Por Alan Rocha Varsanyi
La Patagonia extra-andina de Neuquén y Río Negro es una zona de sismicidad de base reducida o muy reducida según el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (INPRES). Históricamente registra pocos y aislados eventos de baja magnitud pero esto viene cambiando de manera notoria y acelerada (Vásquez et al., 2020). En coincidencia espacial y temporal con la llegada de la extracción de los hidrocarburos no convencionales en 2015 y la intensificación de su explotación en 2018 se registró un creciente número de eventos sísmicos. Estos se concentran en la parte central de la cuenca Neuquina, entre las localidades de Cutral-Có y Añelo. Según el Observatorio de Sismicidad Inducida (OSI) entre 2019 y diciembre de 2023 hubo 457 movimientos.
Estos eventos, que se registran principalmente a partir del INPRES y de la Red Geocientífica de Chile, se caracterizan por una profundidad media de 6 km. Una medida mucho menor que la media de 96 km de los sismos que se desarrollan por causas naturales en la cordillera neuquina. Esto los sitúa muy cerca de la profundidad de fracturación de los pozos de fracking que en promedio es de 3.3 km, lo que hace que su percepción en la superficie y los posibles daños que acarrean aumenten significativamente. Estos movimientos telúricos han llegado hasta los 5° de magnitud local, lo que se considera de medio a moderado. Hasta ahora se han registrado desde Rincón de los Sauces hasta la zona de Cutral Co, un territorio que coincide con el sistema de fallas de la Dorsal de Huincul que se estaría reactivando a partir de la sismicidad inducida. Estos sismos además llegaron a percibirse en la capital neuquina y en el resto de las localidades del Alto Valle. Sin embargo, uno de los lugares más afectados, por lo menos hasta ahora, es Sauzal Bonito.
Sauzal Bonito es un paraje rural de la provincia de Neuquén, está a unos 100 kilómetros de Neuquén capital y a unos 40 de Añelo, la localidad-epicentro de la explotación de hidrocarburos en la cuenca neuquina. Más allá de las esporádicas crecidas del río Neuquén, Sauzal Bonito raramente figuraba en los medios de comunicación regionales, menos aún nacionales. Este sosiego no se vivía sólo en la superficie sino que la tierra misma de la zona se caracterizaba por la calma geológica. En 150 años hubo muy pocas mediciones o registros históricos documentales y orales que den cuenta de la existencia de eventos sísmicos en el área (Tamburini-Beliveau y Grosso, 2021a) lo que contrasta con el Sauzal Bonito de hoy que regularmente aparece en las noticias como el pueblo que tiembla. Lo que cotidianamente vive la comunidad a causa de los sismos es un ejemplo de las posibles consecuencias de la aparición repentina de eventos sísmicos en zonas no preparadas para tales condiciones por ser consideradas de baja peligrosidad sísmica. Un ejemplo que ante la expansión de la explotación de Vaca Muerta vale la pena atender.
Una de las consecuencias más evidentes es el deterioro y rotura estructural de las construcciones que se observa en la aparición de grietas en las edificaciones. Como describe uno de los habitantes de la zona “la casa se ha partido toda y cada día se va complicando más porque en distintas partes se va partiendo, se notan las fisuras”. A esto se suman los daños en el interior, otra vecina comenta “se me ha roto una estufa que es con lo que caliento mi casa durante todo el invierno y se me cayó una alacena, la casa está totalmente partida y no recibo ayuda de nadie”. Al aire libre se sufren otros riesgos asociados al desprendimiento y derrumbe de rocas que no solo afecta a las personas sino también a los animales, tanto domésticos como autóctonos. Esta capacidad destructiva de los sismos se explica en parte porque la escasa profundidad de estos eventos que los ubican tan cerca de la superficie hace que se sientan con mayor intensidad. Este conjunto de peligros significa un grave deterioro de las condiciones de vida de la comunidad, que se agrava con la imprevisibilidad de los sismos, la frecuencia y la cantidad. En julio de 2017 se registraron cuarenta y dos sismos en tres días, se trata de un enjambre sísmico que Sauzal Bonito ya tuvo que afrontar varias veces.