En el Nª22 boletín de EJES describimos proyectos y conflictos en territorios alejados de la norpatagonia y vinculados a Vaca Muerta.
La devaluación del peso desde mayo hasta el presente, en un valor cercano al 100% – el dólar pasó de $ 20 a $ 40 aproximadamente –, obligó al Gobierno nacional a abandonar, por ahora, la política de precio dolarizado para el gas. En el año 2016, Juan José Aranguren, ministro de Energía y Minería en aquel entonces, comenzó a aplicar un “sendero” de precio, en dólares, creciente. El objetivo anunciado era que el gas, comercializado en razón de USD 2 el millón de BTU, alcance los USD 6,80 en 2019. Una de las mayores implicancias de esta política fue dolarizar componentes de gran peso en las tarifas energéticas, luz y gas, como así también, asegurar dos incrementos anuales de estas tarifas durante tres años.
Las expresiones vertidas por la certera de Energía, devenida en Secretaría y conducida por Javier Iguacel, parecieran indicar que prefiere ocultarse que el desmanejo de la economía torció la continuación del “sendero”. En cambio, la justificación se apoya en remarcar aparentes logros de una eficiente gestión, ya que al presentarse a comienzos de septiembre los resultados de la primer licitación de gas para la generación de electricidad, se esgrime: “el aumento de producción de gas de Vaca Muerta producto de las acciones de inversión y de trabajo en equipo con gremios, provincias y empresas, junto con el incentivo a la competencia para conseguir el mejor precio del gas, nos permitió alejarnos de un sendero de precios donde en octubre del 2018 hubiéramos pagado el gas en boca de pozo a USD 5,26 por millón de BTU. Esto hubiese resultado en un aumento en el costo de la generación de electricidad y de gas”. Finalmente, según se anunció, los nuevos cuadros tarifarios tuvieron un precio promedio de USD 3,40 el millón de BTU en boca de pozo para la generación. “Una notable reducción en los precios planificados según ese sendero”, se jacta la comunicación oficial.
No abandonar el “sendero” hubiese implicado convalidar aumentos tarifarios exorbitantes al punto de dañar severamente el escaso capital político con el que a esta altura cuenta el Gobierno nacional. Esto pone en evidencia no solamente que todo precio es político, sino también, que una política tarifaria no puede estar desvinculada de la coyuntura macroeconómica. Como ocurrió en el 2002, una vez más, se vira hacia la pesificación de las tarifas ante un marco devaluatorio.
Está por verse, si las empresas que han invertido en extracción de gas modificación sus proyecciones, sobretodo en Vaca Muerta que es el área que mayor atracción tiene para las petroleras. Por otro lado, el anuncio de las retenciones a las exportaciones es rechazada por la industria petrolera que esperaba exportar el gas de Vaca Muerta sin pagar el impuesto, por este motivo, en tono de lobby, la industria argumenta que el desarrollo de esta formación puede tambalear a raíz de la medida fiscal.
Este artículo es parte del Boletín Nº22 de EJES, una iniciativa de Observatorio Petrolero Sur y Taller Ecologista.