Algo ha cambiado en las mentalidades de los que gobiernan.
Por Ismael Vega Díaz*
A pocas semanas de cumplirse un año de los graves sucesos de Bagua, no hace falta preguntarnos si algo ha aprendido la clase política gobernante, de esta lamentable experiencia. Si bien los pueblos indígenas han logrado colocar sus demandas en la agenda pública y han contribuido a democratizar los espacios de deliberación política; está claro que poco o nada ha cambiado en las mentalidades de los que gobiernan el país. En el Alto Marañón, habitada por Aguarunas y Huambisas, existen verdaderas “bombas de tiempo” que el gobierno no sólo mantiene activas, sino que irresponsablemente hace todo lo posible por hacerlas detonar.
Una de ellas tiene que ver con la presencia de las empresas mineras en la Cordillera del Cóndor, como sucede con la canadiense Afrodita en El Cenepa que viola abiertamente el territorio del pueblo Awajun, al recortar el parque nacional Ichigkat Muja. Otra que podría estallar en cualquier momento, es la presencia de la empresa petrolera Hocol-Maurel et Prom cuyo lote 116, se superpone a la Zona Reservada Santiago-Comaina.
Por si esto fuera poco, en estas semanas se acaba de anunciar la licitación de 25 nuevos lotes petroleros y gasíferos ubicados mayoritariamente en la Amazonía, que demandará una inversión de 1,250 millones de dólares. Mientras en el Congreso se discutía la Ley del Derecho a la Consulta, unos días antes de su aprobación, el gobierno se apuraba en seguir invadiendo los últimos espacios libres de la Amazonía peruana y ofrecerlos a las empresas transnacionales.
Todo indica que las condiciones y las razones que dieron lugar al último gran conflicto entre los pueblos indígenas y el Estado y los lamentables sucesos de Bagua, siguen intactas. En realidad, la historia muestra que más allá de las formas y los contextos sociales en los que se producen los desencuentros, se trata de un conflicto histórico, cuya partida de nacimiento se sitúa en la instauración de la República. Estamos a pocos días del 5 de Junio, aniversario de una fecha que nos recuerda que los pueblos indígenas ya no están dispuestos a permitir más atropellos y exclusiones.
La aprobación de la Ley del Derecho a la Consulta es un logro importante de los pueblos indígenas y las organizaciones sociales comprometidas con sus luchas; sin embargo, no hay que perder de vista que se sigue ofreciendo los territorios de los pueblos indígenas como si esta norma no le importara al gobierno, persiste la inseguridad jurídica por los decretos legislativos que aún no han sido derogados, no se ha tomado en cuenta la recomendación de la comisión de expertos de la OIT respecto a la suspensión de concesiones en los territorios indígenas y tampoco se han considerado muchas de las recomendaciones de las mesas de diálogo.
Sin duda, Alan García no ha renunciado a su “Perro del hortelano” ni al “Misterio del capital amazónico” de su amigo Hernando De Soto, sin duda dos caras de la misma moneda. El presidente, es un converso orgulloso de su nueva condición y se esfuerza por presentar como nueva, una obsoleta propuesta de desarrollo, basada entre otras cosas, en una imagen construida de los indígenas amazónicos, que los percibe como un obstáculo para el desarrollo, porque desde su perspectiva se trata de salvajes que prefieren vivir en forma primitiva en el bosque y que no saben aprovechar adecuadamente los recursos que ahí existen para alcanzar el desarrollo.
Está forma de ver a los indígenas, produce automáticamente la imagen de un civilizador que sustenta y justifica la dominación y la discriminación como la única forma de salvación del “indígena salvaje y primitivo” (Chrif, A.; Cornejo, M. 2009). El civilizador presidente, representa al hombre blanco, él es el representante de la sociedad occidental, el que viene de afuera y está convencido de que la única manera de superar la situación en que se encuentran los indígenas, es dejando de ser ellos y pareciéndose a él y a su “Perro del hortelano” o como dice De Soto, en “El Misterio del Capital”, a la cuchilla suiza europea y no a la primitiva cuchilla de los indígenas.
El extractivismo y la exportación de materias primas, constituye uno de los pilares que sustenta el crecimiento que el gobierno muestra en cuanto escenario puede. Esto encaja perfectamente con la estrategia de los gobiernos de la Unión Europea, muy preocupados por los intereses y las inversiones de las empresas transnacionales del viejo continente en la región Latinoamericana.
La Cumbre de los jefes de Estado de la UE-ALC realizada hace unas semanas en Madrid, en el marco de una nueva crisis mundial, se ha centrado entre otras cosas en fortalecer su estrategia y su sociedad con América Latina. Está claro que el gobierno actual es un socio clave en la estrategia de la Unión Europea y Alan García se esfuerza por aparecer como el alumno más aplicado de la región.
En plena crisis mundial, acentuada por la reciente crisis europea, el Perú anuncia un “auspicioso” crecimiento económico (6%) basado en la extracción de materias primas, la apertura y la desprotección de nuestros recursos y los derechos de los pueblos. La formula es: eliminar las regulaciones sociales y ambientales e intensificar la apertura de mercados.
Esto hace más poderosas y competitivas a las empresas de la UE y facilita la firma de nuevos TLC que les asegura, un acceso libre de obstáculos a las materias primas y los recursos naturales que están en territorios indígenas amazónicos y andinos. Todo armoniza muy bien entre el modelo de desarrollo que se viene implementando en el Perú y los intereses de la Unión Europea. Por eso, se frotan las manos con el road show que el gobierno llevará por el Reino Unido, Francia, España, Estados Unidos etc. ofreciéndole a sus empresas transnacionales 25 nuevos lotes para explotar petróleo y gas.
La aprobación de la ley del Derecho a la Consulta en el Congreso, constituye un logro importante de los pueblos indígenas y sus organizaciones, que debe ser analizada en detalle y profundidad para mejorarla en su momento, pero no hay que olvidar que el modelo de desarrollo del “Perro del Hortelano” sigue su curso. No importa que hace un año hayan muerto 34 peruanos en Bagua, no importa los derechos de los pueblos indígenas, ni la gobernabilidad democrática del país. Lo que realmente importa al presidente, es demostrar que ha “aprendido bien la lección” y que es el mejor alumno de la región.
Aunque el presidente celebre el “día del ron”; el 5 de junio será para los peruanos y peruanas especialmente para los pueblos indígenas amazónicos, un día por la memoria, un día de indignación, acción y solidaridad con sus derechos.
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Ismael Vega Díaz es investigador del Centro Amazónico de Antropología y Aplicación Práctica (CAAAP), miembro de Forum Solidaridad Perú y Profesor de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM).
Fuente: Servindi