El Gobierno quiere traer un nuevo cargamento de crudo nigeriano para compensar la menor producción local; es el segundo en lo que va del año
Pablo Fernández Blanco.- La crisis energética derivada de la caída en la producción de hidrocarburos, uno de los rasgos sobresalientes de la década kirchnerista, llega al final del ciclo político con una nueva evidencia: el país se ha convertido en un importador cada vez más frecuente de petróleo, algo que no ocurría desde hacía dos décadas. Lo mismo había sucedido mucho antes con el gas, que el Gobierno importa en volúmenes cada vez mayores desde hace 10 años.
La Secretaría de Energía -en los papeles está en la órbita del Ministerio de Planificación, que conduce Julio De Vido, pero en la práctica responde a su par de Economía, Axel Kicillof- convocó a principios de mes a las petroleras y les preguntó cuáles estaban interesadas en comprar un embarque del llamado petróleo Bonny Light, de Nigeria. El objetivo era reemplazar la menor producción de la cuenca neuquina. En total, la explotación local de crudo cayó 1,3% en los primeros siete meses del año, según cifras oficiales, en línea con una baja sostenida que comenzó a fines de los años 90.
Ésta es la segunda compra importante de crudo en el exterior en el año (la anterior había sido en enero). Todavía no están decididos los volúmenes ni la fecha, aunque será, a más tardar, en los próximos cuatro meses.
La operación será en parte subsidiada, para que el costo del crudo importado se note menos en los precios de los combustibles, que ya aumentaron 60% en los últimos 12 meses, mucho más que la inflación.
El plan del Gobierno es que el crudo llegue a US$ 83 FOB por barril en Bahía Blanca. El producto, según estimaciones del mercado, costará entre US$ 83,5 y 84 el mes próximo. La diferencia se cubrirá con fondos públicos. Si bien importar conlleva un alto costo político, porque pone en evidencia problemas estructurales, la decisión se explica por la urgencia de la crisis energética.
“La Argentina todavía tiene excedentes de crudo de la cuenca del Golfo San Jorge”, recuerda el ex secretario de Energía Jorge Lapeña. Pero esos volúmenes son los de menor calidad, que rinden menos en las refinerías locales. Por eso se comprará crudo denominado “liviano”, que tiene mejor rendimiento en las destilerías.
De esa manera, el Gobierno espera reemplazar una parte de las importaciones de naftas y gasoil, es decir, productos terminados y con mayor valor agregado.
“Se importa petróleo liviano para mejorar el uso de la capacidad de refinación e importar un poco menos de derivados”, resumió el ex secretario de Energía Daniel Montamat.
Energía les pidió a las empresas -las principales son YPF, Axion (funciona bajo la marca Esso), Shell, Petrobras y Oil- que informen cuánto petróleo quieren nacionalizar entre los cuatro meses que van desde octubre de este año hasta enero del próximo. Las compañías deberán entregar las propuestas “en sobre cerrado y con carácter de declaración jurada”.
La operación estará a cargo de Enarsa, que luego destinará el crudo a las demás empresas. La nota no precisa hasta qué momento tienen las petroleras para manifestar su interés. Eso se debe a que el Gobierno y las empresas aún se encuentran negociando los términos de la importación. Una fuente privada al tanto de las discusiones explicó que entre las posibilidades que manejan los funcionarios se encuentra otorgarles a las empresas la libre disponibilidad del IVA que genere le operación, que genera un fuerte crédito fiscal. Según las cuentas oficiales, cuantas más empresas quieran participar de la operación podrán traer más crudo y generar un ahorro mayor de divisas.
A cambio, el Gobierno les pide a las empresas que informen por escrito sus “compromisos de incrementos de producción de naftas, gasoil y fuel oil [un combustible de menor calidad que se utiliza, entre otras cosas, en las centrales de generación eléctrica en reemplazo del gas natural], de acuerdo con la complejidad de infraestructura de cada compañía”.
La importación de crudo ocurre en un contexto de recesión y caída en la demanda de naftas y gasoil. En mayo, por ejemplo, cayeron por primera vez en seis años las ventas de combustibles en el mercado interno. La operación se realiza bajo el paraguas administrativo de la resolución 1 de este año de la Comisión de Planificación de las Inversiones Hidrocarburíferas, que preside el viceministro de Economía, Emmanuel Agis.
Contempla un sistema para subsidiar las compras de crudo en el exterior para reducir la importación de derivados. En el primer cargamento se trajeron 151.000 metros cúbicos de crudo de Nigeria. YPF fue la que se quedó con la mitad del embarque. El resto se repartió entre Oil, la petrolera de Cristóbal López (37%), y Axion (12,5%).
Pese a la recesión, las importaciones de energía continúan en aumento en lo que va del año, con una suba de casi 10%, hasta los 5700 millones de dólares. Pero comenzaron a mostrar claros signos de ralentización. En julio se cumplió el tercer mes consecutivo de reducción en las compras al exterior. Se gastaron ese mes US$ 828,48 millones, 9,6% menos en comparación con julio de 2013.
Las compras de energía son uno de los principales motivos por los cuales el Gobierno aplicó el cepo cambiario. Debido a la falta de ingreso suficiente de divisas y el éxodo de dólares para pagar la factura de importación, la administración de la presidenta Cristina Kirchner eligió restringir el acceso a las divisas para empresas y ahorristas para reservar dólares que permitan hacer frente a esas obligaciones.