En coyunturas de baja del precio del barril y caída de la producción, las regalías se reducen y los presupuestos de las provincias petroleras se vuelven más inciertos. Prever una pandemia puede ser difícil, mucho más que anticipar la vulnerabilidad a la que están expuestas las provincias que dependen de la captación de renta. En la década de 1990 el gobierno neuquino anticipó ese escenario y se plantearon alternativas. De esa propuesta y de la actualidad hablamos con la economista Adriana Giuliani.
Por OPsur
En los años 1990 Neuquén se consolidó como provincia productora de hidrocarburos o, dicho de otra forma, consolidó su matriz monoproductora, los hidrocarburos se convirtieron en el eje de su actividad económica. Sin embargo hacia finales de esa década, durante el último gobierno de Felipe Sapag, fue presentado el plan Neuquén 2020, una propuesta de diversificación económica que apuntaba a invertir la renta petrolera en el desarrollo agroindustrial, turístico y forestal. La economía monoproductora había mostrado su lado flaco, las arcas provinciales estaban golpeadas por la baja del barril y a eso se sumaba un horizonte de reservas también en franco retroceso. Si no se daba un golpe de timón, habría tormentas en el futuro.
El futuro llegó y vino con una pandemia bajo el brazo. Adriana Giuliani es economista, docente e investigadora de la Universidad Nacional del Comahue, conocedora como pocxs de la incidencia de los hidrocarburos en la economía de la provincia, tema sobre el cuenta con dos libros en su haber. En estos tiempos de digitalidad total, le compartimos algunos interrogantes, aquí sus respuestas.
– ¿Qué incidencia tenían los hidrocarburos en los ingresos provinciales antes de la pandemia y cuál fue el impacto de ésta?
Para el 2020 se proyectaba que las regalías representaran el 32% de los ingresos provinciales, según surge del mensaje de elevación del presupuesto para este año. Los valores se estimaron de acuerdo con la trayectoria que las regalías exhibieron durante los últimos años, debido especialmente a la explotación de Vaca Muerta. A raíz del desplome del precio del petróleo a nivel internacional y luego, con la paralización de las actividades en el marco de la pandemia, los ingresos por regalías se han desacelerado considerablemente, provocando dificultades para cumplir con las obligaciones salariales y ante proveedores.
-¿En el presupuesto provincial 2020 cuánto proyecta recaudar Neuquén por regalías y qué valor de referencia tiene en el barril? En base a eso, ¿cuál es la situación teniendo en cuenta que la provincia tiene elevados gastos corrientes y un fuerte endeudamiento?
En el presupuesto 2020 se proyectó una recaudación de 50.478,5 millones de pesos en concepto de regalías, en un total de ingresos 158.802,9 millones de pesos, tomando como precio de referencia un barril de petróleo en 50 dólares. Los gastos destinados a los salarios de los agentes de la Administración Pública siguen teniendo un peso relevante en las finanzas provinciales, dado que el Estado mantiene el rol de gran demandante de mano de obra, en una economía concentrada en torno al sector extractivo. Para 2020 se calculó un monto de 87.764,1 millones de pesos en la partida Personal, representando un 62% de los gastos corrientes y el 56% de los gastos totales.
La exposición a las fluctuaciones del mercado de los hidrocarburos, en una coyuntura como la actual, deriva en necesidad de endeudamiento por parte del Estado para cumplir con sus compromisos y reducir de este modo los riesgos de la conflictividad social.
-Estamos en 2020, el año que planteó como horizonte el proyecto de diversificación productiva presentado en 1997 por el entonces gobernador Felipe Sapag. ¿Qué conclusiones se sacan de la situación actual con un barril que cotiza en baja, con otro horizonte de reservas, a partir de la incorporación de los no convencionales, y una paralización del sector?
Hay gran consenso con respecto a la necesidad de generar fuentes laborales genuinas fuera del petróleo; la dirigencia lo reconoce y lo propone en sus plataformas políticas. Sin embargo, hasta el momento no se ha logrado materializar un programa de diversificación que genere alternativas concretas. Aún con sus altibajos, el sector de los hidrocarburos absorbe el grueso de las inversiones y su correlato en el empleo no alcanza para reducir la incidencia estatal. Se requiere el impulso del Estado con políticas públicas que trasciendan el corto plazo y proyecten un horizonte sustentable.
El Plan Neuquén 2020 planteaba ideas específicas en cuanto a la diversificación y contó con respaldo técnico y social. Las bajas cotizaciones que el petróleo registraba cuando fue elaborado potenciaban su viabilidad. La falta de voluntad política para ponerlo en marcha no le restó trascendencia y por eso aún se recuerda. Hubo otras iniciativas, como las medidas anunciadas ante la baja del precio del petróleo en 2014, aunque no tuvieron la efectividad esperada. Vaca Muerta ha logrado contrarrestar un prolongado lapso de declinación en la extracción de hidrocarburos y seguramente se reactivará cuando el negocio recobre su atractivo. El desafío para Neuquén consiste en no dejar pasar la oportunidad que Vaca Muerta le ofrece para diagramar una propuesta integral de desarrollo.
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