas 756.000 toneladas (Tn) anuales de urea.
“A nivel local, nos brindará nuevas materias primas para la industria, gracias a las infinitas aplicaciones del amoníaco y la urea, entre las que sobresale la elaboración de fertilizantes para la mejora del rendimiento agrícola. Y en el plano internacional, podremos colaborar con los requerimientos de un mercado que viene creciendo un 8% anual desde 2001”, señaló Villegas.
De cara al futuro
En última instancia, YPFB proyecta el lanzamiento de un complejo de etileno-polietileno y propileno-polipropileno en Tarija, Gran Chaco, para el segundo semestre de 2017. Serán dos plantas, basadas en la ingeniería conceptual de la italiana Maire Tecnimont, que posibilitarán la obtención de 800.000 Tm anuales de poliolefinas grado polímero.
Con un presupuesto final de alrededor de u$s 1.800 millones, las unidades procesarán importantes volúmenes de etano y propano provenientes de la separadora más cercana para convertirlos en polietileno de alta densidad, polietileno lineal de baja densidad y polipropileno.
De acuerdo con el vicepresidente boliviano
, el añadido de valor al gas es –junto con el impulso a la exploración– el principal objetivo de la reestructurada YPFB de cara al futuro. “Con los proyectos anunciados estamos abarcando un 40% ó 50% del árbol de la industrialización, y nos faltaría otro 50% de usos derivados del gas. Ello requerirá más inversión, más volúmenes producidos y nuevos mercados, pero lo haremos”, prometió.
A su entender, Bolivia no debe contentarse con lo logrado hasta ahora. “Buscamos abarcar la mayor cantidad de derivados según las exigencias del mercado internacional y de nuestras propias posibilidades. La decisión política, estatal y financiera está. Hemos dado pasos muy importantes, pero somos muy ambiciosos en términos históricos”, sostuvo.
La intención, prosiguió, es pensar una industria gasífera para los próximos 50 años. “Queremos que la actividad crezca aún más, y que sea viable y sostenible. Imaginamos una patria altamente industrializada, sabiendo que contamos con materias primas y recursos humanos para generar riqueza y distribución social de ésta”, completó.