José Rigane, Secretario General de la FETERA-CTA y secretario general Adjunto de CTA Nacional, analizó las razones de los cortes de luz en zonas urbanas, la crisis energética y las posibles soluciones de fondo. Criticó las declaraciones del Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, quien hizo foco en el consumo irracional e irresponsable de los ciudadanos. También, planteó algunos paliativos que deberían implementarse ante esta urgencia en el sector energético.
FETERA – ACTA
En declaraciones a Radio Sur de la ciudad de Buenos Aires, Rigane expresó que “el aire acondicionado, que el Gobierno intenta poner en el eje del debate, tiene una incidencia en el consumo de un 8% nacional, mientras que el 32% del consumo de los artefactos eléctricos del país pertenece a las lámparas de iluminación, tanto de domicilios particulares, empresas o alumbrado público”. Y agregó que “esta contundencia de los datos desmiente categóricamente a los argumentos lanzados desde el Gobierno que ponen el foco en el uso de los aires acondicionados cuando esta demostrado que su incidencia es menor y quita del debate la enorme falta de mantenimiento y de inversión del sector privado”.
El dirigente de CTA Nacional afirmó que “en Argentina hay una capacidad instalada de 31.100 megavatios, pero están en disponibilidad en el sistema eléctrico sólo 26.000. Entonces, lo que ocurre es que cuando hay record de demanda hay problemas y todo el mundo se preocupa porque estamos al borde, estamos en un limite peligroso”.
Sobre el planteo de los cortes programados Rigane explicó que “es para resolver el día a día y evitar un apagón generalizado inmediato, del cual es muy difícil solucionarlo rápido, pero no es ninguna solución planificada”. Y agrego que “lo primero que se hace cuando hay una situación como la que estamos viviendo es bajar la tensión, por eso en los lugares más alejados de las centrales la tensión no es de 220, sino que pasa a ser de 210 o 208”.
Rigane mencionó el caso de Mar del Plata, que durante “el verano los apagones son seleccionados y se eligen los barrios humildes y periféricos para que los cortes no lleguen al centro de la ciudad en plena temporada, lo cual seria un bochorno. Entonces, prefieren perjudicar a los sectores periféricos de la ciudad. Nosotros entendemos que esta no es la forma de resolver el problema”.
José Rigane se encargó de remarcar que en temas de energía “no hay sorpresa”. Y agregó que “ya esta todo previsto lo que se va a necesitar en potencia, cuánto creció la demanda, cuáles son los cálculos a 10 o a 15 años. No hay sorpresas”. Reforzando este argumento, Rigane explicó que “se sabe que en el día más frío del año la demanda crece 4.800 Megavatios y en el día de mayor calor la demanda crece 5.000 megavatios. Todo está calculado”. “Por este motivo es que se esta tan pendiente del clima, porque no hay una suficiente cantidad de potencia instalada y disponible”, dijo.
“El sacrificio en el ahorro y el uso racional de la energía tiene sentido si la energía fuese patrimonio del conjunto del pueblo y ese esfuerzo tuviese impacto en el presente y en el futuro, pero hacer un esfuerzo en el ahorro desde el consumo individual u hogareño no tiene sentido porque el origen del problema es la falta de inversión y mantenimiento para la obtención de ganancias privadas en un marco donde tenemos que entregar el petróleo que no tenemos”, agregó. Para ser más claro, explicó que este tipo de propuestas de ahorro de energía es similar a reducir el café en una empresa en crisis sin modificar lo que produjo esa crisis. No tiene sentido sino se va al fondo de la cuestión”.
Por último, Rigane afirmó que de esta situación “se sale cambiando el modelo energético, que se sustenta en la privatización y extranjerización, porque fracasó”. “Esta crisis energética es estructural, no tiene que ver con algo coyuntural como un accidente o por alguna tragedia natural. Al ser estructural, la única forma es salir de este modelo energético”. En este sentido, afirmó que “el Estado tiene que dejar de ser el socio bobo de los grupos multinacionales en el campo de la energía, como lo ha sido hasta ahora. El Estado tiene que promover y llevar adelante una política de servicio publico con valor estratégico con una planificación clara de la energía”.