Restos de una prospección de los años setenta en La Salsadella.
Los terremotos causados con la inyección de gas en el almacén submarino Castor de Vinaròs han reavivado el debate sobre los posibles riesgos de otra técnica que afecta al norte de la provincia de Castellón y que también es fuente de sismicidad inducida. La frac turación hidráulica (fracking) para la extracción de hidrocarburos no convencionales acaba de recibir el visto bueno del Gobierno en el Senado y sirve de coartada al Gobierno valenciano para autorizar los permisos de investigación en Els Ports y el Maestrat que duermen en la Consejería de Industria desde hace casi un año. Pero lo ocurrido con Castor, explican los expertos, obliga a realizar estudios rigurosos sobre los riesgos sísmicos. Algunos como el catedrático de Geología de la Universidad de Zaragoza, José Luis Simón, que ha seguido la crisis de los seísmos en Vinaròs, advierte de que la fractura hidráulica tiene sus riesgos si se hace en la zona costera.
Montero Energy, filial española de la canadiense R2 Energy, ha solicitado tres permisos de investigación en el norte de la provincia de Castellón. “Los proyectos del interior tienen un peligro pequeño, pero los más cercanos a la costa podrían sufrir una situación muy parecida a lo de Castor”, asegura Simón. El fracking consiste en romper la roca mediante la inyección de un compuesto líquido para liberar el gas no convencional. Según Simón, esta presión “más alta” que la realizada en Castor y ejercida en terreno con fallas activas (en la zona costera) hace que el peligro “sea mayor que con el almacén marino”. “Hay que tener el Castor como referente de lo que puede pasar con la fracturación”, sostiene.
Otros, como el presidente del Colegio Oficial de Geólogos de España, Luis Suárez, no ven este riesgo pero reclaman informes rigurosos. “Vamos a golpe de catástrofe y lo que hace falta es geología preventiva”, afirma. Para Suárez, tanto la inyección de gas en el almacén de Vinaròs y el fracking producen una evidente alteración en el subsuelo pero mantiene que lo de Castor “es excepcional”. “Lógicamente son técnicas que actúan sobre el subsuelo a mucha profundidad y hay que hacer estudios para que no pase nada”, dice. Pero Suárez rechaza la oposición frontal a este método y mantiene que España debe buscar fórmulas que rebajen la dependencia energética y que habría que investigar primero el potencial del norte de Castellón antes que negarse al fracking.
El uso de esta técnica ya ha sido analizado por una mesa de expertos convocada por la Diputación. El coordinador, el catedrático de Geodinámica Externa de la Jaume I, Ignacio Morell, recalcó la “alta vulnerabilidad” del terreno por los riesgos de contaminación del acuífero “estratégico” del Maestrat, pero el informe no analizó el peligro sísmico.
Desde la empresa Montero Energy explican que la fractura hidráulica no implica un peligro como el de Castor por dos motivos. El primero, que la presión que se ejerce en la tierra es intermitente y no hay tensión constante. El segundo es que el fracking huye de las fallas porque mueven el hidrocarburo y no se podría extraer en grandes cantidades.