Sapag, de ministro a lobbista

El Movimiento Popular Neuquino es una fuerza política provincial que pocas veces ha cruzado a la arena nacional. Quizás la última y más recordada de esas aventuras sea el gran fracaso de Sobisch como candidato a presidente. Este año las condiciones para un desembarco en el poder ejecutivo nacional estaban dadas de la mano del candidato del Frente para la Victoria Daniel Scioli. El año en que Sapag fue ministro.

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Foto: Gobierno de la Provincia de Neuquén

Por Martín Álvarez*.- El año electoral comenzó con mucho movimiento. Jorge Sapag, a los ojos de los candidatos, era un poco el capataz de las expectativas de Vaca Muerta. A pesar de que la formación geológica se encuentre debajo de cuatro provincias, es Neuquén la que concentra la mayor extensión y donde se está avanzando masivamente en la extracción.

El primer presidenciable que nombró a Sapag como posible miembro de su gabinete fue Sergio Massa. A comienzos de año en el programa televisivo (y “universitario”) Animales Sueltos se refirió a él como “el hombre que más sabe”, y desnudó: “yo quisiera que sea mi Ministro de Energía”. Pero claro, una cosa es la nación y otra la provincia, acá quien era massista de la primera hora, era ni más ni menos que Guillermo Pereyra, actual senador nacional, secretario general del sindicato petrolero, segundo en la CGT moyanista y archirrival de Sapag en la interna del MPN. Con esto, la expresión de deseos de Sergio, tanto como sus afanes presidenciales, quedaban en eso, en deseos. Sólo podría compartir con Jorge vecindario en el Tigre.

La segunda vez que sonó Sapag como candidato al gabinete nacional fue de la mano del periodista Horacio Verbitsky; una vez que el kirchnerismo optó por Scioli, bajó a Randazzo de las primarias y presentó lista única. Por aquel entonces los aires de victoria aplastante eran absolutos en el Frente para la Victoria.

Era julio y el triunfalismo del partido que gobernó los últimos doce años, solo se manchaba en su ala progresista, no conforme del todo con el candidato. Scioli y Zannini no tardaron en prefigurar su gabinete y, en el reparto, nuevamente se mencionó al neuquino. Su designación se debía, según voces anónimas del sciolismo, al conocimiento sobre Vaca Muerta y su experiencia en las negociaciones que supo llevar adelante, experiencia sumamente valiosa para una explotación que necesariamente tendrá que contar con millonarias inversiones para que finalmente funcione.

Después los desconcertantes resultados ajustados de las primarias, el sciolismo mostró equipos y gestión, y el macrismo respondió con más globos y alegría. Otra vez fue en el programa de Fantino en donde se pronunció el nombre del neuquino como futuro ministro.

Tanto el extractivismo petrolero como el minero brindaron su apoyo a Scioli, pero antes acordaron una serie de puntos. En el caso petrolero, fue Sapag el encargado de reunir en Neuquén a la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (Ofephi) para apoyar abiertamente al candidato oficialista. Aquel acto de la Ofephi fue todo triunfalismo. A la fórmula presidencial la acompañaron, además de todos los petrogobernadores, el ministro de Economía Axel Kicillof, el de Planificación Julio de Vido, y no faltó, a pesar de la mala cara, el presidente de YPF Miguel Galuccio. Acordaron allí  la continuidad del precio del barril interno a 77 dólares, el mantenimiento de los subsidios y un aumento en el valor del gas en boca de pozo. Tras el cónclave no había dudas de que el próximo gestor de la cartera energética sería quien había oficiado de anfitrión.

Un indignado retirado de Shell y ferviente opositor al kirchnerismo, Juan José Aranguren, respondió en Clarin ante semejante demostración de fuerza: “Impulsar la energía eólica es más rentable que Vaca Muerta”. Luego de estar 12 años a cargo de la petrolera angloholandesa no se ruborizó al profundizar la crítica: “el subsidio energético anda en tres puntos del PBI, US$ 15 mil millones. Lo que tenemos que preguntar es qué podríamos estar haciendo con eso. Podemos mejorar la educación, la seguridad, la vivienda, sacar a la gente de la pobreza. Estar subsidiando a la oferta no es racional”. Hoy Aranguren es el ministro de Energía entrante puesto por la fuerza Cambiemos, a la que pertenece, y será el gestor de la nueva política energética.

Tras el balotaje las posibilidades del mandatario neuquino de acceder a un despacho de la Rosada se escurrieron y terminó sus días de gestión en EE.UU., realizando el trabajo de “embajador sin cartera” a dichos de sus propios funcionarios. Lo que dicho en criollo sería algo así como trabajar de lobbista de Vaca Muerta en la capital mundial del shale, tarea que tenían pensada para quien fuera ministro de Energía provincial, Guillermo Coco, actualmente desaparecido de la escena pública y procesado por malversación de fondos públicos.

*Investigador en el Observatorio Petrolero Sur y productor de Cartago TV

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