La bendita maldición del petróleo descubierto en Guyana

En noviembre de 2009, Guyana hizo un trato con Noruega, que acordó pagarle hasta 250 millones de dólares durante cinco años si el país sudamericano mantenía su bajo índice de deforestación. Crédito: Desmond Brown/IPS

Por Desmond Brown (IPS) – El descubrimiento de petróleo en Guyana podría resultar en un dilema para el país sudamericano, dado que la Comunidad del Caribe (Caricom, en inglés) y otros pequeños estados insulares presionan para limitar la emisión de gases de efecto invernadero y así mantener a raya el aumento de la temperatura global, según lo establece el Acuerdo de París.

La empresa petrolera Exxon Mobil anunció en enero de este año la perforación de un pozo de exploración en aguas profundas que podría confirmar que el fondo marino de Guyana contiene uno de los más ricos yacimientos de petróleo y gas natural descubiertos en décadas.

“Si ahora Guyana encuentra una gran cantidad de petróleo, y básicamente para mantener las temperaturas bajas le decimos que no a los combustibles de carbono, ¿entonces a quién se lo va a vender?”: Al Binger.

Los expertos calculan que uno solo de los yacimientos offshore, conocido como Liza, podría contener 1.400 millones de barriles de petróleo y mezcla de gas natural.

Sin embargo, en vista del cambio climático exacerbado por las emisiones de gases de efecto invernadero, Al Binger, director ejecutivo interino del Centro de Energía Renovable y Eficiencia Energética del Caribe, sostiene que Guyana no debería entusiasmarse demasiado con el descubrimiento.

“Guyana se encuentra dentro de la Alianza de Pequeños Estados Insulares (Aosis), el grupo que lucha por mantener las temperaturas debajo de 1,5 grados, y ahora querrá vender carbono para quemar. Pienso que va a tener que ponderarlo muy bien y dilucidar ‘¿esto es una bendición o una maldición?’”, señaló Binger a IPS.

“Si ahora encuentra una gran cantidad de petróleo, y básicamente para mantener las temperaturas bajas estamos diciendo que no a los combustibles de carbono, ¿entonces a quién se lo va a vender?”, cuestionó.

“No sé cuánto va a poder vender porque procura cumplir con los requisitos de las Contribuciones Previstas Determinadas a Nivel Nacional (INDC) para mantener las temperaturas por debajo de 1,5 grados”, añadió el experto.

Países de todo el mundo adoptaron un histórico acuerdo climático internacional en la 21 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, celebrada en París en diciembre de 2015. Las INDC están esbozadas públicamente en medidas climáticas posteriores a 2020 que los países tienen intenciones de llevar a cabo según el acuerdo.

Las medidas climáticas que se comunican en estas INDC determinarán en gran medida si el mundo logrará alcanzar los objetivos de largo plazo del Acuerdo de París, o sea mantener el aumento de temperatura media bien por debajo de dos grados, seguir el esfuerzo para limitar el aumento a 1,5 grados, y lograr cero emisiones netas en la segunda mitad de este siglo.

La consigna de Aosis ha sido “1,5 para seguir vivos”, indicando que representa el nivel de calentamiento global más allá del cual muchas pequeños Estados insulares vulnerables se verán abrumados por consecuencias climáticas severas.

Los hallazgos científicos basados en escenarios de bajas emisiones – también estudiados por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático en su quinto informe de evaluación – muestran que es tanto física como económicamente factible limitar el calentamiento a menos de 1,5 grados para 2100, luego de que se superen temporariamente 1,5 grados en los años 2050, aunque manteniéndose por debajo de dos grados.

Binger sostuvo que mantener el calentamiento por debajo de dos grados requiere una acción temprana y rápida para limitar el nivel de acción en los próximos diez años a 1,5 grados.

“Por lo que, si hay mucho carbono, ¿qué haremos con él? Seguimos emitiendo carbono y ahora estamos llegando al punto en que básicamente no podemos emitir más porque no hay más espacio para él si queremos permanecer en temperaturas en las que podamos sobrevivir”, advirtió.

Con un aumento de temperatura media por debajo de un grado, algunas islas pequeñas ya han experimentado impactos que incluyen la severa erosión de las costas, la invasión de agua salada, la degradación del hábitat marino y fuertes tormentas tropicales.

Binger explicó que limitar el calentamiento a menos de 1,5 grados para 2100 requiere una reducción de emisiones de gases de invernadero de 70 a 95 por ciento en relación a los niveles de 2010 a 2050. Esto es considerablemente mayor que el 40 a 70 por ciento necesario para mantenerlo a dos grados para 2050.

Las emisiones totales de gases de invernadero tienen que alcanzar el cero global de 2060 a 2080 para alcanzar un aumento de 1,5 grados comparado con los dos grados entre 2080 y 2100.

“Si tenemos que descarbonizar y tenemos que llegar a cero combustibles emisores de carbono, entonces el único carbono que podríamos quemar sería alguna porción de lo que capturamos”, dijo Binger.

En noviembre de 2009, Guyana hizo un trato con Noruega por el cual esta acordó pagarle hasta 250 millones de dólares durante cinco años si el país sudamericano mantenía su bajo índice de deforestación. Fue la primera vez que un país industrializado, consciente de sus propias emisiones de dióxido de carbono, le pagaba a un país en desarrollo para que mantuviera sus árboles en la tierra.

Con esta iniciativa, desarrollada por la Organización de las Naciones Unidas y la iniciativa Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación de Bosques, Guyana puede continuar talando árboles siempre y cuando esté protegida su biodiversidad.

Guayana es uno de los países más pobres de la región y las autoridades pretenden mejorar la economía con la producción de petróleo, que esperan iniciar alrededor de 2020.

Los primeros cálculos de expertos sobre cuánto petróleo recuperable podría tener Guyana alcanzan a más de 4.000 millones de barriles, que a precios actuales tendrían un valor de 200.000 millones de dólares.

Traducido por Álvaro Queiruga

IPS