Para el petróleo, 20 años no es nada: Argentina produce lo mismo que hace dos décadas

La producción local está en 33 millones de metros cúbicos anuales

Un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino, confeccionado a partir de datos del Instituto Argentino del Petróleo y del Gas, advierte que el país produce la misma cantidad de petróleo que dos décadas atrás. Se trata, según el trabajo, de “un retraso sin precedentes”.

Mientras que la demanda se eleva sin pausas, la oferta de petróleo se mantiene peligrosamente estancada a nivel local, lo que obliga al país a importar crecientes volúmenes del hidrocarburo. La producción se ubica, de hecho, en el mismo nivel que hace dos décadas. Así lo advierte un flamante estudio realizado por el Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), a partir de datos aportados por el Instituto Argentino del Petróleo y del Gas (IAPG).
El informe puntualiza que entre los años 1958 y 1972 la Argentina se benefició con la primera gran ola inversora dentro del sector, fenómeno que posibilitó que la obtención de crudo trepara desde unos 6 millones de metros cúbicos (m³) hasta 25 millones de m³ anuales. La segunda oleada, en tanto, tuvo lugar entre 1991 y 1998, cuando la extracción se incrementó desde 29 millones hasta 49 millones de m³ por año. “En 1999 se inició un proceso de involución que llega hasta la actualidad, cuando la producción de petróleo se sitúa en 33 millones de m³”, precisa el trabajo.
Estos datos demuestran, según el IDESA, que la degradación de los últimos tiempos fue mucho más profunda que la registrada en las décadas del 70 y el 80. “Se consumió toda la capacidad productiva desarrollada en la segunda ola inversora de los 90”, critica el organismo.
El origen de este “retraso sin precedentes obedece a “la aplicación sistemática de regulaciones irracionales que combinan prohibiciones, privilegios, malos impuestos y subsidios poco transparentes”. En este contexto, la institución plantea que el reciente acuerdo de la estatal YPF con la norteamericana Chevron, para poner en valor los recursos hidrocarburíferos no convencionales que alberga un área ubicada en la formación Vaca Muerta, dentro de la cuenca Neuquina, se halla lejos de ser una “salvación”, pero tampoco debe entenderse como una “entrega”. “Se trata de una manera de perseverar en el fracaso, ya que se insiste con la misma lógica de malas regulaciones. En cambio, para revertir el retroceso y lograr resultados positivos se necesita imponer mejores reglas de juego”, sostiene el reporte.

La nueva apuesta

El IDESA señala que los problemas en el sector petrolero argentino vienen multiplicándose desde la crisis de 2002. “Primero fue el control de los precios y la elevación de los derechos de exportación para atenuar el impacto de la megadevaluación. Al utilizar paliativos coyunturales e improvisados, se produjo un fuerte desaliento a la inversión, lo que provocó que cayeran las exportaciones y luego el país pasara a ser importador de combustibles”, repasa el informe.
Para el organismo, el fracaso de la política energética fue la excusa para legitimar la estatización de YPF apelando a un controvertido proceso de expropiación, cuya resolución todavía está pendiente. “Ahora, ante la insuficiencia de fondos para financiar inversiones, YPF avanza en un acuerdo con la empresa Chevron. Ésta es la nueva apuesta con la que se espera revertir la caída en las inversiones petroleras”, postula.
Por otro lado, en el vigente contexto se anunció el denominado “Régimen de Promoción de Inversión para la Explotación de Hidrocarburos”, una nueva regulación diseñada a medida del convenio con Chevron. “Entre los puntos más importantes se destaca el establecer que si una empresa invierte más de $ 1.000 millones en cinco años, podrá exportar un 20% de su producción sin pagar derechos de exportación y disponer libremente de esas divisas. El incentivo se mantiene incluso si por falta de abastecimiento interno debiera vender esa cuota internamente, ya que recibirá el equivalente al precio internacional sin derechos de exportación y pudiendo convertir ese ingreso a dólares al tipo de cambio oficial”, detalla el trabajo.

Calidad institucional

Más paradójico aún que aprobar un beneficio especial para Chevron declamando defender la soberanía es, para el IDESA, que se fije como régimen de promoción lo que el sentido común indica que debería ser la regla general. “En lugar de permitir exportar y disponer libremente de los dólares generados a todos los operadores, se impone una maraña de regulaciones irracionales que producen caída de la inversión, la que luego es utilizada para legitimar complejas excepciones generadoras de nichos de negocios oscuros. Habría menos corrupción y más incentivos a la inversión productiva generalizando este privilegio de poder exportar y disponer de las divisas a todas las empresas de todos los sectores”, asegura el estudio.
Desde el Instituto se cree que el sector energético ilustra la lógica de las políticas públicas que se vienen aplicando en la última década. “Es decir, la subestimación –no sólo por parte del Gobierno, sino también de un gran porcentaje de la clase dirigente– de la relevancia que tiene la calidad de las instituciones. Mientras oficialismo y oposición distraen esfuerzos discutiendo las cualidades financieras, técnicas y/o éticas de Chevron, pasan por alto que lo importante no es la compañía, sino las reglas de juego que se aplican. Empresas bien intencionadas, bajo regulaciones deficientes, fatalmente generan malos resultados; en igual sentido, empresas malintencionadas no tienen siquiera cabida cuando el diseño de reglas de juego que se aplican es bueno”, concluye el trabajo.

Revista Petroquímica