La participación nuclear en la matriz energética cae al menor nivel en 30 años

Según Hugo Palamidessi, ex secretario de la APCNEAN

En la actualidad, el segmento representa apenas un 5% de la producción eléctrica nacional, muy lejos de su aporte en los años 90 (cuando llegó a explicar un 17% del total). No obstante, el especialista Hugo Palamidessi anticipa un rápido repunte con la inauguración de Atucha II y revela detalles de la anunciada cuarta central.

La Argentina dispone actualmente de unos 1.005 megawatts (Mw) instalados de procedencia nuclear: los 357 Mw de Atucha I (inaugurada en 1974) y los 648 Mw de Embalse (en operación desde 1984). Ambas centrales han funcionado satisfactoriamente y han presentado una disponibilidad de un 74% y un 86%, respectivamente, según estima Hugo Palamidessi, palabra autorizada dentro del rubro nucleoeléctrico.


A comienzos de los 90, evoca, la participación de la energía nuclear en la generación de electricidad a nivel local llegaba a un 17%. “Pero con la posterior expansión del parque eléctrico y la postergación de la construcción de Atucha II, ese porcentaje fue reduciéndose y hoy oscila en torno a un 5%”, advierte el experto en diálogo con Revista Petroquímica, Petróleo, Gas & Química.
De todos modos, adelanta, próximamente el segmento recuperará su protagonismo. “En el marco de una política de privatización del mercado, el país favoreció la instalación de máquinas generadoras que funcionan con gas, aumentando la dependencia de los hidrocarburos, hasta que en 2004 el Gobierno nacional diseñó un plan energético orientado a ampliar la oferta de electricidad y la producción gasífera, con obras como la elevación de la cota de la central hidráulica de Yacyretá (concretada en 2008), pero también con la terminación de la central nuclear Atucha II, que está cerca de concretarse”, destaca.
En la actualidad, comenta, la potencia eléctrica instalada en la Argentina satisface ajustadamente la demanda de potencia. “La máxima potencia de pico aumentó más de un 60% entre 2002 y 2012, mientras que la potencia instalada sólo creció un 30%, casi toda financiada por el Estado”, indica el ex secretario de la Asociación de Profesionales de la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Actividad Nuclear (APCNEAN) y actual vicepresidente del Movimiento por la Recuperación de la Ener-gía Nacional Orientadora (MORENO).
De ese modo, la electricidad generada depende aproximadamente en un 67% del gas natural y los combustibles líquidos, en un 27% de la fuerza hidráulica, en un 5% de la energía nuclear, y en un 0,3% de otras fuentes renovables, como la eólica y la solar. “La generación nucleoeléctrica es la más apta para ampliar esta oferta”, concluye.

Cuarta central

Mucho se especula y poco se sabe a ciencia cierta sobre la cuarta central nucleoeléctrica argentina. Si bien su construcción fue anunciada hace varios años, hasta ahora no se confirmaron sus características técnicas ni tampoco se precisó cuál será su ubicación geográfica, lo que ha dado lugar a algunas disputas y polémicas.
Sin embargo, Palamidessi considera que actualmente ya pueden despejarse ciertas dudas. “De seguro no se tomará una decisión definitiva antes de que entre en operaciones Atucha II. Y probablemente tampoco antes de que se complete la extensión de vida de Embalse. Pero estimo que la nueva central podría componerse de dos reactores gemelos y estar ubicada en las proximidades de Atucha I y II”, vaticina.
Según sus palabras, la elección del modelo de la planta retoma la disyuntiva sobre el tipo de combustible a utilizar: uranio natural o uranio enriquecido. “La Argentina decidió, desde la elección de Atucha I, adoptar la línea de centrales PHWR (con uranio natural y agua pesada), principalmente por las dificultades y el costo que implica el proceso de enriquecimiento uranífero. Con esa orientación se desarrolló la explotación y el procesamiento de uranio natural, junto con la fabricación de elementos combustibles y la adquisición de la planta de fabricación de agua pesada”, recuerda.
En la coyuntura vigente, añade, la mayoría de los referentes de la actividad nuclear en el país se inclina por dar continuidad a esa línea. “La elección lógica sería la de una unidad de la línea CANDU, para sumar a la experiencia adquirida en Embalse la de 34 centrales en operación en el mundo y la de fabricantes canadienses, chinos y coreanos”, señala.

Eficiencia y seguridad

A decir de Palamidessi, la elección de la línea CANDU no necesariamente significa que se descarte en un futuro la opción de incorporar centrales PWR (con uranio enriquecido y agua liviana), dado que se trata del modelo más difundido en el mundo y del que existen mayor cantidad de fabricantes, además de brindar una mayor eficiencia en el aprovechamiento del uranio.
“En los últimos años se llevaron a cabo diversos convenios y tratativas con naciones y empresas fabricantes de uno o ambos tipos de centrales, que abarcan tanto la posible provisión de plantas como la cooperación en fabricación de componentes, transferencia de tecnología y procesos de extensión de vida. Con vistas a la elección de la cuarta central, se analizó una serie de modelos, varios de los cuales fueron considerados precalificados para una futura licitación”, remarca.
Los del tipo PWR, precisa, son de 1.000 Mw o más de potencia eléctrica, y algunos ofrecen una vida útil de hasta 60 años, como el AP 1.000 de Westinghouse; el EPR 1.600 de Areva (Francia); el ATMEA 1.000 (de Areva y Mitsubishi, Japón); el VVER 1.000 y 1.200 (de Rosatom, Rusia); el OPR y APR 1.400 (Corea); y el ACP 1.000 (de CNNC, China). “En cuanto a los reactores de agua pesada PHWR, son del tipo CANDU 6, de 728 Mw, como los ya emplazados en China. Y todos proporcionan características de alta seguridad en su diseño”, detalla.

Tendencia global

Por estos días, unas 440 centrales en operación producen un 14% de la electricidad mundial. No obstante, Palamidessi expresa que en varios países desarrollados la contribución del segmento es mayor. “En Estados Unidos –el único país con más de 100 centrales nucleares– llega al 20%, mientras que en varias naciones europeas supera el 50%”, subraya.
Asimismo, hay más de 60 plantas nucleares en construcción en un total de 13 países. “Aunque el accidente de Fukushima renovó la oposición a la energía nucleoeléctrica, los mayores centros internacionales de estudios energéticos (como la International Energy Agency o la Energy Information Agency) pronostican que esta clase de generación podría crecer un 60% hasta el año 2035”, sostiene.

Revista Petroquímica