¿Y si el gas no es limpio? Tres artículos que cuestionan la idea del combustible puente 

Foto: argentina.gob.ar

La idea de que el gas es un combustible más limpio que los demás fósiles fue puesta en tensión a través de diversos estudios publicados en los últimos años. En un trabajo conjunto entre el Observatorio Petrolero Sur y Territorio de Ideas, realizamos la traducción científica de tres artículos fundamentales para entender el impacto del gas en la crisis climática.

Por Felipe Gutiérrez Ríos / OPSur .- Uno de los ejes centrales de la política energética de los principales países del hemisferio occidental durante este siglo fue la noción de que el gas es un combustible amigable. Esta premisa se basa en una cuestión ambiental, supuestamente sería más “limpio” que otros fósiles, y política, porque permitiría reducir la dependencia de los históricos países productores de petróleo. 

A la cabeza de ese proceso se ubicó Estados Unidos a partir del desarrollo masivo de la técnica del fracking. Esto le permitió reubicarse en el panorama global, de país importador a productor, y conseguir el autoabastecimiento. Este crecimiento de la explotación fue acompañado de un discurso supuestamente ambiental a favor del gas. Así, tanto al interior del país como en los debates globales, se masificó la idea de que el gas podría ser un combustible que funcione como “puente” hacia las energías renovables debido a que su quema produce menos dióxido de carbono que otras fuentes fósiles. 

A finales de la primera década del siglo, tres científicos de la Universidad de Cornell -Roberth Howarth, Renee Santoro, y Tony Ingraffea- realizaron un estudio para determinar la huella de gases de efecto invernadero del gas no convencional ante el abrupto aumento de su explotación. Para esto cambiaron el enfoque con el que se medía. Los estudios anteriores se centraban sólo en los resultados de la emanación de dióxido de carbono de su consumo. En ese cálculo, efectivamente, es menor la emisión del gas respecto del petróleo y el carbón. Sin embargo el nuevo enfoque buscó medir la emisión del ciclo completo de la fuente, desde la extracción hasta el consumo. 

De esta forma, los científicos le dieron relevancia a las emisiones de metano de procesos como el venteo o las fugas durante el transporte y distribución, además de la emisión de dióxido de carbono durante el consumo. Los primeros estudios dieron resultados similares al uso del petróleo y carbón, y mucho más altos que el gas convencional. 

El aporte que hicieron no pasó desapercibido: durante los años siguientes continuaron una serie de publicaciones y clases que tuvieron una amplia repercusión en el mundo académico y político. Por ejemplo, a nivel científico, se multiplicaron los estudios sobre la temática que los refutaban o reafirmaban. Incluso a comienzos de la década de 2010 la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) tuvo que desarrollar nuevos análisis de emisiones de metano. También hubo respuestas diversas a nivel político: en 2013, Steven Chu, entonces Secretario de Energía del gobierno de Barack Obama, los cuestionó públicamente. Y una década más tarde, de acuerdo a medios como New Yorker, las publicaciones de Howarth sobre emisiones del ciclo completo del GNL -que es uno de los artículos que acá presentamos- provocaron que el gobierno de Joe Biden se replanteara la política de expansión hacia ese sector. 

Desde su publicación, estos artículos circularon sin una traducción científica al castellano. Es por esto que desde el Observatorio Petrolero Sur decidimos llevarla adelante con el objetivo de visibilizar el debate científico sobre el rol de la emisión de metano en la crisis climática y el lugar del gas en los procesos de transición energética. Para eso, encargamos el trabajo al equipo de Territorio de Ideas, especializado en la traducción científica de textos vinculados a la cuestión climática y energética. Hemos definido la traducción de tres artículos de Robert Howarth, por resultar más apropiados para la difusión de este tema en específico. Howarth es un biogeoquímico del Departamento de Ecología y Ambiente de la Universidad de Cornell y se destaca junto a su equipo de trabajo como uno de los principales estudiosos del metano en la actualidad. 

El primer texto traducido es “Un puente a ninguna parte: las emisiones de metano y la huella ecológica del gas natural”, publicado en 2014. En este artículo, Howarth sostiene que la huella de gases de efecto invernadero del gas no convencional puede ser más alta que la del carbón y el petróleo, y hasta un 50% más que la del gas convencional. A la vez, presenta la importancia temporal del potencial de calentamiento global (PCG) de cada fuente. La incidencia del metano es mucho mayor en las dos primeras décadas de emisión que la del dióxido de carbono, sin embargo este permanece durante un siglo o más en la atmósfera. Debido a la urgencia de la reducción de emisiones y a que el supuesto puente hacia las renovables es de acción inmediata, plantea la necesidad de proyectar horizontes temporales de medición en 20 años y no en 100, como solía ocurrir en la literatura científica. Utilizando dicho escenario, concluye que la huella de gases de efecto invernadero del gas no convencional es más alta que la de los demás fósiles cuando se usa en calefacción y transporte, y es ligeramente más baja que la del carbón para la generación eléctrica.

La segunda traducción es un capítulo sobre “Metano y Cambio Climático” publicado en un libro sobre impactos ambientales de los no convencionales en 2021. Ahí, Howarth profundiza y actualiza los datos presentados en los anteriores estudios. De este modo hace una corrección leve del cálculo de 2014, para concluir que el gas no convencional tiene un 3,4% de emisiones fugitivas durante su ciclo de vida completo, lo que se corresponde con el 40% del aumento global total de las emisiones de metano. Esto ocurre por una cuestión química: a diferencia del gas convencional, el gas de lutitas está compuesto por metano que permaneció atrapado en la roca generadora durante eras geológicas, mientras que el gas convencional es principalmente metano que migró de la roca generadora. El estudio reafirma que las emisiones de metano del gas no convencional son mayores que las del carbón o cualquier otro combustible fósil durante las dos décadas posteriores a la emisión.

El tercer artículo que tradujimos es un análisis del ciclo completo de emisiones de la exportación de Gas Natural Licuado (GNL) desde Estados Unidos. Fue realizado debido a que la licuefacción de gas se transformó en una de las principales técnicas de comercio del gas a nivel global. De manera similar al análisis del gas no convencional para un escenario de 20 años, determinó que la combustión corresponde solo al 34% de la emisión de gases de efecto invernadero del GNL. Toda la emisión restante proviene de la extracción y transporte, incluido su movimiento en buques metaneros a lo largo del mundo. En dicho escenario, las emisiones del GNL son un 33% mayores que las del carbón, mientras que el gas consumido internamente para producir electricidad tiene un nivel de emisión similar a la quema de este mineral. Howarth concluye que incluso en un escenario de 100 años las emisiones del GNL siguen siendo mayores que la de los demás fósiles. 

Publicamos estas traducciones como una forma de facilitar el debate sobre la transición energética. En Argentina, así como en muchos países de América Latina, la propaganda pro gas se transformó en política pública. Ya sea para aumentar la explotación, como es el caso de Vaca Muerta, como para promover la importación de gas en los países no productores, el lobby de empresas y gobiernos logró instalar la idea de que el gas es un combustible “limpio”. Los artículos que acá presentamos ponen en tensión esta idea, tanto sobre el gas como combustible en sí como sobre su comercio a través del GNL. Esperamos que pueda servir como fuente para el trabajo científico y político que es necesario para discutir una transición orientada a cubrir las necesidades energéticas de la mayoría de la población por sobre las visiones corporativas que enmascaran de transición a la búsqueda por ampliar la mercantilización de bienes que son comunes. 

Accedé a los tres artículos traducidos