Los perjuicios que ocasiona el esmog en varias poblaciones chinas ilustran el daño del crecimiento industrial cuando no se tiene en cuenta el ambiente
Dos semanas atrás, numerosas ciudades del norte y del centro de China se constituyeron en zonas amenazadas por el esmog, que se presentó con un alto nivel de toxicidad que multiplicaba por 16 el límite que la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda como máximo tolerable.
El esmog es un viejo conocido del mundo occidental. Ya en el siglo pasado, concretamente en 1930, se empezaron a percibir indicios de esmog (palabra que es el acrónimo de dos palabras en inglés: smoke, humo, y fog, niebla), fenómeno cuya amenazante condición se conoció trágicamente al presentarse en Londres un día de 1952, en el que provocó la muerte de 6000 personas, sobre todo de niños y ancianos.
Este fenómeno es consecuencia de la combustión del carbón, la nafta, el gas y el aceite, unidos al polvo y al hollín, todo lo cual se relaciona con el trabajo de las centrales térmicas, las fábricas, la calefacción y el funcionamiento de los automotores. Cuando se dan, además, ciertas condiciones de presión atmosférica, temperatura y aire frío próximo al suelo se originan situaciones extremas, con riesgo grave de males respiratorios, cardíacos y circulatorios.
Este lamentable proceso es el que experimentan ahora las ciudades chinas. Si bien Pekín y Tianjin fueron las áreas urbanas que más padecieron los riesgos de la atmósfera tóxica, otra veintena de ciudades y sus decenas de millones de habitantes padecieron el esmog durante varios días, en el curso de los cuales la alerta naranja, declarada inicialmente por las autoridades, se debió convertir en alerta roja o máxima por las protestas de los habitantes.
En las áreas más afectadas, las recomendaciones de cuidados fueron estrictas. Chicos y mayores no debían salir de las casas; quienes salían debían protegerse con barbijos; grandes fábricas dejaron de trabajar; otras, parcialmente obligadas, redujeron su labor a fin de disminuir las emisiones tóxicas. Obviamente, los hospitales se vieron colmados.
Según las estimaciones médicas, la contaminación produce anualmente en China decenas de miles de muertos. El país oriental, para llegar a ser hoy la segunda economía mundial, es el mayor consumidor de carbón del planeta, a fin de generar dos tercios de la energía que emplea especialmente su industria. Este proceso es el gran causante de la contaminación y del esmog que afecta a muchas de sus ciudades.
Puede apreciarse, como un dato que convoca nuestra reflexión, el tiempo que ha llevado a la naturaleza alcanzar el desarrollo que ha permitido el avance de la vida y la construcción del espacio cultural humano.
A la vez, cabe alarmarse por cómo en pocas décadas los habitantes de este planeta están deteriorando aceleradamente los recursos necesarios para su supervivencia y están convirtiendo en inhabitables vastas áreas del planeta.
La Nación