Aranguren: "Los empresarios se enteraron tarde de que hay principios inquebrantables"

El presidente de Shell discutió en soledad en 2006 por la ley de abastecimiento; cree que fue anticipatorio de lo que sucede hoy


Pablo Fernández Blanco.- El 10 de septiembre de 1914 un barco trajo a la Argentina el primer cargamento de fueloil por cuenta y orden de una empresa que le daría origen a Shell. Era otro planeta: Europa había comenzado la Primera Guerra y la Argentina era conocida como el mundo nuevo, podio que también integraban Australia y Canadá.
Un siglo después, a Juan José Aranguren le toca presidir la empresa en su centenario. Su carrera muestra otra llamativa coincidencia: llegó a la presidencia de la compañía en el preludio del kirchnerismo, y es probable que la abandone al final de este ciclo político. En ese lapso, Aranguren despertó el enojo de Néstor y Cristina Kirchner, recibió demandas penales de Guillermo Moreno y fue acusado de promover una corrida cambiaria por Axel Kicillof. Aun así, sostiene que la Argentina es un país promisorio.
-¿Qué le dejó Shell a la Argentina y la Argentina a Shell?
-La empresa colaboró para que el país tuviera los recursos energéticos que eligen los consumidores. También una forma de hacer negocios, principios. Y el país le dio la posibilidad de desarrollarse en una industria en la cual es conocida.
-Tuvo muchos conflictos con el kirchnerismo, que terminaron en demandas penales contra usted.
-La administración nacional en la que me tocó ser presidente no es proclive a la discusión. En ese devenir, hubo conflictos. En marzo de 2005, el crudo subió 10% y nosotros aumentamos 4% el gasoil y un poco menos la nafta. Al Presidente no le pareció razonable y convocó a un boicot. Para mí fue un shock. En 2006 una resolución obligó a producir más gasoil en función de la ley de abastecimiento, que no estaba vigente. Nos pusieron 23 multas. En 2007, 60 multas, de las cuales 54 tenían pedido de prisión. La Justicia falló con mi absolución. El tiempo nos dio la razón. En estos años, nos enamoramos de niveles de precios en los productos energéticos que estaban por debajo de su costo. Hoy importamos 12% de la energía.
-¿Van a seguir aumentando los combustibles?
-Si alguien me dice qué va a pasar con el tipo de cambio, podría contestarlo.
-Los empresarios están preocupados por la ley de abastecimiento. En 2006, ¿alguno lo acompañó?
-No. Algunos me llamaron por teléfono para solidarizarse. Pero nadie lo hizo público. Hubo un debate en la Cámara de la Industria del Petróleo para ver si tomaba una posición uniforme. Pero el representante de Repsol YPF me dijo: “Estamos con vos, pero no lo podemos decir”.
-¿No le molesta que ahora la UIA, la Copal y otras organizaciones peleen por lo que usted reclamó hace ocho años?
-Más que molestarme a mí debería molestarles a ellos, porque se dieron cuenta tarde de que hay principios que no se tienen que quebrantar. En 2005, el presidente de IDEA, en un reportaje a Página/12, dijo que el presidente podía decir y hacer lo que quisiera porque para eso era el presidente. Eso, además de que no lo comparto, le hace un daño innecesario al sector dirigencial. Ahora, enhorabuena, es uno de los que convocan al Foro de Convergencia [un conjunto de entidades empresarias que desplegó críticas al Gobierno]. Tal vez si alguien hubiese tomado conciencia en 2005 con el caso de Shell, habría podido predecir lo que ocurriría después, porque ese tipo de conductas [del Gobierno] se fueron exacerbando.
-Dicen que ningún ejecutivo vale tanto como los activos de la compañía. En su caso no se corrobora.
-En el caso de Shell, ningún activo en el país vale tanto como sus principios de negocios. Es como la Constitución. De las cuatro petroleras que había en 2003, sólo una se mantuvo igual. Justamente la empresa cuyos activos valen menos que sus principios decidió quedarse.
-¿Está completamente convencido de lo que dice?
-Totalmente. De lo contrario, uno podría pensar que Shell no debería haberme sostenido.
-¿YPF está bien gestionada?
-Gestiono Shell. Hay una realidad válida, que es que YPF cambió como consecuencia de que el Gobierno aceptó un error. No me corresponde a mí evaluarlo, pero valoro el cambio de estrategia de la empresa, que invierte más en exploración y trata de revertir la menor producción.
-¿Se va de la compañía?
-Tal vez el próximo cambio de gobierno es momento para un cambio en Shell. Pero no está decidido.
-¿Quiere entrar en política?
-Todos deberíamos pensar si podemos contribuir para mejorar la administración de los organismos públicos. Pero no tengo ningún tipo de compromiso hacia adelante. No estoy afiliado a ningún partido. Mientras sea presidente de Shell no es correcto que yo manifieste una preferencia política.
La Nación